Siglo XX hasta 1939
Desde 1898 hasta 1914 aproximadamente, el Modernismo y la Generación del 98, corrientes inconformistas, reflejan la crisis de la conciencia burguesa y se oponen al Realismo del siglo XIX.
Desde 1914, el Novecentismo o Generación del 14, movimiento cultural de intelectuales universitarios, se opone a todas las anteriores tendencias y propugna un arte deshumanizado. Alrededor de los años veinte, las Vanguardias, movimientos efímeros y rompedores, introducen curiosas experimentaciones en la novela. A partir de los años treinta, la narrativa inicia un camino de rehumanización que culminará en la novela social de los años 50.
La prosa de principios de siglo: La Generación del 98
La estética realista penetra hasta los primeros años del siglo XX con autores como B. Pérez Galdós o V. Blasco Ibáñez. Pero muy pronto esta prosa realista se sustituye por una prosa impresionista de la mano de autores noventayochistas y modernistas. En 1902 se publican cuatro obras que rompen con el Realismo anterior:
- La voluntad, de Azorín
- Camino de perfección, de Pío Baroja
- Amor y pedagogía, de Miguel de Unamuno
- Sonata de otoño, de Valle-Inclán
¿Qué innovaciones presentan estas obras?
- La historia pierde importancia: es más importante cómo se cuenta.
- La historia se centra en el mundo interior del protagonista.
- La narración se fragmenta en estampas con elipsis y saltos temporales.
- Es muy importante el diálogo de los personajes; de esa manera, el narrador pierde importancia.
Este momento supone el inicio de un giro en la narrativa española que continuará con la publicación de numerosas obras de los principales novelistas de este grupo (Pío Baroja, Ramón del Valle-Inclán, Miguel de Unamuno, José Martínez Ruiz «Azorín» y Ángel Ganivet), durante las tres primeras décadas del siglo XX, es decir, hasta el comienzo de la Guerra Civil.
La novela es el género más importante de cuantos cultivaron los miembros de la Generación del 98 citados, quienes ejercieron una especie de magisterio sobre los autores más jóvenes que se iniciaban en la narrativa.
Los temas que prefieren son España, las causas de la decadencia, la historia, los pueblos, las gentes… además de la reflexión sobre el hombre y su destino, la angustia vital, tomada de filósofos como Schopenhauer y Kierkegaard. Estos autores no se preocupan por la Historia de los grandes personajes, sino por lo que Unamuno denominó la intrahistoria, es decir, «la vida callada de miles de hombres sin historia». Otro elemento fundamental en las novelas de la Generación del 98 es la descripción del paisaje (centrado en Castilla) como reflejo de un estado de ánimo determinado.
En cuanto a la forma, cuidan el estilo, usan un lenguaje sencillo, antirretórico, por su voluntad de ir directamente a las ideas. También les gusta utilizar palabras tradicionales, típicas de una determinada localidad.
PÍO BAROJA concibe la novela como un género en el que cabe todo, desde la reflexión filosófica o psicológica a la aventura, la crítica o el humor. Sus novelas carecen de plan previo, para parecerse a la vida, de capítulos breves y párrafos cortos. El narrador es subjetivo, pues comenta lo que va narrando. Sus protagonistas son seres inadaptados que suelen fracasar en la vida. Además de los protagonistas, Baroja incluye gran cantidad de personajes que luego desaparecen sin dejar rastro. Concede gran importancia al diálogo y a la descripción.
En una primera etapa (hasta 1912), caracterizada por una gran variedad temática, destacamos:
Camino de perfección, construida en torno a su protagonista, Fernando Osorio, quien buscando un sentido a su vida huye de Madrid e inicia su «camino de perfección» a través del esfuerzo físico. Recorre ciudades y pueblos y, al final, consigue su plenitud vital en tierras levantinas.
La busca refleja la sociedad madrileña de la época: la lucha de los de abajo por subir. Cuenta la historia de Manuel, un personaje zarandeado por la sociedad de los barrios más míseros de Madrid, que cae en la delincuencia. Al final, consigue entrar en la ciudad por el camino del trabajo.
El árbol de la ciencia es una metáfora de la desorientación de la España de la época. Narra la historia de Andrés Hurtado, personaje pesimista y desorientado que fracasa en la vida, hasta su suicidio. En una segunda etapa (desde 1912) Baroja escribe novelas de trasfondo histórico y perspectiva irónica, como Memorias de un hombre de acción, que son 22 novelas históricas cuyo protagonista es Eugenio Avinareta, dinámino personaje del siglo XIX y antepasado del autor. RAMÓN Mª DEL VALLE-INCLÁN, gallego de vida bohemia y excéntrica, famoso también por su extraño aspecto (brazo amputado, largas barbas…), mostró siempre un gran rechazo al Realismo tradicional, lo que manifestó en diferentes estilos: desde la exaltación de la belleza modernista hasta la degradación de la realidad a través de un género creado por él denominado “esperpento”. En ambos estilos se mostró como un maestro así como en la utilización magistral del lenguaje. Las Sonatas (Sonata de primavera, de estío, de otoño y de invierno) son cuatro novelas de original modernismo: en ellas el marqués de Bradomín, un don Juan feo, católico y sentimental cuenta sus hazañas bélicas y amorosas buscando ofender la sensiblidad convencional. La trilogía La Guerra Carlista narra cómo se desarrollaron las sucesivas guerras carlistas que asolaron el norte de España en el siglo XIX. Aún se nota un cierto tono modernista, aunque el lenguaje ha evolucionado y se convierte en más desgarrado. A partir de este punto, la obra de Valle-Inclán se aparta de cualquier influencia literaria o de cualquier corriente estética para convertirse en algo absolutamente personal, definido por él mismo como esperpento (consiste en mostrar la realidad a través de la deformación caricaturesca de la misma). Dentro de la técnica del esperpento, la novela Tirano Banderas es considerada una de las obras maestras de su autor. Trata sobre un dictador hispanoamericano despiadado. En la trilogía El ruedo ibérico aplica la técnica del esperpento al reinado de Isabel II, caracterizado por la corrupción y la injusticia. MIGUEL DE UNAMUNO es uno de los más decididos renovadores de la novela y su intención es hacer de ella un cauce para expresar conflictos íntimos (temas como la personalidad, el instinto, la muerte…). Llamó sus novelas “nivolas” para dar a entender que no son narraciones normales, sino narraciones que plantean como núcleo argumental los conflictos internos de los personajes. Sus novelas tienen carácter más bien ensayístico y dramático. En Amor y pedagogía el protagonista quiere educar científicamente a su hijo, pero crea un ser desgraciado que acaba en el suicidio. Niebla, subtitulada “nivola”, tiene como tema la lucha contra el determinismo, es decir, la idea de que la voluntad humana está sometida a Dios. Por eso, el personaje, Augusto Pérez, se rebela contra su creador, el escritor Unamuno. Es una metanovela (= novela que habla de la novela). Abel Sánchez trata el tema del cainismo; La tía Tula, el tema de la maternidad y S. Manuel bueno, mártir, la pérdida de fe de un párroco de pueblo, que oculta sus dudas a sus fieles para no perturbar su felicidad. JOSÉ MARTÍNEZ RUIZ “AZORÍN” Azorín rompe con la concepción de la novela tradicional porque sus novelas carecen de argumento y son más un pretexto para que el autor describa ambientes y aporte su punto de vista personal sobre el paisaje con un estilo lírico y melancólico. Muestra una visión estática de seres y cosas, un mundo sin cambio, en el que aparece la idea del eterno retorno o hechos repetidos constantemente, y una importante atención a la llamada “microhistoria”, a los sucesos cotidianos y menores que en su repetición indefinida, constituyen la esencia de lo intemporal. Su novela más conocida es La voluntad, novela impresionista que contiene fragmentos de vida, alusiones autobiográficas, documentos, artículos, párrafos de otras obras… En ella asistimos a la progresiva anulación de la voluntad de A. Azorín, su protagonista. Al final, se somete a la voluntad de su mujer y a la rutinaria vida de la ciudad.