Tendencias teatrales de la segunda mitad en el Siglo XIX

Tetxo4. MADAME BOVARY

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El  principal motivo de ese fracaso fue la actitud de la burguésía conservadora, a la que no le agradaban los planteamientos revolucionarios e individualistas de buena parte de los escritores ROMánticos. A ello se une, por otra parte, el triunfo del Realismo en la narrativa, que a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX, se irá extendiendo a otros géneros literarios, como es el caso del teatro.

Durante el Realismo, se desarrolla en Europa un tipo de drama de escasa calidad, en el que se representan escenas costumbristas destinadas a exaltar los valores familiares y el amor conyugal. Se trata de una comedia burguesa que se caracteriza por la verosimilitud de las acciones y de los personajes, la reproducción fiel de los ambientes y los vestuarios, y el interés por los temas cotidianos. Es un teatro comercial que refleja la ideología y la moral imperantes en esos momentos y que respeta la regla de las tres unidades.

Por otra parte, también existen algunos dramaturgos que continúan cultivando un tipo de drama postromántico en verso, que cada vez resulta menos del agrado del público.

De ahí que, a finales del Siglo XIX, algunos autores decidan apartarse de esta reproducción realista y minuciosa de las costumbres para plantear un teatro renovador, escrito en prosa, y cercano a los planteamientos estéticos del Naturalismo, en el que, entre otras cuestiones, se profundiza en la psicología de los personajes y en las circunstancias que explican los comportamientos de éstos, al tiempo que se realiza una crítica de la sociedad, con una finalidad moralizadora y con la presencia de temas relativos a los bajos instintos, la pobreza, la infidelidad y el determinismo biológico y social.

Entre estos dramaturgos destacan el ruso Antón Chéjov, los escandinavos Henrik Ibsen y August Strindberg, y el irlandés Óscar Wilde. Son autores que anticipan la renovación total de la escena que tendrá lugar a principios del Siglo XX, con la llegada del teatro del compromiso y el teatro del absurdo.

A comienzos del Siglo XX se produce en Europa una renovación del teatro que afecta a dos aspectos concretos: la renovación de las técnicas teatrales y la renovación del texto dramático.

Por lo que a la renovación de las técnicas teatrales se refiere, hay que señalar que ya a finales del Siglo XIX, algunos autores como André Antoine (1858-1943) o Konstantin Stanislavski (1863-1938), defensores del llamado Naturalismo teatral, introdujeron algunas innovaciones dignas de ser tenidas en cuenta. En el caso de André Antoine, hemos de señalar que su principal innovación consistíó en reproducir en escena el ambiente real en que se desarrollaban sus obras. Y, en esa línea de actuación, su más interesante aportación fue la llamada cuarta pared, que consiste en que los actores actúen como si la boca del escenario fuera la cuarta pared (que estaría cerrada) del lugar o habitáculo en que se desarrollaba la acción, ignorando la presencia del público, hacia el que, a veces, se le volvía la espalda.

 Por su parte, Stanislavski fue el creador del llamado “método Stanislavski”. Según éste, el actor debe intentar imitar del mejor modo posible la acción, llegando a identificarse con ella, para lo cual ha de liberarse de sus hábitos personales mediante un esfuerzo de concentración y autocontrol. Así, se trata de crear un ambiente de “verdad”, para que la representación no parezca una mera imitación de la verdad.

De otro lado, se produjo una fuerte reacción contra el movimiento naturalista en relación con la elaboración del texto dramático. En este sentido, uno de los primeros autores en promover dicha renovación fue Alfred Jarry, del que hablaremos al final de este tema.


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Emma evita la situación del gran problema económico y el abandono de sus amantes, decide acabar con su vida. Para ello, acude a la botica de Humáis, e ingiere una cantidad de arsénico de polvo. Poco tiempo después de eso, los dueños de la botica le cuentan a su marido lo ocurrido y que no hay antídoto contra el arsénico ingerido. En una situación desesperada, Charles avisa al cura y a un doctor. Ellos intentan que Emma vomite y escupa lo ingerido, pero es imposible, el veneno ya ha sido extendido por todo su cuerpo,y solo le espera la muerte. El señor le otorga una oración, para que después de la muerte sea acogida por el señor. Emma, poco a poco, se va desvaneciendo , hasta que de pronto, fuera de la casa se oye un ruido de gruesos zuecos con el roce de  un bastón, y ella con la boca abierta y con la mirada fija, exclama ¡El ciego!

Amte la exclamación y los movimientos extraños de Emma todos se acercan, pero la muerte ya se había llevado a la joven muchacha, para la desgracia de todos los presentes en la habitación.

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En este fragmento el narrador esta en 3persona y es un narrador omnisciente, ya que tiene conocimiento absoluto y total de los hechos, y ademas, sabe lo que piensan y sienten los personajes en este texto, es decir, sus sentimientos, sus sensaciones, intenciones,planes… Podemos justificar que el narrador es omnisciente con esta frase : » Y se echó a reír, con una risa atrez, frenética, desesperada, creyendo ver la cara espantosa del desgraciado que durgía de las tinieblas eternas como un espanto.»

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