En la España del primer tercio del Siglo XX se conocían los movimientos de renovación teatral europeos pero era imposible adoptarlos por la reticencia de los actores míticos declamatorios, de empresarios, de críticos y de público burgués; ninguno de ellos apostaba por las novedades. Así pues había mucho teatro y de éxito pero de escasa calidad y nada original.
El teatro tradicional se difunde a través de tres corrientes: el drama Romántico, la comedia burguesa y el teatro cómico.