La trayectoria teatral en Lorca suele dividirse en tres etapas: los comienzos de los años 20, la experiencia vanguardista del principio de los 30 y la época de plenitud de sus últimos años de vida. Producto de su teatro juvenil es la primera obra, El maleficio de la mariposa (1919); con elementos simbolistas y románticos presenta un “curianito” (cucaracha macho) que se siente enamorado de una mariposa. El tema tratado es el amor imposible, sin embargo, la obra constituyó un rotundo fracaso cuando se representó en 1920. Siguen algunas piezas breves inspiradas en el guiñol, Títeres de cachiporra (1922 – 23). O las farsas para guiñol como: Tragicomedia de Don Cristóbal y la Señá Rosita (1923) y el Retablillo de Don Cristóbal (1931); todas ellas presentan de forma simplificada y esquemática instintos y pasiones humanas. En la misma línea de farsa, aunque ya pensadas para su representación teatral, encontramos: La zapatera prodigiosa (1929 – 30) subtitulada “farsa violenta” y que presenta a una joven casada con un viejo zapatero mediante la cual se aborda el mito de la ilusión insatisfecha. Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín (1930), nuevo caso de amor trágico a causa de la diferencia de edad en el matrimonio. Antes, en 1923, había obtenido gran éxito con Mariana Pineda, “un romance popular en tres estampas”. Escrita en verso, aborda el tema de la heroína granadina ajusticiada por bordar una bandera liberal. Se estrenó en 1927 y cobró resonancias antidictatoriales en las que su autor no había pensado. Hay influencia del teatro histórico modernista y la lírica domina lo dramático. Expresa la imposibilidad de liberación del hombre.
La segunda etapa dramática del poeta viene marcada por la profunda crisis que se observa en sus libros de poemas: El romancero gitano y Poeta en Nueva York. Coincide con los primeros años de la República y con su trabajo en “La Barraca”, grupo de teatro universitario que, con el apoyo del gobierno republicano, recorre los pueblos de España representando obras clásicas. Precursoras de este cambio son algunas piezas cortas concebidas entre 1925 y 1928 como El paseo de Búster Keaton (1928). Sus “comedias imposibles” o “misterios” recibieron estos apelativos del mismo Lorca debido a la dificultad que entrañaba su representación. El Surrealismo es el movimiento estético que predomina en ellas. El público, escrita hacia 1929 y publicada en 1978, presenta, con gran complejidad técnica, la reivindicación de la total libertad amorosa que realiza un hombre en busca de un amor total y puro, que no encuentra por ser homosexual; además “el público” no acepta sus relaciones distintas a las admitidas por la moral tradicional o la Iglesia. Así que pasen cinco años (1931) está más elaborada; presenta a un protagonista que se siente partido entre dos amores y animado por un ansia de paternidad que le resulta imposible.
La tercera etapa se caracteriza por el neopopularismo; son tragedias de ambiente rural. La intención social está presente en todas ellas. La mujer ocupa el puesto central al lado de otras criaturas marginadas. Bodas de sangre (1932) y Yerma (1934) fueron concebidas como dos partes de una “trilogía dramática de la tierra española” que no completó. En la primera sintetiza Realismo y poesía; se basa en un hecho real: la novia se escapa con su amante el día de su boda. Es un caso de amor imposible a causa de las estructuras sociales, las cuales tratan de vencer los protagonistas desesperadamente. Yerma plantea el drama interior de la mujer estéril, que, obsesionada por su problema, acabará por asesinar a su propio marido como responsable de su situación.
Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores (1935) pierde el carácter rural, aunque no el popularismo; representa “la vida mansa por fuera y resquemada por dentro de una doncella granadina que poco a poco se va convirtiendo en esa cosa grotesca y conmovedora que es una solterona en España” -según su propio autor-. Su obra más conocida y alabada es La casa de Bernarda Alba (1936), en ella aparecen de nuevo las obsesiones del autor. Ahora no hay cabida para los elementos líricos y domina la prosa cargada de patetismo y acento popular. El subtítulo “Drama de mujeres en los pueblos de España” es indicativo: tras la muerte de su segundo marido, Bernarda Alba impone a sus cinco hijas, como luto, una larga reclusión. El tema central es el enfrentamiento entre la autoridad y la libertad, o el conflicto entre la realidad y el deseo. Las hijas encarnan una gama de actitudes que van de la pasividad y sumisión a la rebeldía abierta. El segundo plano de la obra es el social, el cual se confunde intencionadamente con el asunto moral. La presión social y la moral tradicional se alían para hacer más insostenible la situación que viven las mujeres protagonistas. Se conserva también Comedia sin título, aunque muy incompleta; en ella se avanza hacia un drama social y didáctico; se utiliza el recurso del teatro dentro del teatro.