SI DE LAS NIÑAS
1. CONTEXTO HISTÓRICO-LITERARIO
La obra se estrenó con gran éxito en 1806, aunque ya estaba escrita en 1801. Es una obra de madurez en la producción del autor y de una gran claridad y equilibrio, dado que la intriga es simple y las reflexiones morales de los personajes no interrumpen su desarrollo. El género teatral de la obra es la comedía neoclásica caracterizada por reflejar conflictos domésticos de la clase media, manteniendo la verosimilitud realista y subrayando, en el desenlace sobre todo, la utilidad moral y la crítica de determinadas costumbres sociales. El tema es plenamente Ilustrado y ya había sido tratado por su autor en piezas anteriores: crítica a la educación autoritaria que atenta contra la libertad individual de los jóvenes y provoca la infelicidad con matrimonios de interés. La condena en esta comedia es más categórica y comprometida que en otras, pero está atemperada con la presencia de un cierto sentimentalismo en el desenlace sin caer en lo melodramático romántico. Los personajes son pocos y están bien conjuntados y caracterizados. Doria Irene es el único personaje ridículo de la obra; frente a ella se sitúa don Diego, hombre recto y comprensivo, vive la contradicción entre su urgencia afectiva y el dominio de la razón y el sentido común, que acaban triunfando; es el verdadero protagonista de la obra. Francisca es una joven honesta, algo gazmoña pero
sinceramente enamorada como se muestra ya en el acto II. Don Carlos está lejos del galán barroco, temerario y dispuesto a enfrentarse con las convenciones sociales: su valentía se mueve en el marco de la legalidad y las buenas costumbres, además de un respeto filial hacia don Diego. Los criados actúan de confidentes: Simón, el respetuoso criado de don Diego, aporta el sentido común; Rita, casi amiga de Paquita aunque guardando las distancias; Calamocha, heredero del «gracioso» barroco. Todos los personajes se relacionan por armonía de sentimientos o contrastes morales (don Diego y doña Irene) de un modo magistral, como si formaran parte de una orquesta de cámara. En cuanto al estilo, se destaca el diálogo vivo y directo en una prosa natural y adecuada a la psicología de cada personaje. Según Ruiz Ramón, se da una «adecuación entre palabra y carácter, palabra y situación». En este sentido, se trata de una prosa totalmente moderna con dominio de lo coloquial. La estructura de la comedia responde a los criterios neoclásicos: respeto a la regla de las tres unidades: lugar (posada alcalaína), tiempo (desde el atardecer al amanecer del día siguiente) y acción (solo la principal sin subtramas secundarias).
2. ASPECTOS QUE MÁS PUEDEN LLAMAR LA ATENCIÓN
A modo de simples sugerencias, teniendo en cuenta que esta parte de la respuesta debe tener un cariz personal, sobre todo en su redacción, pueden destacarse estos aspectos:
— El acierto en el tratamiento de la psicología de los personajes: cómo, por ejemplo, se muestran con naturalidad los diversos caracteres, con perfecta veracidad los conflictos entre ellos y de modo gradual y convincente la evolución de sus emociones, sobre todo en don Diego.
— En cuanto a los temas centrales, los matrimonios desiguales y forzados; y la educación autoritaria y sexista, es enorme la distancia que nos separa en la sociedad actual de esas circunstancias, pero la defensa del diálogo abierto, de la sinceridad, que supera disimulos y falsedades, de la razón sobre el egoísmo estrecho y de la igualdad de la mujer (hay quien la considera un hito en el feminismo español) son valores que están en la obra y son de vigencia indudable. En el aspecto más estrictamente literario, es destacable la sencillez de la obra, perfectamente comprensible en todos sus elementos; pero no es una obra simplista y plana: los simbolismos de la luz del amanecer, del tordo y la jaula, la graduación de la mínima intriga, las escenas de humor enriquecen de modo notable la comedia.
LA BUSCA
La Busca (1904) es la primera de las tres novelas de Baroja que componen la trilogía La lucha por la vida. El autor y la obra se enmarcan dentro de la llamada Generación del 98, que toma el nombre del gran fiasco económico y político que fue del todo patente tras la pérdida de las últimas colonias españolas. Al sentimiento general de decepción, le sigue un período regeneracionista: los noventayochistas se concienciaron de la crisis moral, ideológica, política y social. El tema de la obra es cómo un entorno viciado empuja al individuo al deterioro moral. Se narra la historia de Manuel, que debe sobrevivir y, por tanto, se ve forzado a adaptarse a la vida en las calles. Todo parece empujarle a la golfería junto a su primo Vidal y el Bizco. Al final de la novela, Manuel tiene que elegir entre dos tipos de vida: la de los vagabundos y maleantes, o la de los trabajadores; la del placer, el vicio y la
noche frente al trabajo, la fatiga y el sol. Parece que se decanta por la vida trabajadora y honrada, pero el final queda abierto, ya que no sabemos cómo actuará finalmente Manuel.
Los personajes son descritos también duramente. Tanto las descripciones de ambientes como de personajes transmiten frialdad y objetivad. Un tópico referido a la personalidad de Baroja era afirmar la poca sensibilidad del autor, aunque se sabe que eso no era del todo cierto. Esa dureza compenetra perfectamente con la violencia de muchos de los hechos que se relatan (asesinatos, violaciones, palizas, abusos, borracheras, robos). Manuel, el protagonista, es un espejo de la personalidad de Baroja (se deja llevar por las circunstancias, no encuentra su sitio), Manuel está durante toda la novela en estado permanente de desamparo. Roberto Hasting, el estudiante que consigue un trabajo en un periódico, es el soñador que tiene una ambición, cobrar una herencia, que le parece inútil a Manuel, casi algo fantástico e imposible. Vidal es un randa caradura (listo, despierto, no está en la situación de vagabundeo por necesidad, sino por pereza). El Bizco es el bruto innato… Frente a casi todos los personajes, hay tres personas que son presentadas con cierta humanidad y sentimentalismo: la Petra, la
madre de Manuel (la escena de la muerte de la madre transmite una soledad que hace que el lector empatice con Manuel y le compadezca); el hornero Karl Schreider, que parece ser el único amigo verdadero de Manuel, junto con Leandro, lo único que esa amistad dura unos pocos meses; y el señor Custodio, el último jefe de Manuel, el trapero, trabajador y moralmente estricto, es fundamental para Manuel, pues como a otros trastos de la calle, lo recoge y lo “regenera”. Le da una nueva vida y una nueva oportunidad. Al final de la novela Manuel encuentra en sí mismo un fondo moral que le hace apartarse del Bizco. No sabe cómo luchar en la vida, pero decide luchar.
El estilo de Baroja es directo, de párrafo corto y diálogo rápido, fluido y preciso. Es una prosa natural y viva, Baroja escribía de una manera improvisada. Contribuye a ello el asíndeton, la falta de conjunciones. La estructura narrativa es caótica, en el sentido de que cada capítulo parece independiente. Cada capítulo parece darnos una lección de sordidez. Son apuntes para criticar los males de la clase baja madrileña. Por
ello, la novela carece de la típica estructura de exposición, nudo y desenlace, aunque sí tiene unidad temática y estilística, esa unidad la da la recreación de los ambientes de pobreza y sordidez. También hay que tener en cuenta que La Busca se empezó a publicar por entregas en una revista de gente joven. En la novela se refleja el habla madrileña, que contribuye a ese realismo (cada personaje habla según su procedencia social y educación) y encaja con ese gusto por palabras de la tierra que tenían los de la Generación del 98 (chusco, zascandil, cubil, ahuecar el ala…). Utiliza vulgarismos fonéticos (novedá, robao, esperaisos, chalá…),
locuciones populares, usos de los tiempos verbales incorrectos, son solecismos que dan mayor autenticidad a la novela. Todos estos rasgos contribuyen al valor documental de la novela, ya que La Busca se puede considerar como un documento del mundo suburbano del Madrid finisecular, de las gentes humildes de los bajos fondos. Es la novela de los golfos, vagabundos, descuideros y prostitutas que sobreviven como pueden. Pío Baroja nos muestra la degradación del hombre por la miseria.
LA FUNDACION
4. TEMÁTICA Y ENFOQUE
La búsqueda de la libertad y de la verdad son constantes en sus obras y más en La Fundación, pues son presos políticos condenados a muerte. En sus primeras obras el enfoque era más bien existencial (como ocurría en poesía y novela), aunque en contextos concretos; después acentúa el enfoque social y, hasta donde era posible, político: denuncia de la tortura, del poder represivo, de la falta de libertad, de la falsedad. Pero ambos enfoques están entretejidos en otro más amplio que los incluye: un enfoque ético. La lucha es necesaria y positiva, pero plantea problemas morales: el ser humano es siempre responsable de sus actos; en Buero no es esclavo de un destino que lo domina inexorablemente. En esa lucha se plantean dudas graves. Como dice Asel a Tomás:”Duda cuanto quieras pero no dejes de actuar.” La acción es necesaria, e inevitable una cierta violencia, pero en la obra también aparece el problema de distinguir entre violencia y crueldad, como puede verse en las distintas posturas de algunos personajes al respecto.
5. TIEMPO Y ESPACIO
La obra se sitúa, según frase debajo del Reparto, “en un país desconocido”; tampoco el tiempo está concretado. Esa indeterminación persigue que la obra gane en vigencia y universalidad al margen de circunstancias concretas de países y épocas. Además, está el momento histórico en que la obra se estrena,1974, en la fase final del franquismo, con la pena de muerte vigente (hubo cinco fusilamientos en 1975), las cárceles con presos políticos y falta de libertad generalizada. Los espectadores en su estreno no podían dejar de relacionar la ficción con la propia realidad de la España del momento.
6. PERSONAJES
Los personajes están identificados con una personalidad definida y cambiante y valores simbólicos. Pero es Tomás el que lleva el peso de la obra, por eso es significativo que nunca abandona la escena y es su proceso de desalucinación el eje del drama. Es el personaje más logrado, sobre él giran los demás personajes. Además destaca Asel, el más veterano y experto, aun con sus dudas y su momento de debilidad en el pasado; al final destaca su sacrificio ejemplar. Tulio, el más implacable al principio, es después capaz de flexibilizarse; incluso pide a Asel que le deje “soñar un poco”. Max representa el inevitable caso de delator; frente a él, Lino, el más vengativo al final. Berta es el único personaje femenino en la obra; más bien parece fruto de la imaginación de Tomás, una especie de Dulcinea de un trastornado; es la primera que manifiesta su aborrecimiento por la Fundación, tal vez como primera grieta en el falso mundo idílico fraguado por Tomás.
7. ESTRUCTURA
La obra es una “fábula en dos partes”, como la subtitula el autor. Cada parte está subdividida en dos secuencias de parecida extensión. La Primera se desarrolla en el mundo inventado por Tomás, aunque con signos crecientes de descomposición. En la Segunda se acelera el proceso de recuperación de la verdad (es decir, de la fundación a la cárcel) hasta la aceptación (“curación”) total de Tomás, y los actos violentos que se desencadenan el final.