DON JUAN MANUEL
Don Juan Manuel (Escalona, Toledo, 1282 – Córdoba, 1348) era sobrino del rey Alfonso X el Sabio y perteneció a la alta nobleza; participó en las intrigas cortesanas contra Alfonso XI, aunque acabó por reconciliarse con él. Fue, de este modo, uno de los primeros caballeros en compaginar la carrera de las armas con la labor de escritor. Su fuerte personalidad se manifiesta en su obra, teñida de intención moral y didáctica, bien porque suele elegir los temas que interesaban a los nobles de su tiempo, o bien porque aporta abundantes datos autobiográficos en sus libros. Su condición de noble le hace mostrar cierto desprecio hacia la cultura clerical en latín, por ello predominan las fuentes orientales en su obra. Como los demás autores medievales, no siente la necesidad de ser original, pero sí maneja sus fuentes con libertad. Por primera vez, un escritor se afana por conseguir un estilo propio, que él define como claro y conciso; sin embargo en su afán por ser comprendido, puede resultar repetitivo en algunos pasajes. Fue el primer escritor que mostró una clara conciencia artística del lenguaje; se preocupó de que sus libros pudieran transmitirse sin errores, por lo que criticó la labor de algunos “tradutores” que podían desviar la intención del autor al reproducir un texto. Además de su obra más conocida, El conde Lucanor, escribió otros libros: Libro del caballero y del escudero, narra cómo un anciano caballero instruye a un joven escudero acerca de la orden de caballería, y el Libro de los estados, una pormenorizada descripción de la rígida sociedad estamental del siglo XIV.
El conde Lucanor:
Esta obra fue escrita hacia 1335 y se conoce también con el título Libro de Patronio. Se inscribe en la tradición que combina entretenimiento y enseñanza. Está formada por 51 “ejemplos” o cuentos, que se completan con un conjunto de proverbios y un tratado sobre la salvación del alma. Cada uno ofrece modelos y pautas de comportamiento que permiten acrecentar la reputación moral de la persona o mejorar su patrimonio.Los cuentos tratan cuestiones muy variadas: cómo se puede distinguir a los falsos amigos, cómo elegir a los consejeros o a la mujer, cómo acrecentar las posesiones o vencer a los enemigos, la lealtad, alianzas y traiciones, las malas consecuencias de la ira, la conveniencia de ser astuto y prudente, etc. A pesar de esta diversidad temática, en todos subyace una preocupación común: cómo mantener y acrecentar la honra o prestigio, la hacienda o propiedades y el estado o posición social.En todos los cuentos se repite la estructura: Lucanor plantea un problema a su sirviente, Patronio y este, en vez de darle un consejo directo, le relata una historia; terminada la narración, Patronio extrae el consejo que conviene; después se dice que el conde aplica el consejo y tiene éxito. Para terminar, don Juan Manuel, el propio autor, decide incluir el cuento en su libro y lo termina con una moraleja escrita en forma de pareado.Sus fuentes son extraordinariamente variadas: cuentos orientales, fuentes cristianas, fábulas griegas, libros latinos, árabes e incluso anécdotas de su tiempo.Los cuentos de don Juan Manuel han sido recreados por otros autores en numerosas ocasiones (Shakespeare y Alejandro Casona, toman como referencia “De lo que aconteció a un mancebo que se casó con una mujer muy fuerte y muy brava”, para La fierecilla domada y Retablo jovial, respectivamente; Cervantes escribe El retablo de las maravillas, a partir del ejemplo “De lo que aconteció al rey con los burladores que hicieron el paño”).La Celestina
Si hablamos de teatro medieval, aunque nos situemos en el siglo XV, por ser cronológicamente este el momento en que definitivamente se cierra la Edad Media, debemos tener en cuenta la pieza más importante de la centuria y una de las obras maestras de la literatura en lengua española. También conocida como la Comedia o Tragicomedia de Calisto y Melibea es, para muchos, la obra de la literatura española más importante después del Quijote y una aportación decisiva al desarrollo del realismo literario. La Celestina es una obra de encrucijada. En ella se encuentran reunidos el idealismo amoroso procedente del mundo cortesano medieval y el ambiente burgués de las ciudades de la época, los personajes de cuna elevada y un universo de criados, el estilo latinizante y retórico y las expresiones más coloquiales. Es la manifestación más palmaria de la crisis del pensamiento medieval y del nacimiento de unas nuevas formas de sentir y de actuar que anuncian el Renacimiento. La autoría de La Celestina ha sido objeto de polémica. En la dedicatoria que precede a la obra, el bachiller Fernando de Rojas afirma que encontró el primer acto escrito y decidió continuar la obra, que terminó en quince días de vacaciones. El autor de este primer acto permanece desconocido. De Fernando de Rojas (1475-1541) sabemos que nació en Puebla de Montalbán (Toledo), era judío converso, condición que nunca ocultó, y estudió Leyes en Salamanca; murió en Talavera de la Reina (Toledo), ciudad en la que vivió y ejerció su profesión. Se casó con Leonor Álvarez, tuvo cuatro hijos y dos hijas con ella; fue alcalde de Talavera de la Reina. Tuvo una sólida formación humanística, según se desprende de su biblioteca que albergaba libros españoles y latinos -entre sus últimas adquisiciones estaban las obras en latín de Francesco Petrarca. El propio Rojas nos da información sobre su identidad en los versos acrósticos previos a la obra y comenta el origen de su trabajo en los preliminares que expresa en la “Carta del autor a un su amigo”. Él mismo aventura dos posibles nombres para el autor del primer acto: Juan de Mena o Rodrigo Cota, nunca confirmados por la crítica. Fueron varias las ediciones que se conocieron: la primera edición conservada apareció en 1499, en Burgos, en la imprenta de Fadrique de Basilea, como obra anónima, sin título y con 16 actos, cada uno de los cuales iba precedido por un “argumento” o resumen. Pronto aparecieron otras dos ediciones (Toledo, 1500 y Sevilla, 1501), ya con el título Comedia de Calisto y Melibea. En ellas se añade la carta a un amigo, en la cual se dice que el primer acto había sido escrito por alguien desconocido; así como unos versos escritos por Alonso de Proaza, donde se explica que el nombre del autor aparece en los versos acrósticos.Además, aparece en esas ediciones por primera vez el nombre de Fernando de Rojas como autor.En La Celestina aparecen los tres grandes temas del ocaso de la Edad Media: el amor, la fortuna y la muerte;La perspectiva desde la que se toman desborda los estereotipos medievales y anticipa el individualismo característico del Renacimiento. El amor.
Calisto que intenta ser el amante perfecto según había quedado fijado en las reglas del amor cortés, se comporta como un joven irreflexivo y egoísta que, con el pretexto de servir y homenajear a Melibea, pretende satisfacer su deseo. Melibea, por su parte, no es la dama de la poesía cancioneril o de los libros sentimentales, toma parte activa en todo el proceso y no se arrepiente de sus actos. Las parejas de criados ponen el contrapunto a la relación de los protagonistas: mediante ellas ser representa el mundo de las clases bajas, en el que el apetito sexual queda al descubierto. La fortuna y la muerte.
Los sucesos son gobernados por la Fortuna, que al final conducirá a la muerte a la mayoría de los personajes. Pero no se trata de un azar caprichoso, sino que todas las acciones aparecen encadenadas del modo más verosímil: Celestina muere presa de su avaricia; Sempronio y Pármeno pagan el crimen cometido; Calisto es víctima de su atolodramiento y Melibea se muestra consecuente hasta el final en una conducta que la había situado al margen de las normas sociales de la época. La cuidadosa motivación de los hechos, ligados mediante relaciones causales, hacer aparecer las muertes como inevitables, creando así el ambiente propio de la tragedia. La ambientación de la trama transcurre en una ciudad inominada y difícilmente reconocible; parece haber una mezcla de ciudades en una sola. El ambiente social en que se desenvuelven los distintos estamentos queda nítidamente reflejado, algo novedoso, ya que los personajes “bajos” nunca antes habían adquirido tanta relevancia. Por otro lado, aparece el noble mundo cerrado de Melibea, sometida al autoritarismo y al código de honor de sus padres. Por otro, el mundo sin normas morales de los criados y Celestina, que actúan por puro egoísmo. Pero en todos los personajes destaca su fuerte individualismo. No hay valores espirituales ni morales supremos: Calisto y Melibea buscan, al igual que Celestina y los criados su propio placer y beneficio. La importancia que adquiere el dinero en las motivaciones de los personajes es otro factor social propio de una sociedad moderna, que mira hacia el disfrute de todos los valores mundanos (al dinero se unen el hedonismo y el erotismo).