El mundo hispanoamericano renueva la literatura en español en el siglo XX. Recrea el propio idioma empleando un lenguaje fresco y ornamentado. Se pueden distinguir dos etapas, ambas se desarrollan a través del cuento y la novela, estas dos etapas son: la novela anterior a los años 40 que se puede clasificar en novela de la tierra, indigenista y política, y la novela posterior a esa fecha conocida como boom.
A principio de siglo el lenguaje tiene mucho adorna, siguiendo con el estilo de Rubén Darío. Se trata de una prosa modernista con características de la poesía: musicalidad y exuberancia. Trata distintos temas pero predominan ambientes lejanos y temas legendarios. Podemos distinguir: novela de la tierra, novela indigenista y novela política.
A partir de los años 40 comienza la revolución de la narrativa hispanoamericana. Los autores formulan nuevas técnicas tanto en la novela como en el cuento. En ellos la acción dinámica pierde importancia y tanto los espacios como los temas se hacen universales. El tiempo se fragmenta y se introducen nuevos modelos de estructura influidos por autores europeos y americanos como Joyce, Kafka y Faulkner. Esta novela llamada “Nueva Novela” deja atrás la denuncia y la naturaleza para dar paso al llamado realismo mágico. En él se cuenta una historia en la que se introducen elementos fantásticos como si fueran normales.Además los autores experimentan con nuevas técnicas narrativas y nuevos temas en los cuentos En esta etapa se pueden distinguir:
üLos precursores del “Boom” donde destacan nombres como Jorge Luis Borges con sus obras “Ficciones” y “El Aleph”. Escribe desde una perspectiva intelectual, con un interés marcado por la metafísica, el tiempo, la muerte, el destino, lo ilógico. También encontramos a Juan Rulfo autor de “Pedro Páramo”, una novela marcada por el realismo mágico, en el que los temas sociales y rurales se mezclan con elementos fantásticos y míticos. Aunque también destaca por sus cuentos como «El llano en llamas«.Y Alejo Carpentier quien en “El reino de este mundo” explica lo real maravilloso.
üLos principales autores del “Boom”, caracterizados por su lenguaje extraordinario. Son autores comoMario Vargas Llosa con “La ciudad y los perros”, un reflejo de la corrupción moral de la sociedad limeña, que abarca todas las clases sociales, Gabriel García Márquez con “Cien años de soledad” que está ambientada en el espacio mítico de Macondo y desde el estilo narrativo oral propio de Colombia y Julio Cortázar quien en “Rayuela” presenta una novela nueva, extraordinaria e incluso rara con una gran experimentación del lenguaje.
üPor último, los autores post-boom. Entre ellos destacan Isabel Allende con “La ciudad de las bestias” en la que inaugura el feminismo en la novela, Antonio Skármeta con“El cartero de Neruda”, Alfredo Bryce Echenique con “Un mundo para Julius” y Mario Benedetticon “Despistes y franqueza”. Benedetti cultiva el realismo mágico en la línea de Cortázar, pero también es un escritor políticamente comprometido desde el exilio.
En la actualidad se han desarrollado
ambos y destacan los llamados
«microcuentos» como «Cuando despertó, el dinosaurio estaba
allí» de Augusto Monterroso y más autores de ambos géneros como
Elena Poniatowska (premio Cervantes), Jorge Gabriel Vásquez, Sergio
Pitol y Jorge Volpi.
En España la guerra ha estancado completamente la situación del teatro anterior al 36. No llegan las corrientes que hay en el resto de Europa. Los autores más representativos del teatro que pretende innovar se encuentran en el exilio y los dos grandes dramaturgos españoles Valle Inclán y García Lorca han muerto.
Esta situación unida a la dictadura del General Franco resulta en los años cuarenta enla división del teatro en dos:
üEl teatro comercial que a su vez se divide en dos: la comedia burguesaque refleja el modo de vivir de las clases acomodadas en defensa de los valores tradicionales, con un final feliz y diálogo ágil y de buen gusto cultivado por autores como Luca de Tena y Calvo Sotelo, y un teatro de humor con el objetivo de evadirse de la situación, en él destacan Jardiel Poncela (“Eloísa está debajo de un almendro”) y Miguel Miura con “Tres sombreros de copa” en la que desarrolla el teatro de lo absurdo.
üEl teatro comprometido que huye de la convención y de lo trivial para tratar temas existenciales buscando la dignidad del hombre. En él el espacio y el tiempo son más realistas. Sobresalen Buero Vallejo con “Historia de una escalera” provista de una crítica implícita y Alfonso Sastre con “Escuadra hacia la muerte”más combativa.
Ya en los años cincuenta aparece un teatro
social, denuncia temas como la clase obrera. El público es más joven,
universitario.Se asienta la ideología
del realismo social aunque predomina la representación de comedias burguesas y
de humor, revistas, zarzuelas y variedades.
Alfonso Sastre y Buero
Vallejo siguen escribiendo. El primero afirmará que “Lo social es superior
a lo estético” en su obra “Drama y
sociedad”. Y el segundo busca la verdad y la felicidad. Por un lado medita sobre
la vida y la condición humana en su teatro existencial (“En la ardiente oscuridad”) y por otro lado, denuncia las
injusticias sociales desde un sentido moral y político en su teatro del
realismo social (“El concierto de san
Ovidio”).
En los años sesenta es la época del desarrollismo.
Continúa manteniéndose el predominio del teatro intrascendente y se generan,
además, dentro de este teatro
comercial, dos líneas: la comedia realista, con Alfonso Paso, y el neo-astracán,
con Tono y Alonso Millán.
En la línea del teatro
que no se estrena, se perciben dos tendencias:
üContinúa el realismo
social, con la aparición de un grupo de autores jóvenes que ponen de
manifiesto la realidad de su tiempo en obras como “Los inocentes de la Moncloa”, de Rodríguez Méndez,
El tintero
y El grillo, de Carlos Muñizy “La camisa”
de Lauro Olmo.
Se mantienen los
temas del realismo de los años 50, y la técnica se dirige al realismo
naturalista.
üAparece
el teatro experimental que asimila las corrientes del extranjero con el
objetivo de mantener el compromiso social pero superando al realismo mediante a
renovación de la expresión dramática (enfoque simbólico o alegórico). La
escenografía adquiere importancia haciendo que la obra teatral no se reduzca
solo al texto.
Francisco Nieva más surrealista y Fernando Arrabal
a quien la carga crítica lo enfrentó a la censura y a cierta crítica
obligándolo a exiliarse en Francia. Muy pocos lograron estrenar sus obras, y
los que lo hicieron fue a partir de los 70 y con grandes concesiones.
En la década de
los 70 se mantiene, hasta el final de la dictadura en 1975, la separación
entre el teatro comercial y las tendencias sociales con dificultades para
estrenarse, junto con la aparición de una nueva tendencia, el teatro
independiente. Este nuevo teatro independiente sintetiza las corrientes
populares y experimentales, decide mantenerse al margen de las grandes cadenas
del espectáculo y orientarse hacia un público que nunca antes había tenido
acceso ni interés por el teatro. Ya no se trata de un teatro de autor, sino de
conjuntos de directores, autores y actores organizados en cooperativas que
recorren el país como ElsJoglars, ElsComediants.
A partir de 1975,
se dispersan las tendencias y, por lo general, encontramos corrientes más
tradicionalistas, con “Las bicicletas son para el verano” de Fernán
Gómez, y una línea de “realidades actuales”, con “Bajarse al moro”
de Alonso de Santos y «¡Ay, Carmela!
» de Sanchis
La
política teatral se abre con la fundación del Centro Dramático nacional, la
subvención por parte de las instituciones. Y por otro lado encontramos un
teatro contemporáneo, un arte visual como la compañía de La Fura dels Baus.