Vicente Salvá (1786-1849): Innovación y Legado de su Gramática Castellana

La Gramática de Vicente Salvá (1786-1849): Un Legado Lingüístico

La gramática de Salvá, titulada Gramática de la lengua castellana según ahora se habla, fue publicada en París en 1830 debido a su exilio por ser liberal. Esta obra, ya finalizada en Londres, evolucionó a lo largo del tiempo gracias a su labor como librero, que le permitía reeditarla y revisarla. Las ediciones supervisadas por él fueron las de 1830, 1835, 1837, 1839, 1840, 1844, 1846 y 1847.

Innovación en la Investigación Lingüística

La Gramática de Salvá introdujo en la investigación lingüística hispánica la observación y la descripción minuciosa del uso lingüístico de las personas «doctas». Para Salvá, el estado presente del idioma era fundamental y decisivo. Por ello, su gramática es considerada la primera gran obra dedicada a la descripción sincrónica de la lengua española, es decir, una gramática descriptiva. En el Prólogo, Salvá traza un panorama del pensamiento gramatical español hasta la fecha de su redacción. El carácter descriptivo de la gramática se centra tanto en la lengua escrita como en el uso oral. Además, las descripciones y reglas gramaticales deben basarse necesariamente en el uso de las personas cultas, como explica Salvá en el Prólogo.

El Método de Salvá: Inducción y Uso

Según Lliteras, Salvá no se basa en la autoridad ni en la antigüedad como fuente de conocimiento gramatical, ni tampoco en la razón. Las teorías racionalistas y especulativas del lenguaje le sirven para precisar la naturaleza y el método de la gramática particular, en oposición a la gramática general. Considera que la gramática general tiene por objeto describir cómo se han formado las lenguas y sentar principios intemporales de validez universal, siguiendo un método esencialmente deductivo. Sin embargo, el gramático debe conocer estas reglas sistemáticas de la ideología y está obligado a verificar y comprobar los preceptos con el uso. El método inductivo es, por tanto, el más adecuado para describir una lengua en particular: el gramático parte de fenómenos contrastables (uso) y de ellos extrae las reglas que permiten explicarlos. Las reglas gramaticales han de adecuarse a la evolución que experimenta el uso a través del tiempo. Salvá expone con claridad la teoría de la mutabilidad de las lenguas, justificando los cambios del idioma sobre todo por razones extralingüísticas. En consecuencia, el modelo de lengua que la Gramática de Salvá describe y regula solo puede ser el del «estado presente del idioma». En suma, los conceptos fundamentales en los que Salvá apoya la disciplina resultan innovadores, no solo por el método que utiliza para describir el uso actual del idioma. Salvá parece ser el primer gramático español que lleva constantemente a la práctica el método inductivo.

Estructura de la Gramática

Salvá adopta deliberadamente un criterio más conservador en la división de la disciplina, dividiendo la Gramática en las cuatro partes tradicionales: analogía o Etimología, Sintaxis, Ortografía y Prosodia. A la manera del Brocense, distingue tres partes de la oración.

La Sintaxis según Salvá

La Sintaxis se ocupa, en primer lugar, de descubrir las relaciones que guardan entre sí las palabras para formar una oración o para expresar un pensamiento. Estas relaciones se reducen a dos tipos: las de dependencia (régimen) y las de correspondencia (concordancia). La Sintaxis atiende al orden o colocación de cada una de las partes del discurso. Las reglas del régimen, de la concordancia y de la colocación constituyen, por tanto, la aportación de la Sintaxis al conjunto ordenado de reglas que el gramático se propone reunir. Distingue en la práctica los límites que separan la descripción de una lengua en particular de lo que pertenece al estilo y a la comprensión de los autores. Se propone demostrar que las figuras son causas que explican el comportamiento regular de las construcciones usuales, tal como había ilustrado el Brocense. Finalmente, la transposición o inversión ni siquiera desempeña en español esta función explicativa, desde el momento en que se rechaza la distinción entre orden directo y orden inverso, es decir, la división de la Sintaxis en natural y figurada. Es posible que tales innovaciones hayan sido, en parte, sugeridas por la lectura de los Principios de Gramática general de Hermosilla, que también partía de postulados racionalistas.

Influencias y Cambios en las Ediciones

Acaso por sugerencias de Hermosilla, Salvá introduce, a partir de la segunda edición de su Gramática, en el tratado del verbo, el principio de Port-Royal y la doctrina de Condillac referente a la distinción entre canté y he cantado. Salvá distingue tres únicos tiempos «naturales» o absolutos: el presente, el pretérito y el futuro, y parece referirse a los tiempos relativos de la gramática racionalista. A diferencia de Port-Royal, Salvá excluye de la conjunción los tiempos compuestos con haber y participio, a lo que dedica atención aparte. Distingue, pues, dichas formas según sea o no pasado el periodo de tiempo dentro del cual ocurre la acción del verbo.

No es este el único caso en el que Salvá acude a la llamada gramática general y filosófica para reemplazar la doctrina tradicional. El tratamiento de los artículos definido e indefinido experimenta en el texto de 1830 una notable evolución desde un punto de partida tradicional hasta planteamientos logicistas.

Las sucesivas ediciones de la Gramática de Salvá suponen de hecho dos concepciones gramaticales distintas: una en la primera edición de 1830, y otra en las restantes ediciones. Las diferencias afectan principalmente a las fuentes utilizadas y, a partir de ellas, al tratamiento teórico de las cuestiones doctrinales. La tradición impuesta por Nebrija, Correas, Gayoso o las Gramáticas de la Academia, se refleja claramente en la Etimología de Salvá. Los fundamentos teóricos en los que, a partir de la segunda edición, se apoya Salvá para vencer la servidumbre de la tradición, proceden, en gran parte, de los principios sustentados por los gramáticos de Port-Royal y de la doctrina defendida por Du Marsais y Beauzée.

Impacto y Legado

La Gramática de Salvá tuvo un gran éxito de ediciones y también de refundiciones y resúmenes. Fue el modelo de otras gramáticas que se publicaron tanto en España como en Hispanoamérica y preparó el camino intelectual de A. Bello (1771-1865).

También tuvo impugnadores, como Pedro Martínez López, que realizaba impugnaciones a la obra de Salvá.

La obra de Salvá, hasta hace 20 años, se estudiaba menos que la de Bello. El interés resurgió gracias a la tesis de Margarita Literas.

Características Generales de la Gramática de Salvá

  • Es la primera gramática sincrónica del español.
  • Es una gramática descriptiva porque intenta basarse en ejemplos actuales, según «ahora» se habla.
  • La finalidad es ordenar las reglas del uso culto contemporáneo.
  • El método que utiliza es de tipo empírico-deductivo. Hay reglas que deben reflejar el uso correcto y deben ser contrastadas con el corpus de autoridades contemporáneas.

Salvá elabora una gramática que se ajusta a una línea más tradicional; por ejemplo, admite que en el nombre hay casos, algo que será una constante durante muchos siglos. El número lo utiliza como criterio para la declinación, ya que no existe y él lo sabe. En un primer momento, divide la gramática en cuatro tratados, y también, la división del pronombre y el artículo son las categorías que más problemas les dan a los gramáticos porque se alejan de los latinos.

Ciertas ideas innovadoras son el rechazo a la división entre sintaxis natural y figurada, además de la descripción de los sonidos de la lengua en la Etimología, en ella incluye las pronunciaciones que normalmente estaban en la ortografía. Esto lo hace así porque la ortografía era la que estudiaba las letras y no el sonido, entonces, ¿quién lo estudia? Lo pone en la etimología porque quería que estuviera antes que la ortografía.

Hay innovaciones a partir de la segunda edición (1835). La influencia de las ideas de la gramática filosófica francesa y la gramática general, aunque aplica algunas ideas se sigue basando en el método inductivo, ya que hay que observar el uso y este nos dirá la regla, y no al revés. Hay un cambio en la denominación que pasa de Etimología a Analogía, ya que esta última permite describir las variaciones semánticas y funcionales, frente a las puramente formales. Supone un cambio de perspectiva este cambio. A partir de 1835 él tiene una concepción de tipo racionalista, según la cual la oración tiene tres partes, de ahí que considera que artículo y pronombre se traten de una manera fluctuante. Él los considera como partes independientes, y no como parte del nombre.

Dice que el artículo es una palabra corta, es decir, una partícula. Palabra corta es la forma más castellanizada de partícula. La función que tiene es la de determinar el nombre. Hasta ahora lo habitual era que el artículo mostraba el nombre, mientras que ahora nos señala al individuo y señala el género y el número, pero de manera secundaria. Diferencia al Indefinido, que indica en general alguna especia, y Definido, con el que se singulariza un objeto determinado.

El artículo es un determinante que determina al objeto. El artículo el es femenino ya que viene de ILLA, aunque a partir de Nebrija se considera que es un masculino. Salvá dice en su gramática que históricamente es un femenino y da unas pautas para saber cuándo hay que poner el o la delante de los sustantivos que empiezan por «a». Cuando es acentuada la palabra que empieza por a se pone el, como el agua.

El artículo y el pronombre considera que son lo mismo. Es igual decir El niño entra que Él entra, porque es lo mismo. Esto lo podemos encontrar también en el Diccionario de Autoridades y en otros muchos autores. En latín no hay artículo, los artículos españoles vienen de los demostrativos. El hecho de que compartan el mismo origen etimológico y hechos funcionales, los gramáticos no saben cómo enfrentarse a este problema.

Los únicos que entran dentro de la definición de pronombre son los personales, que siempre tienen una función y sustituyen al nombre; los demás no. De ahí que solo respondan a Yo, Tú y Él.

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