Ángela, obligada a casarse sin amor para cumplir los designios de una familia sin fortuna y una madre autoritaria, se ve abocada a la soledad, a una soledad que le provoca un estado de reflexión y tormento que le hace plantearse y sentir finalmente verdadero amor y una extraña pasión desenfrenada (reflejada en una de las cartas que escribe) por Bayardo San Román, el hombre que, siguiendo las directrices de una sociedad hipócrita y anquilosada, la había repudiado al conocer que no era virgen. Seguir leyendo “Dueña por primera vez de su destino, Ángela Vicario… hasta… con cintas de” »