Teatro Español Anterior a 1939: Innovación y Tradición
El avance de los países más industrializados produjo una potente y nueva burguesía, pero también una configuración del proletariado como clase social. Dicha ruptura dio a escena importantes aportaciones como, por ejemplo, el método Stanislavski o el teatro de la crueldad de Artaud. En 1910 hubo algunos intentos de renovación, en parte gracias a los autores del 98. Habría que esperar hasta Lorca para encontrar una renovación en el lenguaje escénico que pudiese llegar al gran público, pero el estallido en 1936 de la Guerra Civil acabó con cualquier intento de renovación.
Principales Tendencias Teatrales
La Comedia Burguesa: Jacinto Benavente
Con la figura de este autor, la alta comedia ofreció un tono equilibrado y moderado, un diálogo conversacional y una construcción dramática realista. Tuvo una influencia devastadora y siempre se dirigió a un público burgués, al cual criticaba con tal sutileza e ironía que agradaba. La importancia de su teatro estaba en la puesta en escena de unos personajes que mostraban su relación social a través de los diálogos. Entre las obras más representativas de este autor destacan El nido ajeno, La noche del sábado, la cual era una crítica a una sociedad europea en decadencia e incapaz de adaptarse a los nuevos tiempos. Su obra más lograda era Los intereses creados, que era una farsa con momentos fantásticos de ironía y sarcasmo donde utiliza los personajes de la comedia del arte italiana y del teatro español.
El Teatro Poético
Junto a la popularidad de la alta comedia de Benavente, hay que situar los intentos de llevar los postulados estéticos modernistas al teatro, que se caracterizó por llevar el verso al drama. Esto lo representó Francisco Villaespesa, autor que regresó al pasado romántico con La leona de Castilla; Eduardo Marquina retornó al pasado medieval para intentar encontrar ahí los males del presente, como en Las Hijas del Cid. Por último, los hermanos Machado, cuyas obras se centraron en la tradición andaluza, como en La Lola se va a los puertos.
El Teatro Costumbrista
En 1900 el costumbrismo había degenerado en una mera diversión y era inseparable de la comedia musical, concretamente de la zarzuela y el sainete. A este grupo pertenecen los Hermanos Álvarez Quintero, cuyas obras desgranaban una comedia fácil y bien acabada, que plasmaba la Andalucía tópica, como Mariquilla Terremoto. De este mundo de chulos y majas, pero del Madrid del siglo XX, son las obras del género chico de Arniches, que a partir de 1910 evolucionarán en la creación de nuevas fórmulas que culminarán en la creación de la tragicomedia grotesca en la cual se mezcla lo cómico y lo trágico, así como la superación de lo patético melodramático por lo risible caricaturesco, como en Los caciques. Por último, cabe citar el género astracán, el cual significó la degeneración del gusto y la crisis de la sensibilidad del público, porque adolecían de un talento poético. Su autor más representativo fue Pedro Muñoz Seca con La venganza de Don Mendo.
Los Intentos de Renovación Teatral
En España se produjeron diversos intentos para renovar la escena, aunque se quedaron en meros conatos artísticos, perdiendo así la oportunidad de ajustar el teatro español con las renovaciones e innovaciones que se producían en Europa. Como ejemplo podemos citar Fedra (1910) de Unamuno, un drama que intentaba la desnudez conceptista a nivel de la palabra como de la técnica de composición o de la acción. El teatro de Ramón Gómez de la Serna, como La utopía, tenía un marcado carácter rupturista con la didáctica realista para acercarse a las vanguardias. Asimismo, Azorín en la década de los años 20 creó Lo invisible, en la cual se representan acciones irreales y simbólicas que giraban ante la angustia de la muerte. La más innovadora renovación teatral la produjo Valle-Inclán mediante el esperpento, técnica que consiste en que la realidad se ha de analizar a través de una deformación sistemática para producir otra nueva más grotesca, absurda y tragicómica. Tales características las representó en Divinas Palabras o en Luces de Bohemia (1920).
El Teatro de la Generación del 27
Fue en el género lírico donde llevaron a cabo las mayores innovaciones. Destacan las figuras de Pedro Salinas con El dictador o Judith y el Tirano, y Rafael Alberti con El hombre deshabitado, con carácter surrealista. Sin embargo, quien llevó a cabo la innovación escénica realmente fue Federico García Lorca, que fundamentó toda su obra dramática en esencia al enfrentamiento entre el principio de autoridad y el de libertad. Lorca intentó la búsqueda de un lenguaje escénico para transmitir sentimientos universales, que siempre hunden sus raíces en el pueblo y en la tradición. En esta línea destacan Bodas de Sangre y La casa de Bernarda Alba, en la cual Lorca pone en esencia la tensión y el conflicto entre Bernarda, que era símbolo del poder matriarcal, y el deseo de libertad de sus hijas, especialmente de Adela que, finalmente, al conocer que no va a poder alcanzar tan ansiada libertad, acaba suicidándose y cerrando la libertad también a sus hermanas, las cuales se resignan a vivir encerradas por siempre.