Teatro Español del Siglo XX: Autores y Tendencias Clave

El Teatro de Posguerra

Durante la inmediata posguerra, el teatro, sometido como otras artes a la censura, recupera géneros y temas más tradicionales. La muerte o exilio de autores innovadores y la necesidad de evasión de una población abatida por la guerra propician el auge de un teatro amable y divertido, de tramas suaves, apropiado para el entretenimiento, un teatro que vive de espaldas a la cruda realidad de la posguerra. Por tanto, durante los años cuarenta, en la escena española se puede hablar de una continuidad con el drama de principios de siglo. Solo a finales de los años 40, la obra de Buero Vallejo junto con la de Alfonso Sastre impuso una estética nueva y más crítica: el teatro del realismo social.

Antonio Buero Vallejo (1916-2000)

La obra de Antonio Buero Vallejo aportará al teatro español nuevos temas, existenciales y sociales (la libertad, la justicia, la alienación…), y un lenguaje más depurado. Irrumpe con él en la escena el teatro realista y comprometido, crítico e inconformista, que trata los graves problemas de la sociedad española de los que nadie quería hablar públicamente. Con Historia de una escalera (1949), Buero inicia una fecunda trayectoria dramática que podemos dividir en tres etapas:

a) Etapa realista (años 50)

Pertenecen a ella una serie de obras cuyo tema central lo constituye la realidad contemporánea. La acción se sitúa en un tiempo real y en un espacio escénico que reproduce lugares concretos. Los hechos, además, se suceden en orden cronológico. Pertenece a este grupo Historia de una escalera. Esta obra plantea el problema de la imposibilidad, para las clases humildes, de realizar sus ideales de mejoramiento material, tanto por la falta de voluntad como por las circunstancias que les rodean. El signo, tanto escénico como dramático, de esas circunstancias es la escalera de una casa de vecindad por donde diariamente, a lo largo de treinta años, han subido y bajado tres generaciones, sin poder escapar efectivamente de ella. El comienzo del ciclo –cerrado ya para los padres- se repite en los hijos. ¿Fracasarán estos como sus padres o podrán liberarse de la escalera? Esa es la pregunta final del drama, la interrogación que el dramaturgo deja, no en el aire sino puesta de pie en la conciencia del espectador, asociado así activamente con el destino final de los personajes. La mayor originalidad de Buero no consiste ni en lo estilístico ni en lo temático sino en la creación de una nueva relación activa entre drama y espectador, el cual sale del teatro, pero no del drama, con un nuevo compromiso consigo mismo. A esta misma etapa pertenece la obra simbolista En la ardiente oscuridad (1950), en la que trata por primera vez uno de los temas más recurrentes en su producción: la ceguera.

b) Etapa de reflexión histórica (años 60)

Tras una década de estrenos, Buero da un giro notable a su obra, iniciado en 1958 con Un soñador para un pueblo. En esta etapa, Buero Vallejo escribe obras de tema histórico en las que se sirve del pasado para reflexionar sobre el presente; de esta forma consigue burlar la censura y llegar a su público. Este recurso, utilizado por varios autores, se denominó posibilismo. Pertenecen a este período Las Meninas y El concierto de San Ovidio. En ellas el autor aborda el tema de España y el destino del pueblo en una sociedad injusta. El teatro histórico de Buero está construido a base de cuadros aislados que se suceden dentro de cada acto y dan a la obra forma de retablo. La discontinuidad temporal se impone y el lugar escénico deja de ser sede de un realismo verificable y se convierte en un lugar abstracto, suma de varios lugares posibles. En 1967 escribe El tragaluz, obra histórica al revés: en lugar de observar el pasado desde la actualidad, contempla nuestro tiempo desde el futuro o, lo que es lo mismo, se presenta como si fuese una obra histórica para los “investigadores” de un siglo por venir. El tragaluz y La doble historia del doctor Valmy son sin duda las obras más narrativas de Buero y constituyen el tránsito hacia la tercera etapa de su trayectoria. La construcción es muy semejante en las dos obras, basadas en la presencia de unos personajes intermediarios entre la historia y el público, que actúan a modo de narradores. Los dos dramas coinciden en atribuir a los espectadores de la sala teatral una identidad concreta, que los despoja de la propia y los convierte de alguna manera en unos personajes más. Las rupturas espaciales y temporales del período histórico se siguen manteniendo.

c) Última etapa (años 70-80-90)

Las últimas producciones de Buero Vallejo se caracterizan por lograr una conjunción mucho mejor entre ese personaje intermedio y la historia que desarrolla. Esto lo consigue al disponer la estructura de la obra de tal modo que el espectador no ve la realidad sino la versión que de ella tiene un personaje; es decir, la acción llega al espectador a través de la visión subjetiva de uno de los personajes: En La Fundación (1974) el público cree con Tomás, mentalmente trastornado, que una celda, en la que esperan varios condenados a muerte, es una lujosa fundación. En La detonación (1977) el autor nos presenta los pensamientos de Larra en los breves minutos que anteceden al pistoletazo con el que acaba con su vida. El sueño de la razón hace vivir al público la enajenada sordera de Goya, de tal forma que, cuando el pintor está en escena, solo se oye lo que él oye (su voz y sus alucinaciones), mientras que, cuando él desaparece, recobramos la audición normal de todos los personajes. De este modo el espectador ha de identificarse con los personajes, porque desde la escena se le impone el modo en que ellos ven las cosas. A diferencia de La doble historia del doctor Valmy y El tragaluz en que determinados individuos nos contaban una historia, ahora vemos esa historia, sin intermediarios que la narren, a través de personajes enfermos o tarados. En los años 80 y 90 ha seguido estrenando obras en las que se aprecia un cierto desgaste temático, lo que no resta importancia a Buero Vallejo como el principal autor teatral de la segunda mitad del siglo XX.

Alfonso Sastre (1926)

El teatro de Sastre se caracteriza por una actitud de denuncia social y una fuerte voluntad de renovación formal. Con esta intención funda un grupo de teatro experimental que derivará, en la década de los 50, en el Teatro de Agitación Social (T.A.S.). A diferencia del teatro de Buero, que practicó el posibilismo, los dramas de Sastre pronto tuvieron problemas con la censura y fueron representados por aficionados y grupos independientes. Su obra Escuadra hacia la muerte, estrenada en 1953 y prohibida en su tercera representación, desarrolla el conflicto entre la autoridad y la libertad entre un sargento tirano y sus soldados en el marco de una supuesta Tercera Guerra Mundial. Esta obra pretende ser un grito contra la guerra y los sistemas totalitarios. Dentro de su producción teatral posterior destaca la tragedia compleja, mezcla de la aristotélica, el teatro épico de Brecht y el esperpento de Valle-Inclán. En estas obras Sastre utiliza el humor como elemento distanciador, presentando a unos personajes irrisorios que son magnificados por la historia pero empequeñecidos por sus debilidades. Son, entre otras, La sangre y la ceniza y La taberna fantástica (estrenada 20 años después). Además Sastre es un gran teórico del arte teatral que ha publicado gran cantidad de escritos sobre su concepción del teatro como medio de agitación de las conciencias.

El Teatro Renovador

Alrededor de 1970 surge un movimiento de renovación teatral, que, influido por autores vanguardistas europeos (teatro de la crueldad de Antonin Artaud o teatro del absurdo de Samuel Beckett), se opone a la estética realista buscando un nuevo lenguaje dramático centrado más en la estética que en el contenido. Las figuras más relevantes de este teatro, denominado teatro subterráneo, son Fernando Arrabal (Pic-nic; El cementerio de automóviles) y Francisco Nieva. En este contexto surge una vertiente caracterizada por una valoración del teatro “independiente” frente al teatro comercial y constituida por grupos cuya actividad renovadora se desarrolla al margen de los circuitos y teatros establecidos, y a pesar, también, de los obstáculos políticos y económicos que se encuentran. Sus características son:

  • Creación colectiva de la obra. Todo el grupo aporta ideas para la creación. La improvisación desempeña un papel importante.
  • Escasa valoración del texto, que permite potenciar los aspectos más espectaculares del teatro (expresión corporal, danza, música, luces…), inspirados en el cabaret, la revista, el teatro de varietés, etc.
  • Los enfoques críticos no se limitan a la política sino también a la moral, la Iglesia, los valores establecidos…
  • Se rompen las convenciones de tiempo y espacio del teatro escénico. Se busca la participación del espectador, a quien se incorpora por sorpresa a la obra. El patio de butacas también se entiende como parte del escenario.
  • Sencillez escenográfica, que obedece en unos casos a razones estéticas y en otros a la precariedad de medios o a la simple necesidad de espectáculos fáciles de montar y desmontar para grupos de actividad itinerante.
  • En ocasiones representan obras de los autores del realismo crítico y de los autores de teatro experimental que no encontraban lugar en los cauces convencionales del teatro comercial.

En la renovación teatral que se produce en la escena española a partir de 1970 tienen especial importancia los siguientes grupos de Cataluña:

  • Els Comediants: teatro basado en experiencias creativas colectivas sin texto ni directores. Son una “compañía de espectáculo” donde tienen cabida la música, el circo, lo audiovisual, el diseño…Son autores de numerosos espectáculos, entre ellos: Non plus plis (1971), espectáculo mímico, Moros i cristians (1975), Tocatdelala (1981) y la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos de Barcelona.
  • Els Joglars: su nombre hace referencia al papel que en la Edad Media ejercían los juglares. A través de sus representaciones hacen crítica social mediante la ironía y la fabulación, poniendo el dedo en la llaga en todas aquellas cuestiones incómodas para el poder establecido.
  • LA FURA DELS BAUS: grupo de teatro urbano que busca un espacio escénico distinto del habitual (calles, naves industriales). De hecho, es a partir de un espacio dado, desde donde cada espectáculo adquiere sus propias peculiaridades. La base de su trabajo está formada por una gama de recursos escénicos que incluyen música, movimiento, ruidos, uso de materiales naturales e industriales, aplicación de nuevas tecnologías. Juegan con la improvisación y la provocación al espectador, al que incorporan directamente en el espectáculo.

Otros grupos destacados son TEM (Teatro Estudio de Madrid), Los Goliardos, Tábano o Teatro Circo en Galicia.

Teatro Anterior

El teatro de esta época se caracteriza por unos fuertes condicionantes comerciales que imponen el interés de los empresarios. Las ganancias estaban aseguradas con obras poco complejas destinadas a un público burgués conservador. Por lo tanto, se coarta la libertad en los temas y en las formas. Se puede analizar el enorme caudal de autores en dos vertientes:

  • El teatro comercial: que responde a los gustos del público y a los dictados de los empresarios. Destacan aquí las comedias y los dramas rurales de Jacinto Benavente, el teatro poético, constituido por dramas históricos en verso (Eduardo Marquina, Francisco Villaespesa) y el teatro cómico que incluye formas como la tragicomedia grotesca de Carlos Arniches, el astracán de Pedro Muñoz Seca o las comedias de los hermanos Quintero.
  • El teatro anticomercial: lo cultivan autores cuya trayectoria dramática discurre al margen de los gustos del público. Con excepción de Lorca, se trata de obras de escasa presencia y repercusión en los escenarios de la época pero más sugerentes e innovadoras desde un punto de vista estético. Se incluyen en esta vertiente Valle-Inclán y Federico García Lorca, entre otros autores.

El Teatro de Valle-Inclán

La obra dramática de Valle-Inclán constituye, junto con la de García Lorca, la principal aportación de la literatura española al teatro occidental del siglo XX. La producción de Valle puede organizarse en tres ciclos:

El Ciclo Mítico

Las obras de este ciclo (Comedias bárbaras y Divinas palabras) se ambientan en una Galicia arcaica, violenta y patriarcal. Se trata de un mundo mítico y primigenio en el que el ser humano se muestra tal como es; cruel, codicioso, lascivo, sin las capas de racionalidad que la sociedad ha depositado sobre él. La trilogía Comedias bárbaras está formada por las obras Cara de plata, Águila de blasón y Romance de lobos. La obra presenta una agria visión del ser humano cuyo comportamiento se rige por la lujuria y la avaricia. Sin embargo, la conversión final de don Juan Manuel y el contraste entre este (demoniaco pero con sentimientos nobles) y sus hijos (degenerados y obsesionados por la herencia) dotan a aquel de grandeza.

  • Cara de plata: don Juan Manuel Montenegro pretende acostarse con Sabelita, sobrina del abad, de la que está enamorado uno de sus hijos, Miguelito, apodado Cara de plata. Cuando el loco y lujurioso Fuso Negro trata de violarla, aparece don Juan Manuel y se la lleva. El abad la reclama pero la joven es incapaz de abandonarlo.
  • Águila de blasón: la obra muestra la degradación moral de los hijos de Montenegro. Primero entran a robar en la casa de su padre y después, uno de ellos, viola a una mujer. Su padre los maldice “¡Malditos sean mil veces! ¡No heredarán ni una piedra!”.
  • Romance de lobos: tras la muerte de doña María, la esposa de don Juan Manuel, este se arrepiente de su vida disipada, confiesa sus pecados y se rodea de mendigos. Desposeído de todos sus bienes, es asesinado por sus hijos.
  • Divinas palabras: tras la muerte de su madre, el hidrocefálico Laureaniño, se convierte en objeto de codicia de los dos hermanos de la difunta: Pedro Gailo (instigado por su esposa Mari Gaila) y Marica del Reino que pretenden explotarlo exhibiéndolo en ferias y caminos. En un encuentro entre Mari Gaila y su amante, estos emborrachan a Laureaniño que acaba muriendo.

El Ciclo del Esperpento

Valle es el creador del esperpento que consiste en una deformación caricaturesca de la realidad para poner de relieve lo absurdo y lo miserable de la existencia. Los procedimientos de los que se sirve Valle para lograr ese efecto son la animalización y cosificación de los personajes, subrayando su aspecto grotesco o risible y la preferencia por ambientes sórdidos o degradados. Se inscriben en este ciclo la trilogía Martes de carnaval (Los cuernos de don Friolera, Las galas del difunto y La hija del capitán) y Luces de bohemia.

  • Luces de bohemia: la trama presenta la última noche del escritor bohemio, ciego y arruinado, Max Estrella. En compañía de don Latino de Híspalis, guía desleal de Max Estrella, recorre los lados más sórdidos y desleales del Madrid de su época. Se pretende ilustrar una España deforme, injusta, opresiva y absurda, traspasada por la miseria y el hambre. De la crítica de Luces de bohemia no se libra nadie, desde la monarquía hasta el último plebeyo. Se trata por lo tanto de una crítica colectiva donde Max, a través de su ceguera, es el único capaz de ver los males del país; la miseria, la corrupción, la ignorancia, el desdén por la cultura, la represión policial… Solo dos personajes, el anarquista catalán con el que Max coincide en el calabozo y al que se le aplica la ley de fugas, y la madre cuyo hijo muere de un disparo policial son retratados con compasión y solidaridad. En el estilo de Luces destacan las acotaciones complejas y elaboradas (pensadas más para ser leídas que para la puesta en escena) y la variedad de variedades lingüísticas en los diálogos.

La Farsa

Obras situadas en un espacio más ridículo, propias del XVIII en las que introduce el uso de disfraces y el teatro dentro del teatro. La marquesa Rosalinda y Farsa y licencia de la reina castiza.

El Teatro de García Lorca

En su teatro se pueden distinguir cuatro bloques; las primeras obras, las farsas, el teatro de vanguardia y el teatro mayor.

  • Primeras obras: El maleficio de la mariposa (a una comunidad de cucarachas llega una mariposa con una ala rota de la que el protagonista se enamora perdidamente) y Mariana Pineda (inspirada en el personaje histórico Mariana Pineda, heroína liberal ejecutada por el monarca absolutista Fernando VII).
  • Farsas: La zapatera prodigiosa y Perlimplín con Belisa en su jardín. En ambas, los maridos (el zapatero y don Perlimplín) se disfrazan de hombres más jóvenes para despertar el amor de sus infelices esposas).
  • Teatro de vanguardia: Así que pasen cinco años (un joven ha de esperar cinco años para casarse con su novia y llegado el momento esta lo abandona por un jugador de rugby) y El público (defiende el amor como un instinto ajeno a la voluntad que se manifiesta de formas muy diversas, entre ellas, la homosexual, y critica una sociedad que condena todo lo que es diferente).
  • Teatro mayor: Bodas de sangre (Leonardo huye con la Novia recién casada y, perseguidos por el Novio, los dos hombres mueren al enfrentarse en una reyerta), Yerma (la protagonista, Yerma, no consigue quedarse embarazada y, llena de resentimiento, acaba matando a su marido) y La casa de Bernarda Alba (tras la muerte de su esposo, Bernarda, encarnación de la intransigencia, la hipocresía y el conservadurismo moral, decreta un luto de ocho años en los que sus cinco hijas no podrán salir de casa).

En la producción dramática de Lorca se recogen algunas características comunes:

  • El tema central es la frustración y la insatisfacción que nace del choque entre dos fuerzas; el deseo de libertad, de plenitud erótica y vital, encarnado casi siempre por personajes femeninos (Adela en La casa de Bernarda Alba, la Novia en Bodas de sangre, la protagonista de Yerma…) y la realidad (la sociedad, la tradición, el destino…).
  • El empleo del verso y la prosa. Algunas obras están íntegramente en verso y otras (Bodas de sangre o Yerma) alternan prosa y verso.
  • La importancia de los signos no verbales (música, danza, vestuario, iluminación…) desde una concepción del teatro como espectáculo total.
  • Uso de un lenguaje intensamente poético saturado de símiles, metáforas y símbolos (caballos, aljibes, luna…).

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