“Perito en lunas” consta de 42 octavas reales. Los poemas son una suerte de adivinanazas cuya solución hay que buscarla en lso títulos. Entre los símbolos más representativos, están el toro, con el significado de sacrificio y de muerte(sus cuernos son “miluna menos cuarto” y los toreros, “émulos imprudentes del lagarto”; la palmera, elemento paisajístico mediterráneo que es comparada con un chorro:”anda, columna; ten un desenlace/de surtidor”. Por otra parte, imágenes y símbolos muy de su tiempo, las “veletas” que califica de “danzarinas en vértices cristianos” en alusión a la bailarina de moda J. Baker. Abundan los símbolos referidos al sexo masculino (“su más confusa pierna”), al deseo sexual (“fuego de arenal”) Y AL SEXO FEMENINO (“nácar hostil”). Por último en “sexo en instante”, canto impuro al onanismo, la virilidad queda expresada a través de “la perpendicular morena de antes/bisectora de cero sobre cero”. “El rayo que no cesa”. El tema fundamental, sobre el que giran todos los símbolos, es el amoroso y añadiendo el concepto de “herida”: el rayo es la representación hiriente del deseo, como lo es el cuchillo o la espada (“¿no cesará este rayo que me habita?). A su vez, la sangre es el deseo sexual; la camisa, el sexo masculino y el limón, el pecho femenino como “Me tiraste un limón y tan amargo”. La frustración que produce en el poeta la esquivez de la amada se simboliza en la pena”¡cuánto penar para morirse uno!”. Todos estos poema quedan resumidos en “Como el toro he nacido para el luto”, hay un paralelismo simbólico entre el poeta y el toro de lidia, destacando en ambos su destino trágico de dolor y de muerte, su virilidad, su corazón desmesurado, la fiereza, la burla y la pena (“Como el toro he nacido para el luto/y el dolor, como el toro estoy marcado…”). En este poema, el dolor físico y la “herida” deviene y podemos encontrar una constelación de símbolos cortantes como la espada, cuernos, puñales,… Son estos instrumentos de las heridas de amor y muerte pero también hay amistad y muerte; así, estos instrumentos del dolor que proporcionan alguna suerte de herida, adquieren una expresividad dramática en la “Elegía” dedicada a Ramón Sijé. En ella hay un mosaico de dolor y rabia incontrolable:”manotazo duro”. En “El rayo…” tambien hay poemas que expresan el vasallaje ante la amada.(“Me llamo barro aunque Miguel me llame”), la figura del buey es de servicio, en contraposición con la del toro. Tambien en el soneto “Por tu pie, tu blancura más bailable,”, encontramos pie, símbolo de la servidumbre. “Viento del pueblo”. Ejemplifica poesía como arma de lucha. En este libro hay un desplazamiento del yo del poeta hacia los otros. Así pues, viento es voz del pueblo encarnada en el poeta, tal y como queda expresado en el poema (“Vientos del pueblo me llevan… y me aventan la garganta”). En la estrofa siguiente, el buey se identifica con el pueblo que no lucha y el león se relaciona con la rebeldía y el inconformismo (“Los bueyes doblan la frente, los leones la levantan”). Pero el poeta combatiente se identifica con leones, águilas y toros pero tambien se identifica como poeta en la figura del ruiseñor. El símbolo de la pena es ahora fruto de la injusticia y el de tierra, como madre. La contraposición entre las dos Españas(ricos y pobres) se da en las manos: “unas son las manos puras de los trabajadores”, las otras son “unas manos de hueso lívido y avariento”.Asimismo, en la amada ahora se pone el acento en su maternidad. El símbolo, va a ser el vientre;: “He poblado tu vientre de amor y sementera”. El hijo futuro será la prolongación de los nuevos esposos y la esperanza de una España mejor (“Nacerá nuestro hijo con el puño cerrado”) El hombre acecha . Nos vamos a encontrar el tema del hombre como fiera y, en consecuencia, con colmillos y garras. La “garra” (fiera); a su vez, fiera (y sus equivalentes tigre, lobo, chacal, bestia, animal) es símbolo de la animalización regresiva del hombre, a causa de la guerra y del odio. Del libro merecen destacarse los poemas que tratan de los desastres de la guerra. Las dos Españas, enfrentadas, aparecen en «El hambre», puesto que el poeta dice luchar “contra tantas barrigas satisfechas” (símbolo de la burguesía). La sangre, es el dolor. En «El tren de los heridos», la muerte viene simbolizada por un tren que no se detiene más que en los hospitales: “El tren lluvioso de la sangre suelta” Por otro lado, el amor a la patria queda de manifiesto en «Madre España»: el símbolo es tierra-madre(vientre)-España: “Decir madre es decir tierra que me ha parido”. A su vez, nos encontramos con el símbolo del tronco y de los árboles, hijos de la tierra, que son los hombres del pueblo y el mismo poeta. Se cierra este poemario con la «Canción última»: “Miré los muros de la patria mía”, casa es el símbolo de España. Cancionero y romancero de ausencias, obra póstuma, se abre con elegías a la muerte del primer hijo del escritor, fallecido a los diez meses; éste es evocado mediante imágenes intangibles: “Ropas con su olor, / paños con su aroma. La esperanza, renace con la venida de un nuevo hijo («Hijo de la luz. En ese nuevo hijo queda simbolizada la pervivencia del poeta: “Tu risa me hace libre, / me pone alas. / Soledades me quita, / cárcel me arranca”. Esas alas, las aves son la esperanza, la libertad, que vienen de la mano del amor. La guerra es el horror y el odio, sólo el amor es el que basta y el amor, ahora, es la luz, identificada con el hijo vivo y con la amada, que ahora es esposa y madre, simbolizada en el vientre. El amor a la esposa, como la risa del hijo es la libertad (“en tus brazos donde late / la libertad de los dos. / Libre soy. Siénteme libre. / Sólo por amor”). la cárcel, la muerte y el sufrimiento son la sombra y la ausencia. También la casa, a raíz de la muerte del primer hijo, se hace ataúd (“Mi casa es un ataúd”, dice en «Era un hoyo muy hondo», )Es en este «Cancionero» del dolor, la ausencia y la muerte donde el poeta enuncia las tres “heridas” en las puertas de la muerte, que, simbolizada por el mar, empieza a ser la única certeza para el poeta: “Esposa, sobre tu esposo / suenan los pasos del mar”. Claro que ante esta certeza, la boca de la esposa se encarga de dejar para la eternidad la escritura del poeta y sus heridas.