EL TEATRO: Los textos teatrales o dramáticos son aquellos que se crean para ser representados. La historia se presenta directamente a través de las palabras y acciones de los personajes, por lo que dominan las funciones apelativa y expresiva. No interviene un narrador. Se crea en el lector o espectador la ilusión de asistir a unos hechos que, supuestamente, suceden en su presencia, en ese mismo momento. La modalidad textual predominante es el diálogo, que puede ser en prosa o verso. En el Siglo XVII español las grandes comedias se escribían en verso, como las de Lope de Vega y Calderón de la Barca. Algunos autores dramáticos han mezclado la prosa y el verso, como García Lorca en Bodas de sangre o el duque de Rivas en Don Álvaro o la fuerza del sino.
Otra de sus principales carácterísticas es que, aunque pueden ser leídos, la emisión y recepción del texto suelen ser colectivas, en una representación. En una obra teatral encontramos un texto principal y un texto secundario.
El texto principal de la obra está constituido por las palabras de los personajes, que pueden adoptar diferentes formas: el diálogo, el monólogo (discurso que el personaje se dirige a sí mismo manifestando sus pensamientos o sentimientos), el soliloquio (meditación en voz alta, variante del monólogo), o el aparte (intervención breve, muchas veces cómica, que un personaje realiza para comunicarse con el público de manera que los otros personajes no lo oigan). Grandes personajes de la historia de la literatura se manifiestan en prodigiosos monólogos o soliloquios, como Hamlet o Segismundo. Las palabras de los personajes sirven tanto para hacer avanzar la acción dramática como para caracterizarlos. A través del diálogo los personajes se describen a sí mismos (manifestando sus emociones, sentimientos, etc.) y a otros personajes. En el teatro clásico eran frecuentes los “diálogos narrativos”, que se dan cuando un personaje cuenta a otro algo que ha sucedido fuera de escena, o los antecedentes de una situación. La disposición tipográfica carácterística de este tipo de texto es que cada intervención aparezca precedida del nombre del personaje en mayúsculas. El texto secundario en el teatro está formado por las acotaciones.
Se trata de las instrucciones del autor sobre la puesta en escena, relacionadas con movimientos, tono de voz, entradas y salidas, descripción de la escenografía, música, sonidos, vestuario… Suele haber una acotación inicial al principio del drama y otras entre las palabras de los personajes y al comienzo de los actos. Algunos autores, como Valle Inclán, realizan acotaciones que no son meramente informativas, sino elaboradas literariamente, siendo fundamentales en la interpretación del texto. Suelen ir en letra cursiva y entre paréntesis. Los personajes, como en el texto narrativo, pueden ser principales o secundarios, y también deben considerarse el espacio (dramático y escénico) y el tiempo (externo, interno y escénico). En determinados momentos, como en el teatro neoclásico, se ha respetado la llamada regla de las tres unidades, que establecía que la acción debía ser única, transcurrir en no más de un día y en un único espacio. Un ejemplo del neoclásico del XVIII puede ser El sí de las niñas de Leandro Fernández de Moratín. Pero ya en el Siglo XVII la “comedia nueva” de Lope de Vega se preciaba de no respetar esas reglas, para hacer el teatro más variado y más divertido para el público. En cuanto a su estructura externa, las obras de teatro suelen dividirse en actos, normalmente tres, que se corresponden con el planteamiento, el nudo y el desenlace. La acción puede organizarse también en cuadros, que se establecen en función de variaciones de espacio, de tiempo o de ambiente. Los actos se dividen generalmente en escenas, cada cambio de escena se determina por la salida o entrada de algún personaje. Entre los subgéneros dramáticos podemos destacar la tragedia, la comedia y el drama (los tres géneros mayores); el entremés, el sainete, el auto sacramental o los pasos (géneros menores) y el teatro musical como la ópera, la zarzuela… La tragedia presenta una figura principal (héroe) que se enfrenta con una fuerza superior a él (la muerte, la sociedad…) o a su destino ineludible, y que le lleva necesariamente a la catástrofe. Uno de los principales trágicos griegos fue Sófocles, con obras como Edipo Rey
. La comedia presenta conflictos de la vida cotidiana desde una perspectiva humorística o seria, pero con final feliz. Destacamos por ejemplo las comedias de Aristófanes, El perro del hortelano de Lope de Vega o Tres sombreros de copa de Miguel Mihura. El drama suele mezclar momentos de tensión con otros relajados o incluso cómicos, los personajes viven situaciones conflictivas pero sin el carácter heroico de la tragedia, y por lo general tienen finales desdichados.
Los intereses creados de Jacinto Benavente o Historia de una escalera de Buero Vallejo. Se le llamó “tragicomedia” a las obras del Renacimiento y Barroco que mezclaban personajes nobles y plebeyos, y que no necesariamente terminan en catástrofe. Es el ejemplo de Fuenteovejuna de Lope de Vega. En cuanto a los subgéneros, destacamos:
El auto sacramental es un subgénero que triunfó en el Siglo XVII, especialmente con Calderón de la Barca (obras como El gran teatro del mundo
). Se trata de una pieza en un solo acto relacionada con la eucaristía, con personajes alegóricos.
Otra de sus principales carácterísticas es que, aunque pueden ser leídos, la emisión y recepción del texto suelen ser colectivas, en una representación. En una obra teatral encontramos un texto principal y un texto secundario.
El texto principal de la obra está constituido por las palabras de los personajes, que pueden adoptar diferentes formas: el diálogo, el monólogo (discurso que el personaje se dirige a sí mismo manifestando sus pensamientos o sentimientos), el soliloquio (meditación en voz alta, variante del monólogo), o el aparte (intervención breve, muchas veces cómica, que un personaje realiza para comunicarse con el público de manera que los otros personajes no lo oigan). Grandes personajes de la historia de la literatura se manifiestan en prodigiosos monólogos o soliloquios, como Hamlet o Segismundo. Las palabras de los personajes sirven tanto para hacer avanzar la acción dramática como para caracterizarlos. A través del diálogo los personajes se describen a sí mismos (manifestando sus emociones, sentimientos, etc.) y a otros personajes. En el teatro clásico eran frecuentes los “diálogos narrativos”, que se dan cuando un personaje cuenta a otro algo que ha sucedido fuera de escena, o los antecedentes de una situación. La disposición tipográfica carácterística de este tipo de texto es que cada intervención aparezca precedida del nombre del personaje en mayúsculas. El texto secundario en el teatro está formado por las acotaciones.
Se trata de las instrucciones del autor sobre la puesta en escena, relacionadas con movimientos, tono de voz, entradas y salidas, descripción de la escenografía, música, sonidos, vestuario… Suele haber una acotación inicial al principio del drama y otras entre las palabras de los personajes y al comienzo de los actos. Algunos autores, como Valle Inclán, realizan acotaciones que no son meramente informativas, sino elaboradas literariamente, siendo fundamentales en la interpretación del texto. Suelen ir en letra cursiva y entre paréntesis. Los personajes, como en el texto narrativo, pueden ser principales o secundarios, y también deben considerarse el espacio (dramático y escénico) y el tiempo (externo, interno y escénico). En determinados momentos, como en el teatro neoclásico, se ha respetado la llamada regla de las tres unidades, que establecía que la acción debía ser única, transcurrir en no más de un día y en un único espacio. Un ejemplo del neoclásico del XVIII puede ser El sí de las niñas de Leandro Fernández de Moratín. Pero ya en el Siglo XVII la “comedia nueva” de Lope de Vega se preciaba de no respetar esas reglas, para hacer el teatro más variado y más divertido para el público. En cuanto a su estructura externa, las obras de teatro suelen dividirse en actos, normalmente tres, que se corresponden con el planteamiento, el nudo y el desenlace. La acción puede organizarse también en cuadros, que se establecen en función de variaciones de espacio, de tiempo o de ambiente. Los actos se dividen generalmente en escenas, cada cambio de escena se determina por la salida o entrada de algún personaje. Entre los subgéneros dramáticos podemos destacar la tragedia, la comedia y el drama (los tres géneros mayores); el entremés, el sainete, el auto sacramental o los pasos (géneros menores) y el teatro musical como la ópera, la zarzuela… La tragedia presenta una figura principal (héroe) que se enfrenta con una fuerza superior a él (la muerte, la sociedad…) o a su destino ineludible, y que le lleva necesariamente a la catástrofe. Uno de los principales trágicos griegos fue Sófocles, con obras como Edipo Rey
. La comedia presenta conflictos de la vida cotidiana desde una perspectiva humorística o seria, pero con final feliz. Destacamos por ejemplo las comedias de Aristófanes, El perro del hortelano de Lope de Vega o Tres sombreros de copa de Miguel Mihura. El drama suele mezclar momentos de tensión con otros relajados o incluso cómicos, los personajes viven situaciones conflictivas pero sin el carácter heroico de la tragedia, y por lo general tienen finales desdichados.
Los intereses creados de Jacinto Benavente o Historia de una escalera de Buero Vallejo. Se le llamó “tragicomedia” a las obras del Renacimiento y Barroco que mezclaban personajes nobles y plebeyos, y que no necesariamente terminan en catástrofe. Es el ejemplo de Fuenteovejuna de Lope de Vega. En cuanto a los subgéneros, destacamos:
El auto sacramental es un subgénero que triunfó en el Siglo XVII, especialmente con Calderón de la Barca (obras como El gran teatro del mundo
). Se trata de una pieza en un solo acto relacionada con la eucaristía, con personajes alegóricos.