Vida y Muerte en la Poesía de Miguel Hernández
La vida y obra de Miguel Hernández son inseparables, un reflejo mutuo que converge en el sufrimiento y la muerte. Una excepción son sus primeros poemas (hasta El Rayo que no cesa), llenos de un vitalismo despreocupado donde la vida y la obra del poeta divergen. Este vitalismo personifica la naturaleza: ‘la piedra amenazada’, ‘la luna se diluye’, ‘la espiga aplaude al día’. La muerte, si acaso, se poetiza en los atardeceres.
Primeras Influencias de la Muerte
Pese al vitalismo y sensualismo levantino, la melancolía asoma en Perito en lunas con toques de muerte y tristeza, aunque sin la intensidad posterior. Las ‘heridas’ hernandianas (‘la de la vida, la del amor, la de la muerte’) se vislumbran en El Rayo que no cesa, cancionero del amor trágico, la pena amorosa y la muerte por amor.
Símbolos de Tragedia y Amor
En su poesía, amor y muerte se manifiestan en el ‘toro’ y la ‘sangre’. Se suman símbolos cortantes: ‘la espada’, ‘el cuchillo’, ‘el rayo’, ‘la cornada’, ‘los cuernos’, ‘los puñales’, ‘hierro infernal’, ‘pétalos de lumbre’, representando las heridas de amor y muerte. Vivir es amar, penar y morir.
La Muerte en la Guerra
En Viento del pueblo, la muerte es lucha, vida y amor por el pueblo oprimido, una elegía a los héroes. Con la guerra, la esperanza decae y España se tiñe de sangre. En El hombre acecha, el pesimismo se apodera del poeta: ‘Hoy el amor es muerte, / y el hombre acecha al hombre’. La introspección y el intimismo se llenan de desolación. La muerte es horror, simbolizada en un ‘tren’ de sangre con miembros amputados.
Desolación y Ausencias
Tras la guerra, la cárcel, la enfermedad y la desolación oscurecen sus poemas con desengaño y tristeza, ‘la ausencia de todo’. Cancionero y Romancero de ausencias, su ‘diario de la desolación’, cierra el ciclo de vida y muerte volviendo al amor como única salvación. El dolor por las ausencias lo define: la muerte de su hijo y la cárcel (ausencia de esposa e hijo). La libertad se une al amor, un sentimiento que no puede ser encarcelado.
Imágenes y Símbolos Recurrentes
La poesía de Miguel Hernández es rica en símbolos de vida, amor y muerte. En Perito en lunas (1933), el toro simboliza sacrificio y muerte, y la palmera se compara con un chorro. En El Rayo que no cesa (1936), el amor insatisfecho y trágico se representa con el rayo (fuego y quemazón, deseo hiriente), ‘el cuchillo’, ‘la espada’. La sangre es deseo sexual; la camisa, sexo masculino; el limón, sexo femenino: “Me tiraste un limón, y tan amargo”. La frustración amorosa se simboliza en la pena, resumida en “Como el toro he nacido para el luto”. Símbolos de heridas de amor y muerte: ‘la espada’, ‘la cornada’, ‘los cuernos’, ‘los puñales’, ‘este rayo que no cesa’, ‘el carnívoro cuchillo’. También hay amistad y muerte en la “Elegía a Ramón Sijé”, y vasallaje amoroso en “Me llamo barro aunque Miguel me llame”. En Viento del pueblo (1937), la poesía es arma de lucha. El viento es la voz del pueblo. El buey simboliza la cobardía y resignación, el león la rebeldía. En El hombre acecha, la tierra simboliza España. La contraposición entre ricos y pobres se ve en “Las manos”. La maternidad de la amada cobra importancia. La garra simboliza fiereza, y la fiera la animalización del hombre por la guerra. Las dos Españas se enfrentan en “El hambre”. En “El tren de los heridos”, la muerte es un tren. El amor a la patria se muestra en “Madre España”. El poemario cierra con “Canción última”, homenaje a Quevedo. Cancionero y Romancero de ausencias inicia con elegías a su hijo. La esperanza renace con un nuevo hijo en “Nanas de la cebolla”. El amor a su esposa y la risa de su hijo (sus alas) son su libertad.