Símbolos y Estilo en la Poesía de Miguel Hernández: De la Naturaleza al Compromiso Social

La Imagen Poética en Miguel Hernández

En la poesía de Miguel Hernández, las imágenes experimentan un proceso de intensificación, depuración y desnudez. Sus símbolos condensan su visión de la vida y las vivencias concretas que la manifiestan. Ambos se nutren de la naturaleza.

Perito en lunas

Gira en torno a la luna como imagen de multitud de objetos redondos: huevo («luna con sol en sigilo»), el pan («luna de la era»), la noria («contra nocturna luna»), etc. Aparece como símbolo de la actividad poética («Una imposible y otra alcanzadiza»), de la fecundidad (seno materno) en las «Nanas de la cebolla» o de lo femenino, de la esposa: «Eres la noche, esposa: la noche en el instante de su mayor potencia lunar y femenina». En ocasiones, va asociada a connotaciones de fatalidad y muerte («Besarse, mujer»). Hacia 1936, Miguel Hernández experimenta una crisis por el descubrimiento de la pasión amorosa (melancólica o pasional) y la ruptura ideológica con su mundo oriolano. El silbo simboliza la voz poética herida de amor («el amoroso silbo vulnerado»).

El rayo que no cesa

El cuchillo aparece como espejo de la doble realidad del amor, dulce y dolorosa («de ala dulce y homicida»). Será imagen, junto con el rayo, del deseo insatisfecho («¿No cesará este rayo que me habita…?»). El segundo responde también a la representación de la furia y fuerza revolucionaria («Sonreídme») y de la rabia ante la muerte («Elegía»).

El símbolo central en la cosmovisión poética hernandiana es el toro, ya que en él confluyen vida, amor y muerte (principales temas de M. Hernández). Encarna la virilidad, el impulso genital, una visión dionisiaca de la vida («un amor hacia todo me atormenta») y el sentido trágico de la vida («como el toro he nacido para el luto / y el dolor»). El barro simboliza la sumisión y humillación del enamorado frente a la amada, pero se encrespa y amenaza con inundarla y poseerla («Me llamo barro aunque Miguel me llame»). Otras imágenes del poemario son los tópicos para ponderar la belleza femenina: nardos, nácar…

Viento del pueblo

Tras la participación de M. Hernández en la Guerra Civil, su poesía se convierte en un arma comprometida con el pueblo. Dentro de Viento del pueblo, este elemento simboliza la entrega de la voz y la vida del poeta a la defensa del pueblo. Los aperos de labranza (yugo) frente a las herramientas (martillo, hoz) en «Jornaleros» o «El niño yuntero» y el buey frente a los toros, águilas y leones representan la oposición libertad-servidumbre.

Cancionero y romancero de ausencias

En Cancionero y romancero de ausencias encontramos dos campos imagineros: la muerte, el odio y la cárcel; la casa tras la muerte del hijo es el hoyo y ataúd y el odio de la guerra lo domina todo («Guerra»); el amor, la vida y la libertad, encarnados en el vientre de la esposa y el hijo, («Hijo de la luz y de la sombra»). Otro símbolo que aparece es el ave, encarnando la libertad, el amor, la ternura, la alegría («La boca» y «Nanas de la cebolla»).

Influencias y Evolución Estilística en la Poesía de Miguel Hernández

1. Influencia de la tradición literaria española

Su trayectoria es rápida. Le influyen la tradición culta renacentista y barroca, la vanguardista (poesía pura y surrealismo) y la tradición popular. Su aprendizaje literario es autodidacta y se proyecta en la imitación de varios poetas. Tras su decepción de la capital, actualiza su poesía con los postulados de la poesía pura de Jorge Guillén y Luis de Góngora, obteniendo las décimas del ciclo de Perito en lunas («Flor de almendro», «Naranja», «Limón») y las cuarenta y dos octavas reales del poemario sin título, hecho que las convierte en acertijos poéticos indescifrables. Además del molde métrico de la octava real y del hipérbaton y la elipsis, la técnica fundamental es la metáfora, la cual aplica a objetos cotidianos. El toro es «flecha que parte a dispararse por el arco del cuerno», la palmera es «columna», pone a la luna «un tirabuzón», las veletas son «danzarinas en vértices cristianos injertadas», el huevo «luna clara con un sol en sigilo» y el pan «luna de la era». Un verso de Góngora cierra a la octava titulada «Gallo» (comentar el poema «Toro» y «Sexo en instante»). Al publicar sus obras sin título se deduce que Almarcha subvencionó su edición por el contenido. La tradición de la poesía clásica española estará presente desde Perito en lunas hasta El rayo que no cesa (sonetos).

2. Modernidad y vanguardia

A raíz de su vuelta a Madrid, Miguel Hernández contacta con el surrealismo («Sonreídme»). A pesar de su influencia surrealista en el poema 15 de El rayo que no cesa y gongorina en el «Soneto final», utiliza como modelos a Garcilaso y Quevedo de acuerdo con la tradición petrarquista para enfocar su pasión amorosa insatisfecha y torrencial. En este libro, el rayo del título es un símbolo de la expresión de la vivencia amorosa, junto al toro. A partir de 1936, su poesía va a estar mediatizada por la guerra y la pone al servicio del pueblo como «arma de guerra». Por ello, emplea un lenguaje y una métrica acordes con el pueblo y miliciano de los frentes, apareciendo el romance y la canción. Surge el neopopularismo. Adopta la brevedad, la anáfora, el paralelismo y los estribillos de la canción («Nanas de la cebolla»). Miguel Hernández halla así su voz más auténtica en los moldes de la poesía del pueblo.

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