Teatro que triunfa: Jacinto Benavente
Produce alta comedia burguesa, un teatro sin excesos, definido por la representación de ambientes cotidianos, el ingenio y la fluidez de los diálogos. Intentó tímidamente un ejercicio de renovación con ‘El nido ajeno’, que trata sobre la situación opresiva de la mujer en la sociedad burguesa. El teatro de Benavente se ajusta a la llamada ‘comedia de salón’, concebida a la medida de la burguesía que la aplaudía. Con una crítica suave, elegante e inocente, retrata la hipocresía y el conservadurismo de las clases altas. Sus obras logradas son ‘Los intereses creados’.
Carlos Arniches
Creador de dos tipos de obras: sainetes, de ambientación madrileña con su peculiar habla ‘castiza’ y personajes chulapos; tragedias grotescas, con una cierta actitud crítica ante las injusticias.
Los Quintero
Los hermanos Álvarez Quintero transmiten en sus sainetes la visión de una Andalucía simple e intranscendente, donde todo el mundo está lleno de gracia y salero.
Pedro Muñoz Seca
Creador del ‘astracán’: búsqueda del efecto cómico a toda costa, prescindiendo de la mínima calidad literaria que roza la vulgaridad absoluta.
Teatro poético
Drama histórico en verso que enfoca con el drama romántico. Supone la mitificación del pasado y la exaltación de los ‘valores tradicionales’.
Intentos renovadores: Generación del 98
Se caracteriza por obras que incluyen problemáticas sociales serias y profundas. Dramas de ideas con diálogos densos: ‘Fedra’, ‘El otro’.
Generación del 27
Varios autores del 27 pretenden una renovación a fondo del concepto de obra teatral. Se van a incorporar las nuevas formas de las vanguardias, lo cual supone un gran cambio en el lenguaje poético. Sin embargo, los intentos renovadores del 27 desembocan en un nuevo fracaso a causa de la Guerra civil.
Federico García Lorca
Supone, con Valle, uno de los hitos indiscutibles del teatro español del siglo XX. Despreciaba el teatro que se estaba representando en los escenarios españoles de su época. Sus comienzos están asociados al teatro infantil y lúdico: ‘El maleficio de la mariposa’, varias piezas breves de teatro de marionetas como ‘Los títeres de Cachiporra’. Pero también escribe por entonces obras serias como ‘Mariana Pineda’. La influencia de las vanguardias produjo un cambio de estética, dando como resultado un teatro deudor del Surrealismo: ‘Así que pasen cinco años’. Sin duda, el mejor teatro lorquiano es el constituido por tres grandes obras: ‘Yerma’, ‘Bodas de sangre’ y ‘La casa de Bernarda Alba’, dramas de frustración, protagonismo netamente femenino donde se refleja la marginación social a la que se veían abocadas las mujeres.