Teatro de posguerra
CONTEXTO HISTÓRICO LITERARIO:
De la Guerra Civil surge un nuevo régimen político: el régimen franquista, caracterizado: en política interior por una represión muy fuerte; en política económica por la autarquía y la intervención del Estado e la economía; en política cultural por la depuración de intelectuales y la falta de libertad; y en política exterior por el alineamiento con el fascismo.
En 1943 Franco declara la neutralidad española en la II Guerra Mundial, y en el 46 EEUU, Gran Bretaña y Francia declaran no legítimo al régimen franquista, ratificado por la ONU. Tiene lugar un bloqueo económico. El fracaso de la política económica hace que se impongan cambios significativos que afectarán también a la producción literaria.
Estos 40 años se pueden dividir en dos etapas:
Desde la guerra hasta el año
57: caracterizada por la organización el nuevo Estado, persecuciones depuraciones, etc.
Desde el 56 en adelante: caracterizada por cierta liberalización, una cierta libertad de información. A partir del 75, año en que comienza la democracia, se consolida un nuevo régimen político y tiene lugar la inserción de España en el resto de las democracias europeas.
El panorama teatral de la España de la Inmediata posguerra es bastante pobre. La censura constituyó un obstáculo difícil de saldar.
En las salas comerciales seguía triunfando un teatro de corte tradicionalista y evasionista: la alta comedia o comedia benventina.
A finales de los años 40 empiezan a despuntar ciertas actitudes sociales que se plasman en el teatro realista y existencialista de mediados de los 50.
En la década de los 60 e inicios de los 70 ya se experimentaba con nuevas formas teatrales.
Tras la muerte de Franco, la democracia llega a la escena, y los autores prohibidos o silenciados entran con toda libertad en los teatros.
CarácterÍSTICAS:
DRAMATURGOS EN EL EXILIO:
Acabada la guerra, los dramaturgos de la zona republicana tuvieron que emprender el exilio. Con ellos se llevaron el teatro a Latinoamérica donde continuaron su labor de renovación dramática antes del 36. Éste es el caso de Max Aub. Y Casona.
LA ALTA COMEDIA:
Los representantes de la alta comedia española de estos años continúan en la línea dramática iniciada antes de la guerra. Se escribe un teatro de corte eminentemente burgués que persiste durante largo tiempo y goza de gran éxito de público. Entre las carácterísticas fundamentales de este tipo de teatro destacan:
Concede especial importancia a la obra bien elaborada.
Es un teatro costumbrista, cuyo principal protagonista es la clase burguesa.
Es un teatro de diversión, con grandes dosis de humor.
Junto a las obras de humor de gran éxito, aparecen también dramas de tesis o dramas serios que plantean problemas morales o de conciencia.
Ideológicamente, da primacía a los valores espirituales sobre los morales.
A pesar de la cantidad de obras que se escribieron en este periodo, la carácterística más destacable es su monotonía temática.
Autores:
José María Pemán, Juan Ignacio Luca de Tena, Claudio de la Torre, Joaquín Calvo Sotelo, José López Rubio y Edgar Neville.
EL TEATRO HUMORÍSTICO:
Enrique Jardiel Poncela y Miguel Mihura irrumpen en el teatro español con el único propósito de renovar la risa. Cansados ya de la astracanada y del humor fácil, ofrecen una nueva forma de interpretar la realidad. Los críticos han visto en sus obras un humor intelectual, próximo al de las comedias del absurdo. Las situaciones inverosímiles y los diálogos regidos por una lógica poco corriente son los rasgos fundamentales de una comedia en la que se entrevén ciertas dosis de amargura. Este teatro no ha de entenderse simplemente como pura diversión, sino como una crítica a la sociedad española y a todas sus convenciones.
Miguel Mihura: empezó a escribir antes de la guerra, pero su reconocimiento fue tardío, pues sólo estrenó con regularidad a partir de la década de los 50. Su primera obra fue “Tres sombreros de copa”, en la que desarrolla el tema de la libertad alcanzada y perdida.
El humor de Mihura consiste en ridiculizar a los personajes y acciones de la realidad inmediata, pues la sátira se impone al humor.
EL TEATRO SOCIAL:
Antonio Buero Vallejo y Alfonso Sastre marcan dos hitos históricos en el teatro social y político de la posguerra española. Movidos por su instinto de rebelión, muestran su disconformidad con el sistema vigente a través de sus escritos. Son dos formas distintas de entender la protesta: política, en el caso de Sastre; social, en el caso de Buero Vallejo. Temas, estilos y propuestas dramáticas diferentes que se aúnan en un solo grito de rebeldía.
También hay dramaturgos que escriben un teatro que refleja inquietudes sociales, similar al de Buero o Sastre, pero cuyas obras no suelen ser representadas. Son autores marginados de las salas comerciales.
Carácterísticas:
El teatro realista toma de la realidad los temas de sus obras. La injusticia social, la explotación del hombre, las condiciones de vida de la gente trabajadora, la miseria, etc. Los personajes son siempre víctimas de una sociedad que manifiesta su poder por medio de la burocracia, la superstición religiosa o el automatismo.
Frente al lenguaje pulcro y cuidado de la comedia oficial aparece el lenguaje barriobajero, directo, sin eufemismos; frente a la paz y final feliz de la comedia rosa encontramos la violencia y la frustración como constante, con la intención de dar testimonio de lo que la vida ofrece y denunciar y protestar ante las injusticias sociales.
Autores:
José María Rodríguez Méndez, Carlos Muñiz, Laura Olmo, José Martín Recuerda, Andrés Ruiz.
Antonio Buero Vallejo: cuando Vallejo estrena “Historia de una escalera”, se inicia un teatro que va en busca de la verdad y pretende remover la conciencia española.
La crítica ha clasificado su obra en:
Teatro simbolista: con “En la ardiente oscuridad”.
Teatro de crítica social: con “Historia de una escalera”, “Hoy es fiesta” y “El Tragaluz”.
Dramas históricos: con “Un soñador para un pueblo”, “Las Meninas” y “El sueño de la razón”.
La mayoría de los personajes de Vallejo tienen alguna tara física o psíquica.
TEATRO NO REALISTA: (años 70).
Para Ruiz Ramón, el teatro no realista de ésta época presenta las siguientes carácterísticas:
La destrucción interna del personaje.
La acción y el lenguaje son parabólicos.
La escena es invadida por los objetos.
A ello cabe añadir la concepción del teatro como espectáculo colectivo en el que tienen cabida las propuestas dramáticas europeas, como el happening, el teatro absurdo, el teatro de provocación, etc. Dentro del teatro no realista señalaremos los siguientes bloques: teatro hermético, teatro experimental y el teatro que se cuestiona el propio hecho teatral.
Teatro hermético: los representantes más destacados son José Ruibal, Antonio Martínez Ballesteros y Manuel Martínez Mediero.
Teatro experimental: se propone la búsqueda de nuevas formas teatrales experimentando con los recursos de que dispone el actor. El resultado puede ser desde la falta misma de un texto completo para ser recitado en las tablas hasta la interpretación dirigida al espectador, con el fin de incorporarlo al espectáculo. Autores: Fernando Arrabal, Luis Matilla, Jerónimo López Mozo, Diego Salvador.
Teatro puesto en cuestión: durante los años setenta una serie de autores dramáticos escriben obras en las que se plantea la identidad del hecho teatral, la validez o no de la representación en la forma en que se había entendido tradicionalmente, y presentan otras alternativas. Comentamos a continuación a los representantes más destacados dentro de esta tendencia: Francisco Nieva, Luis Riaza, José Martín Elizondo, Hermógenes Sáinz, Miguel Romero Esteo.
ÚLTIMOS AÑOS:
Dispersión de tendencias, retroceso de la vanguardia y retorno a una línea tradicional.
Autores:
José Sanchís Sinisterra, José Luis Alonso de Santos, Fermín Cabal, Fernando Fernán Gómez.
LOS GRUPOS INDEPENDIENTES:
A finales de la década de los sesenta y a lo largo de los años setenta se perfila en la sociedad española la aparición de un grupo de dramaturgos y de “compañías” que se rebelan contra el teatro comercial que triunfa en la escena. Escriben y representan un teatro diferente.
Por otro lado, los empresarios continúan sin querer arriesgarse a subir a las tablas obras que, dirigidas a un público minoritario, no son rentables económicamente. La única salida para los jóvenes emprendedores es crear sus propias compañías (teatro independiente). A finales de los setenta y durante los ochenta la situación del teatro en España mejora notablemente.
En 1975 existían alrededor de 150 agrupaciones teatrales no comerciales, englobadas bajo distintas denominaciones: teatro amateur, teatro de cámara, teatro universitario y teatro experimental independiente. Estos grupos presentan las siguientes carácterísticas:
Rechazo de la sesíón única.
El repertorio aspira a ser la “expresión” del grupo.
Luchan por conseguir una unidad de trabajo y una conciencia ideológica y estética que los defina como grupo.
No aceptan trabajar para un solo tipo de público.
No aceptan las normas del teatro comercial, que los sujeta a representar en un solo espacio, a un determinado precio y a unas horas convenidas.
Han de contar con una organización suficiente que les permita elegir, ensayar y montar la obra en diversos lugares.
Realizan seminarios y trabajos de investigación sobre la experiencia escénica.
Los grupos más destacados son: Els Joglars, Los Goliardos, Tábano, Los Cántaros, Teatro Estudio Lebrijano, Teatro Universitario de Murcia, Teatro Fronterizo, Els Comediants y La Fura del Baus.