Trayectoria poética y vital de Miguel Hernández: Evolución de su poesía

CUESTIÓN 1. TRAYECTORIA POÉTICA Y VITAL. EVOLUCIÓN DE LA POESÍA DE MIGUEL HERNÁNDEZ

La evolución literaria de Hernández experimenta un proceso de interiorización de la realidad y del sentimiento humano en cuatro etapas características.

Etapa oriolana (1910-1934)

Comienza publicando poemas en la prensa local donde describe la naturaleza de la huerta oriolana. A los veintiún años, emprende un viaje a Madrid (1931-1932) para vivir su sueño de escritor. La aventura dura apenas seis meses. Durante su tiempo en la capital, vive el homenaje a Góngora (1927), gran poeta cordobés, en quien se inspira para confeccionar su primer poemario publicado: Perito en Lunas (poemario muy gongorino por la acumulación de metáforas culteranas y la alteración del orden lógico de la oración en sus 42 octavas reales; la forma lunar sirve para retratar seres y objetos como el toro, la palmera y la granada). El libro no tiene mucho éxito, lo que le lleva a Miguel a volver a Orihuela. Redacta su primera pieza para el teatro: el auto sacramental Quien te ha visto y quien te ve y sombra de lo que eras, fruto de la influencia católica que recibe de su entorno oriolano, especialmente de sus mentores: Sijé y Luis Almarcha. Por esta época, Ramón Sijé, compañero de colegio de Hernández, funda la revista ultracatólica El gallo crisis, en la que colabora Miguel Hernández.

Etapa amorosa-existencial (1934-1936)

Miguel se enamora de una modista, Josefina Manresa, con la que comienza una relación. En 1935 fija su residencia en Madrid por el deseo de estar cerca de la multitud artística. En 1935, fecha clave de su crisis ideológica y estética, sus nuevos amigos de Madrid (Neruda, Aleixandre) contrastan con sus guías oriolanos (Almarcha y Sijé). Hernández intenta llevar la cultura a las zonas más reprimidas del país, abandonando sus creencias religiosas y luchando por los derechos del pueblo. Esto hace que rompa su amistad con Sijé. Durante este tiempo, escribe dos dramas rurales: Los hijos de la piedra y El labrador de más aire, interpretadas como teatro social y revolucionario. La agitada vida social, cultural y, sobre todo, su relación con la pintora Maruja Mallo, conducen a que también rompa las relaciones con Josefina. La libertad de la pintora gallega hace que se enamore locamente de ella; Maruja Mallo le corresponde con pasión. Después reanuda sus relaciones con Josefina, pero entre una y otra, Miguel había fijado su atención en la poetisa de la Unión, María Cegarra. La temática ahora es amorosa y se aventura en dos proyectos de poemarios: Silbo vulnerado e Imagen de tu huella, este último inacabado. Ambas iniciativas literarias sirven de banco de pruebas para su primer éxito: los poemas y sonetos amorosos de El rayo que no cesa, con los que marca un hito en la lírica española. En todos los poemas amorosos del libro domina el sentimiento de amante frustrado. El tema de El rayo que no cesa gira en torno a la insatisfacción profunda de la inaccesibilidad de la amada, por no poder gozar carnalmente de su amor (Josefina lo rechaza en sus querencias carnales, como se ve reflejado en el verso: «Te me mueres de casta y de sencilla (…)», Maruja Mallo, que le rechaza después de su aventura, y un amor platónico no correspondido, el de la escritora María Cegarra). Ya acabado El rayo que no cesa, Hernández recibe la noticia de la muerte de Sijé. Al poeta le da tiempo a incluir en el poemario la famosa Elegía a su amigo, culmen de su producción lírica: «Yo quiero ser llorando el hortelano / de la tierra que ocupas y estercolas, / compañero del alma, tan temprano (…)». En 1935 consigue un oficio: trabajar en la enciclopedia taurina, en Madrid.

Etapa bélica (1936-1938)

En el verano de 1936 se afilia al Partido Comunista y se alista como voluntario en el Quinto Regimiento del bando republicano. Pasa de ser el pastor-poeta, casi anónimo, a ser considerado el poeta del pueblo, aclamado. En 1937 publica Viento del pueblo, libro que dedica a Aleixandre con las siguientes palabras: «Los poetas somos viento del pueblo, nacemos para pasar soplados a través de sus poros y conducir sus ojos y sentimientos hacia las cumbres más hermosas». Su poesía se hace bélica y se convierte en un arma de lucha. Miguel Hernández aclara su estilo y su lenguaje y recurre al romance y al octosílabo. En marzo de 1937 Miguel y Josefina contraen matrimonio. Fijan su residencia en Cox, pero han de marchar de inmediato al frente de Jaén, donde ha sido destinado Miguel. Tienen un hijo que muere antes del año de edad y, a los 3 meses de morir este, nace su segundo hijo. Los poemas de Viento del pueblo muestran confianza en que la lucha del pueblo servirá para acabar con las injusticias sociales y traerá un futuro de esperanza para su hijo. Algunos de los poemas más aclamados son «Aceituneros» y «El niño yuntero». También escribe por esa época el poemario El hombre acecha.

Etapa carcelaria (1939-1941)

Finalizada la guerra, con apenas veintiocho años, es trasladado a varias prisiones y comienza su «turismo carcelario» por la Península. Por último, pide el traslado a Alicante para que le traten en el hospital de tuberculosis, pero le exigen abandonar sus ideales, y éste se niega. Hernández fue confeccionando una especie de diario poético íntimo de breves canciones y romances en escuetos versos: Cancionero y romancero de ausencias. En este poemario, que dejó inacabado, cuenta sus últimas experiencias: el nacimiento y la prematura muerte de su primer hijo, la ausencia de su esposa y de su segundo hijo, y la privación de libertad que le ha traído el encarcelamiento. Por la brevedad y la sencillez de los poemas y por su estructura paralerística, es un poemario que revitaliza la lírica tradicional castellana. No obstante, debido al carácter autobiográfico y al sufrimiento íntimo que vierte Miguel Hernández en los versos, no es este un libro que pueda llamarse popular, sino que pretende ser expresión de su dolencia personal. A este poemario pertenecen poemas tan aclamados como las «Nanas de la cebolla».

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