Elegía
Miguel Hernández —-> de la amistad, sino que nos lo hace vivir a traces de la experiencia límite de la muerte temprana de un amigo íntimo. En efecto, a traces de un lenguaje de apariencia espontanea e incontrolada, el poeta consigue sumergirnos en su emoción de confusión absoluta, hasta llevarnos al sentimiento esperanzado del final. Esta célebre elegía pertenece al primer gran libro de Miguel Hernández, el rayo no cesa (1936).