T.S. Eliot y su Revolución Poética
T.S. Eliot (1888-1965) es un autor complejo de ubicar en los movimientos poéticos del siglo XX. Sin embargo, coincide en gran medida con los planteamientos de los imagistas. El movimiento imagista puede definirse como una tendencia literaria que surge a principios del siglo XX y que afecta solamente a la poesía. Se inspira básicamente en la idea de que, mediante la utilización de la imagen, el poeta es capaz de expresar toda la esencia del mensaje literario y de que, mediante la palabra desnuda, se pueden transmitir todas las matizaciones posibles de las categorías mentales. Los imagistas estaban en contra de la poesía tradicional, del romanticismo, de la poesía georgiana, así como de la idea victoriana sobre la vida.
El Imagismo y su Contexto
El imagismo es deudor de otras corrientes literarias, bien por incorporar aspectos esenciales de estas o por oponerse frontalmente a algunas concepciones anteriores. El imagismo parte del rechazo consciente a los planteamientos románticos y ataca duramente estos aspectos, así como su visión subjetiva, el acercamiento fantasioso, los anhelos melancólicos o el innecesario revestimiento verbal. Prefieren el mensaje directo, la palabra tallada y la imagen rota. Con los parnasianos comparten la idea de que el arte puede sobrevivir por sí mismo, no es necesario que nadie lo entienda, y la renuncia a exteriorizar sus propios pensamientos. Sus fundadores (T.E. Hulme) reconocen la influencia del simbolismo, pero difieren en muchos aspectos: los simbolistas creen en la armonía hombre/naturaleza y generan una metafísica del espíritu; los imagistas crean una religión del espíritu. Los primeros piensan que hay que revestir el verso de musicalidad para que dé juego a la complejidad de las sensaciones, mientras que los imagistas creen que hay que buscar la frase que lleve ya intrínsecamente ese ritmo. El simbolista utiliza la música como referencia poética y el imagista, la escultura. El autor tradicional se adaptaba a la convención para que el lector lo aceptara y no lo dañara. Sin embargo, los imagistas no lo ven así, sino que ellos no se someten a la convención del lector, ellos escriben libremente porque les da igual si no son entendidos, ya que deben ser los propios lectores los que deben preocuparse por entenderlos a ellos. El lector es casi despreciado, por decirlo de alguna manera. Sin embargo, para los imagistas, el lector y el escritor están en un mismo nivel porque ambos van en busca de la verdad y por el camino deben aprender; ellos dicen que para encontrar la felicidad primero hay que aceptar las limitaciones de cada uno (dolor, la muerte, etc.). Para estos autores, un poema puede convertirse en un cuadro impresionista donde las piezas, en forma de mosaicos aislados, adquieren sentido una vez filtradas por la mente del lector, las cuales deben hacerse a través de asociaciones sensoriales e identificaciones recíprocas autor-lector.
La poética imagista fundamenta sus principios teóricos en unas pocas prescripciones que se derivan de los presupuestos estéticos que Ezra Pound desgranó en su ensayo “A Retrospect”, donde da las bases de cómo debe ser la poesía moderna: la búsqueda de la armonía interna de las palabras en poesía; el tratamiento directo del tema; la utilización solo de aquellas palabras que contribuyan al mensaje, no al revestimiento romántico, ni a la rigidez gramatical. Durante la segunda década del siglo, cada autor y país empezará a innovar en poesía llegando a la misma conclusión: el modernismo. El fundador, T.S. Hulme; autores imagistas: H. Doolittle, William Carlos Williams, Ezra Pound o D.H. Lawrence.
T.S. Eliot: Poeta, Dramaturgo y Ensayista
Las sociedades europeas necesitan otro tipo de poesía porque son sociedades más avanzadas. La sociedad industrializada genera robots, según estos autores, donde se piensa poco y se trabaja mucho, y por esta razón la literatura debe avanzar y ser más compleja. Tanto Pound como Eliot sienten verdadera debilidad por la imaginería mítica y mágica de las religiones orientales, pero sin dejar a un lado la poesía lírica, la poesía amorosa o la poesía no-comprometida, sino que este tipo de poesía debe modernizarse haciéndose menos obvia y más compleja. El poeta debe ser más sofisticado y menos complaciente. Se inicia la poesía moderna con la imagen rota y la palabra tallada como características esenciales y T.S. Eliot será el maestro de ceremonias, la referencia obligada para cualquier crítico o estudioso de la literatura anglosajona del siglo XX.
Eliot es un poeta, dramaturgo y ensayista, un gran “generador de sistemas”. Aunque es norteamericano, es un autor europeo. Enriqueció la literatura con conceptos inventados/acuñados para armonizar los conceptos literarios, basados en los clásicos pero con un toque original, como por ejemplo el “objective correlative”. El lenguaje es el factor número uno, utilizado para que conecte con el lector académico, debe ser formal teniendo en cuenta a los clásicos con el fin de que siga teniendo mensaje para el lector moderno.
La Faceta Ensayista de T.S. Eliot
Debemos mencionar su faceta ensayista porque es un crítico muy importante. Significó un punto de referencia durante al menos tres décadas. Los cambios de tono crítico, el renovado acercamiento a la literatura anglosajona, la aportación de nuevos rumbos y la configuración de una estética poética son algunos de los aspectos por los que la crítica moderna se siente más endeudada con el autor. Sus títulos más importantes: The Sacred Wood, Selected Essays.
Obra Poética de T.S. Eliot
Su obra poética inicia con “The Love Song of J. Alfred Prufrock”, publicada en la revista Poetry. La mayoría de sus poemas escritos entre 1909 y 1915 suelen ser observaciones críticas de la sociedad moderna y de los paisajes urbanos, influenciados por los poetas franceses, recopilados y publicados bajo el título Prufrock and Other Observations. Entre 1916 y 1918 escribió los “French Poems” y “Quatrain Poems”, en los que denuncia a esa sociedad urbana debilitada y corrompida por el orgullo y el dinero y satiriza a sus instituciones. Por estos años, el autor empieza a introducir un personaje arquetípico de nuestro tiempo: Sweeney, quien representa al hombre contemporáneo, vacío y decadente, superficial y acrítico, deshumanizado y sin sentimientos.
A partir de 1919, comienza a escribir un tipo de poesía oscura, difícil, muy impactante y con un registro más maduro. En esta etapa destacan: “Gerontion”, The Waste Land, The Hollow Men, entre otros. Estos poemas y obras se caracterizan por la introspección pesimista en el corazón del hombre moderno y por el desconcierto ante la inevitable desintegración de nuestra civilización cristiana.
«Gerontion» (1920)
“Gerontion” (1920) es considerado como el precursor de The Waste Land. El lector puede percibir esa sensación de frustración, de falta de comunicación, de sentimiento de pérdida, ausencia de los valores éticos y estéticos, pero con capacidad de regeneración. Gerontion es un viejo acabado que se enfrenta a una muerte cercana, sin fe regeneradora y consciente de su inevitable desintegración intelectual y emocional.
«The Waste Land» (1922)
The Waste Land (1922), publicada en Criterion (revista editada por el propio autor), es una reflexión sobre la Primera Guerra Mundial, donde la sociedad, basada en principios cristianos, ya no tiene nada que ofrecer debido al sentimiento de fracaso. Inspirada en dos tratados de gran envergadura como The Golden Bough y From Ritual to Romance, Eliot hace resurgir la mitología y las religiones antiguas con la necesidad de una regeneración espiritual en el siglo XX. De ahí la presencia obsesiva en el poema del sexo y la religión, por un lado, y por otro, de la esterilidad y la falta de fe. El mito de redención como muerte sacrificial que proporcionará vida a esa tierra estéril, significará el punto vital de conexión a lo largo de toda la obra.
The Waste Land representa una crítica a la civilización occidental basada en los valores cristianos. El poema está dividido en cinco partes:
- “The Burial of the Dead”: introducción basada en puntos de contraste ligados por un elemento común que es el temor reverencial hacia el más allá. Une imágenes bíblicas y míticas con escenas de la vida diaria donde se producen premoniciones poéticas angustiosas, intentando armonizar la amenaza de la mortalidad con el mito de la resurrección.
- “A Game of Chess”: iniciado con una descripción larga sobre el lujo y los adornos que rodean a esa mujer angustiada por el taedium vitae y abrumada por el tiempo, la fugacidad de la vida y la imposibilidad de una comunicación fluida.
- “The Fire Sermon”: inspirado en el sermón de Buda en contra de la lujuria, el autor juega con la ambigüedad de las relaciones sociales. La escena inicial se desarrolla en un Támesis otoñal que se va metamorfoseando poco a poco con ironías y distorsiones líricas en una ciudad impersonal y decadente. El autor se burla de rituales tradicionales e impregna de acusaciones veladas a nombres y símbolos históricos para terminar con una evocación de San Agustín, que suele ser desconcertante para el lector.
- “Death by Water”: el agua se utiliza como un elemento simbólico contradictorio: por un lado, reproduce alusiones a la fertilidad, a la fuente de la vida, al remanso de la paz y, por otro, recuerda al lector su capacidad destructiva a través del fenicio ahogado.
- “What the Thunder Said”: es una alusión mítica a la voz de Dios. Un intento del poeta por encontrar elementos concluyentes armónicos que susciten esperanza.
The Waste Land es uno de los mejores poemas logrados en la literatura del siglo XX en lengua inglesa. Describe con imágenes desnudas trágicas la incapacidad del hombre para librarse de su angustia existencial, su ansiedad ante su propia insatisfacción, su aburrimiento en el discurrir cotidiano y su horror ante la falta de respuestas. En todo momento se encuentra el abismo al que el hombre se siente irremediablemente abocado, el miedo ante el vacío, la voz de la conciencia ante el inevitable terror ante lo desconocido. El final parece que está dirigido a una mente religiosa: el temor de Dios abre las puertas del conocimiento. La fe puede salvarnos, nuestro mundo (una tierra baldía, árida e infecunda) está condenada al castigo apocalíptico. Solo la fe volverá a generar esperanza y devolverá fecundidad a nuestro suelo estéril.
Etapas Finales y Legado de T.S. Eliot
A finales del siglo XX, Eliot entra en una nueva etapa en su producción poética, en la que la fe religiosa (se convierte al anglo-catolicismo) da forma y carácter a sus poemas. Ash Wednesday, Ariel Poems (ambos poemas dan fe de este peregrinaje místico y espiritual del poeta tras su conversión) y The Hollow Men (presenta un mundo en ruinas donde los habitantes están preocupados por el éxito material).
La última etapa de su producción poética está representada por Four Quartets, formada por cuatro títulos individuales: “Burnt Norton”, “East Coker”, “The Dry Salvages” y “Little Gidding”. Junto a su visión de una sociedad derrotada, aparecen reflexiones positivas sobre el tiempo y la historia, la vida y la muerte, utilizando imágenes del mundo onírico, símbolos tradicionales y recursos mitológicos de todo tipo. Four Quartets representa su broche de oro final. Según los críticos, consigue ser el gran poema de las ideas, con gran profundidad filosófica y abierta a todas las interpretaciones culturales. Es un poema complejo y difícil, pero también pleno de espiritualidad.