Temas poéticos de Miguel Hernández
La naturaleza y el amor son temas que el poeta trata a lo largo de toda su creación poética, aunque con diferentes connotaciones según la etapa vital y creativa en la que se encuentre.
La naturaleza
Es un tema presente desde los orígenes de la producción de Miguel Hernández, ya que su condición de pastor en sus primeras etapas implica un contacto constante con la naturaleza, reflejado mediante un lenguaje y unos símbolos fundamentales en toda su trayectoria poética.
- En la etapa de Perito en lunas, la naturaleza es el motivo central de los poemas. Miguel Hernández selecciona elementos del paisaje que le rodea, como el toro o la palmera, y los recrea a través de un proceso de creación basado en ingeniosas metáforas: Toro, Palmera, La granada.
- En la etapa de Viento del pueblo y El hombre acecha, la naturaleza es un motivo poético que permite al poeta expresar su compromiso social con los trabajadores, con la defensa de la libertad y con la necesidad de defender a los más pobres: Aceituneros, Jornaleros. Al mismo tiempo, se construye una comparación entre el mundo del campo y el de la ciudad, siendo el primero el más valorado.
- En su última etapa, Cancionero y romancero de ausencias, la naturaleza vuelve a ser paisaje, esta vez como marco del encuentro de unos amantes que superan todo tipo de adversidades.
El amor
Este tema adquiere diferentes connotaciones a lo largo de su trayectoria poética, en íntima relación con las etapas vitales de su vida.
- El libro que fundamentalmente refleja la temática amorosa es El rayo que no cesa, obra que nace de su relación con Josefina Manresa, a la que conoce en 1934. En los poemas que integran este libro, el poeta expresa su singular historia de amor, un amor concreto y apasionado, pero que se convierte en dolor por la frustración de no poder ser consumado. Son poemas que reflejan la llamada pena hernandiana, una pena que nace de la frustración y contención del deseo erótico. Sonetos más representativos: ¿No cesará este rayo que me habita?; Me tiraste un limón y tan amargo; Te me mueres de casta y sencilla.
- Miguel y Josefina se casan en 1937. El amor se transforma en alegría, que culmina con el embarazo de Josefina, motivo poético de la composición Canción del esposo soldado (Viento del pueblo). Se mezclan la alegría por la noticia y la contradicción de una guerra necesaria para la paz que ofrecer a su futuro hijo.
- En la última etapa de la Guerra, Miguel Hernández es consciente de la inutilidad de la lucha, de las muertes y del dolor que ha provocado el enfrentamiento bélico, y el amor se convierte en odio, odio hacia el hombre, junto con el dolor que supone la muerte de su hijo.
- Pero Miguel Hernández logra superar el odio y el dolor que ha experimentado en esta etapa y en su último libro, Cancionero y romancero de ausencias, que escribe encarcelado, domina la esperanza que provoca el nacimiento de su segundo hijo y el recuerdo de sus seres queridos. Estado característico del hombre es la esperanza, que se manifiesta en la expresión del deseo de superar tantas adversidades y de reencontrarse con sus seres queridos. En Cancionero y romancero de ausencias destacan como expresión del dolor, del amor constante hacia sus seres queridos, de la esperanza del reencuentro con ellos y de la férrea defensa de sus ideales.
La vida y la muerte
La poesía de Miguel Hernández es una poesía de la experiencia, es la síntesis de su existencia, tal y como el poeta la expresó en Cancionero y romancero de ausencias: “Llegó con 3 heridas: / la del amor, / la de la muerte; / la de la vida”.
Es obvio que en su poesía el amor y la muerte aparecen unidos para que la vida del ser humano se perpetúe como especie. Se es vencedor de la muerte en cuanto engendramos: “Somos plena simiente”. Y así la vida se entiende como semilla germinadora de nueva vida”. Más allá de los cantos de vida y muerte, el sentimiento de amistad indujo a Miguel Hernández a escribir numerosas elegías por los amigos muertos. Destacan las dedicadas a su joven amigo Ramón Sijé y la escrita con ocasión del asesinato de García Lorca.
Símbolos de vida y muerte
La recurrencia temática de la vida, el amor y la muerte crea unos originales símbolos en la poesía hernandiana. Así, por un lado, el amor como símbolo de vida, luz, claridad, lo más noble de la especie; y por otro, el amor como destrucción, la muerte, la sombra, la oscuridad y todo lo más bajo de la condición humana.
A modo de ejemplo, los “huesos” son símbolo de vida y amor a lo largo de toda su obra; la “lluvia” es el mito de la muerte que florece.