Teatro Español de Posguerra: Tendencias y Autores Clave (1940-1960)

El Teatro Español en la Posguerra (1940-1960): Un Panorama Desafiante

El panorama teatral de la España de la inmediata posguerra es bastante pobre, debido al régimen impuesto por el general Franco. Por una parte, las innovaciones más interesantes anteriores a la guerra, como las de Valle-Inclán y García Lorca, habían desaparecido junto con sus autores. Por otra parte, el exilio apartó de los escenarios a autores muy válidos. Además, la censura, junto con el afán comercial de los empresarios, constituyó un escollo difícil de salvar.

Principales Tendencias Teatrales (1940-1960)

La Alta Comedia

En las salas comerciales seguía triunfando un teatro de corte tradicional y evasionista: la alta comedia o comedia benaventina, situada en ambientes burgueses, de temática trivial y entretenida. Los espectadores, burgueses hartos de los desastres de la guerra, deseaban entretenerse con obras insustanciales sin ningún punto de contacto con la realidad inmediata. Los empresarios, deseosos de éxito, llevaban a las salas comedias rosas, revistas y vodeviles.

Se incluyen en este grupo de dramaturgos con éxito Edgar Neville, José Mª Pemán y Juan Ignacio Luca de Tena, entre otros. Muchos de ellos se habían iniciado en el mundo del teatro antes de la guerra, y ahora continúan en las tablas, representando, en cierto modo, la ideología dominante.

El Teatro Humorístico

Enrique Jardiel Poncela y Miguel Mihura irrumpen en el teatro español con el propósito de renovar la risa. Cansados del humor fácil, ofrecen una nueva forma de interpretar la realidad. No en vano los críticos han visto en sus obras un humor intelectual, próximo al de las comedias del absurdo. Las situaciones inverosímiles y los diálogos regidos por una lógica poco corriente son los rasgos fundamentales de una comedia en la que se entrevén ciertas dosis de amargura. Este teatro no ha de entenderse simplemente como pura diversión, sino como una crítica a la sociedad española y a todas sus convenciones.

Miguel Mihura empezó a escribir antes de la guerra, pero su reconocimiento fue tardío, pues sólo estrenó con regularidad a partir de la década de los cincuenta. Realizó su entrada en el mundo del teatro con Tres sombreros de copa, escrita en 1932 y estrenada veinte años después, comedia que está considerada como una de las obras maestras del teatro humorístico. Esta obra supone, por su originalidad, una ruptura completa con el teatro cómico anterior (el de Muñoz Seca, Carlos Arniches…). La asociación inverosímil de situaciones, los diálogos poco lógicos y los juegos lingüísticos la aproximan al teatro vanguardista de Beckett o Ionesco.

El Teatro Social

Antonio Buero Vallejo y Alfonso Sastre marcan dos hitos históricos en el teatro social y político de la posguerra española. Movidos por su instinto de rebelión, muestran su disconformidad con el sistema vigente a través de sus escritos. Son dos formas distintas de entender la protesta: política, en el caso de Sastre; social, en el caso de Buero Vallejo.

Cuando Buero Vallejo estrena Historia de una escalera en 1949 nace un nuevo drama español, que se aleja del folclorismo, del costumbrismo y del teatro humorístico que se representaba en los principales teatros de la época. Se inicia de este modo un teatro social, que busca la verdad y pretende remover la conciencia española.

El tema común que liga toda su producción es la tragedia del individuo, analizada desde un punto de vista social, ético y moral. Los principales problemas que angustian al hombre se apuntan ya en su primera obra, En la ardiente oscuridad, y continúan en obras posteriores. Está, como podemos observar, dentro de esa corriente existencialista que había también penetrado en la poesía y en la narrativa del momento. Entre sus obras más importantes podemos destacar, aparte de Historia de una escalera, El Tragaluz, Hoy es fiesta, Un soñador para un pueblo, Las Meninas

Alfonso Sastre, nacido en Madrid en 1926, funda en 1945 un grupo para hacer un teatro que se ajustara a sus deseos: un teatro entendido como arte social, que sirviera de instrumento de agitación y transformación de la sociedad. En 1953 estrena Escuadra hacia la muerte, que supone su consagración como dramaturgo. Otras obras importantes de esta primera etapa son El pan de todos y La mordaza con las que Sastre se inscribe en las listas de un teatro de tintes existencialistas. Más tarde, con obras como El cubo de la basura y Tierra roja se inclina más por el realismo crítico de denuncia.

Evidentemente, por razones políticas, muchas de sus obras no se representaron.

El Teatro Poético

Dentro de este grupo cabe destacar a Alejandro Casona. Aunque los rasgos poéticos y la expresión lírica están más o menos presentes en todas sus obras, hay que destacar, como una de las habilidades de Casona, la creación de una atmósfera irreal y mágica a través de este lenguaje poético, dando lugar a lo que podríamos llamar «teatro fantástico», donde analiza la relación entre realidad y fantasía, el misterio y los sueños, por ejemplo en La sirena varada, Prohibido suicidarse en primavera o Los árboles mueren de pie. También otra de sus preocupaciones fue hacer un teatro «pedagógico», como en Nuestra Natacha o La tercera palabra.

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