Texto 38. Medios.
Pregunta 1. Señale la organización de las ideas del texto.
El texto presenta una estructura simétrica basada en el empleo de argumentos de ejemplificación y contraste.
En la primera parte se presenta la tesis inicial y a partir de un ejemplo se argumenta y se confirma ésta. En la segunda parte se amplía esta tesis con un nuevo ejemplo a raíz del cual de nuevo se argumenta y se cierra finalmente la reflexión.
Primera parte (primer párrafo):
Presentación de la tesis inicial y argumentación.
– Tesis inicial. Sólo existe lo que sale en los medios.
-Argumento de ejemplificación y contraste:
ejemplo de repercusión medíática frente a otros casos que no han experimentado tal repercusión.
–
Conclusión que confirma la tesis. Los medios construyen la realidad.
Segunda parte (segundo párrafo):
Ampliación de la tesis y argumentación final
-Ampliación de la tesis.
Los medios suplantan la vida real.
-Argumentos de ejemplificación y contraste:
comportamiento diferente ante los casos presenciados en los medios audiovisuales y los vividos de forma personal.
–
Conclusión implícita y cierre: la vida es suplantada por la realidad medíática.
Pregunta 2. Indique el tema y escriba un resumen del texto.
Tema
Sustitución de nuestra vida por la imagen creada en los medios.
Resumen
Cada vez más, asumimos un hecho como importante y real si es tratado en los medios de comunicación. Incluso actualmente estos están suplantando nuestra vida, de manera que no somos capaces de implicarnos responsablemente en los problemas de nuestros seres cercanos, pero seguimos con atención y sufrimos por las desgracias ajenas «reales» que aparecen en nuestras pantallas.
Pregunta 3. Comentario crítico sobre el contenido del texto.
El presente texto periodístico es un artículo de opinión de carácter claramente argumentativo. En él Rosa Montero, escritora y habitual colaboradora del periódico El País, reflexiona -según anuncia el título «Los medios»- sobre un tema actual de gran repercusión social: el tratamiento de la información y la posible manipulación informativa de los medios de comunicación.
La noticia que da pie al artículo (Febrero de 2009) es un caso reciente que ha tenido una gran repercusión medíática: la desaparición de la joven sevillana Marta del Castillo. La primera argumentación gira en torno a este ejemplo y presenta una estructura cerrada claramente cohesionada. La periodista asume como tesis inicialla idea de que solo existe lo que sale en las noticias -antiguamente se decía que sólo se creía lo que se veía escrito-. Esto se acepta como sentir general (ya se sabe) y se considera un axioma medíático.
La reflexión sobre este ejemplo está organizada en forma de pregunta-res puesta. Rosa Montero reconoce que la familia de Marta ha vivido una experiencia horrible, pero (observemos el conectar contraargumentativo) no más espantosa que otras historias que no han recibido esa atención medíática -se aporta el ejemplo de Sandra Palo- y, por lo tanto, no se han convertido en un asunto de prioridad nacional. El hecho de que los padres hayan sido recibidos por el presidente del gobierno demuestra esta afirmación. Los responsables han sido los medios, evidentemente. Sin embargo, lo que llama la atención es que las causas no parecen fundadas; no ha habido una voluntad de manipular la noticia, pero entre unos y otros han hecho crecer la pelota y han provocado la histeria nacional. La conclusión, derivada de estos hechos, confirma la tesis inicial: los medios construyen la realidad; no la transmiten y la interpretan, la transforman, la construyen a su manera y modo.
Hasta aquí nada novedoso. Pero Rosa Montero da un paso más y parte de otro ejemplo difundido por televisión, esta vez en un conocido programa de reality show -el caso de una mujer que decide morir ante las cámaras a cambio de dinero- Intenta que seamos conscientes de la situación escandalosa a la que hemos llegado. El tono coloquial del léxico empleado (escaqueamos, pastón) y el uso de la primera persona del plural hace que nos sintamos inmediatamente implicados todos. Huimos de la responsabilidad que debemos a nuestros mayores y enfermos, y desconocemos la vida de nuestros vecinos y amigos; sin embargo, la influencia de los medios hace que estemos pendientes minuto a minuto de la vida «virtual» de los protagonistas de los reality o que chateemos con desconocidos.
El cierre de la argumentación es efectivo. ¿Quién no ha probado a jugar con un tamagotchi? Incluso algunos sicólogos lo recomendaban en su momento como medio para que los niños adquirieran la responsabilidad de cuidar a una mas cota, en este caso virtual. ¿Hemos llegado a suplantar de igual manera valores reales tan trascendentes como la vida y la muerte, la salud y la enfermedad, tal como deja entrever la autora del artículo? Parece que sí. No tenemos que hacer mucho esfuerzo; basta repasar la programación de determinadas cadenas (Gran hermano, Supervivientes, Fama), u hojear la prensa del corazón. Son muchas las personas que tranquilizan su conciencia o se consuelan «viviendo» como propias las desgracias de los personajes elevados a la fama, ¿por la gracia de quién?
El segundo ejemplo, la capacidad de chatear, ya casi se queda antiguo si analizamos la transformación social que está suponiendo la expansión del uso de las redes sociales, en las que inocentemente se vierte el «perfil» y se adereza con todo tipo de información personal.
Lo interesante del artículo es que no acusa directamente a los medios de manipular conscientemente a la población. Sin embargo, es cierto que una vez evidenciada la reacción del público, y esto sí que se puede medir estadísticamente, los responsables de los medios explotan comercialmente los programas o las noticias que generan más audiencia o que interesan políticamente y ahí sí hay manipulación. Rosa Montero no lo deja explícito, pero se puede deducir claramente de la lectura. ¿Quién decide que una noticia esté en primera plana más o menos tiempo, o que un «personajillo» sin méritos conocidos salte a la fama y aparezca en casi todas las cadenas contando sus desgracias «reales»? Lo malo es que, incluyámonos todos, caemos en la trampa: en la época en que la noticia de Marta del Castillobombardeaba los telediarios a todas horas aumentaron las consultas a psiquiatras y psicólogos por problemas de ansiedad. Nos «entretienen» los programas o la prensa del corazón -ya hasta los periódicos «serios» o las noticias deportivas están copiando su estilo- y, sin embargo, quizá también nos veamos retratados en el artículo porque no sepamos ni los nombres de nuestros vecinos.
Como conclusión, podemos decir que la periodista ha reflejado con claridad una realidad social que nos afecta a todos y acertadamente ha denunciado la influencia que están adquiriendo en nuestras vidas los medios de comunicación hasta el punto de hacernos vivir como real solo lo que sale por sus «pantallas».