Símbolos e Imágenes en la Poesía de Miguel Hernández
A lo largo de toda su poesía, Miguel Hernández, al igual que hizo García Lorca, intenta crear un universo de símbolos que hilvana las páginas de sus libros. Se trata de símbolos portadores de auténticos significados y representantes de imágenes que hacen que la poesía de este escritor se convierta en un auténtico cuadro complejo de ornamentaciones al estilo barroco.
Perito en Lunas: Naturaleza, Metáforas y Surrealismo
Perito en Lunas se inicia con un canto a la naturaleza y recrea un cuadro de costumbres y elementos cotidianos a través de metáforas gongorinas y acertijos poéticos que llegan a convertirse en auténticas greguerías al estilo de Gerardo Diego, “Anda columna…con gargantillas de oro en la garganta….” Para referirse a una palmera.
Así mismo, señalar la presencia de imágenes vanguardistas cercanas al surrealismo en poemas como “Gotas de Agua”( “siento venir tras los renglones evasivos de la lluvia, ya puntos suspensivos”).
Aunque quizás, lo más simbólico de este libro es la importancia que se le otorga a la “luna”, máximo elemento de inspiración poética (“Hay un constante estío de ceniza para curtir la luna de la era”).
El rayo que no cesa: Amor Cortesano y Tortura Emocional
En cuanto a su libro, El rayo que no cesa hay que señalar que es un cancionero de amor al más puro estilo “cortesano-petrarquista” del amor cortés. Destacar principalmente aquellas imágenes que apuntan a la tortura amorosa (“Nadie me salvará de este naufragio si no es tu amor”), imágenes telúricas (“Me llamo barro, aunque Miguel me llame”) que muestran esa humillación que siente el propio autor; son imágenes construidas al estilo de Carlos Bousoño, con la superposición de imágenes.
También aparecen en este libro metáforas relacionadas con los fenómenos atmosféricos para manifestar la fatal presión desatada en el amante (“Descansar de esta labor de huracán…”) junto a metáforas puntiagudas, hirvientes y cortantes que trasladan el padecimiento amoroso al dolor físico.
Elegía a Ramón Sijé: Expresionismo y Dolor Profundo
Sin duda alguna, “la belleza poética” de este escritor destaca en su “Elegía a Ramón Sijé”, plagada de imágenes expresionistas (“…del almendro de nata te quiero…”), visionarias- dantescas (“Ando sobre rastrojos de difuntos”) e incluso imágenes cristianas (“Tanto dolor se agrupa en mi corazón, que por doler me duele hasta el aliento”).
El Toro: Símbolo de Burla y Nobleza
Los símbolos de la poesía de M. Hernández se caracterizan por tener un valor bisémico. Recordemos la figura del “toro”, por un lado burla y humillación (“Como el toro burlado…”) y por otro como símbolo de la nobleza y la bravura, adjetivos que califican a los toros de lidia, un toro que como el hombre tiene un alma enamorada que derrama pasión y nobleza.
En el poema “El toro sabe al fin de la corrida”, la sangre es el licor fuerte que bebe el poeta herido en las astas del amor.
Vientos del pueblo: Lucha y Esperanza Colectiva
En Vientos del pueblo abandona su poesía amorosa. Ahora el “viento” es símbolo de la colectividad y aparece como un grito de esperanza, de vida que anima al pueblo a luchar por la libertad, a favor de la causa republicana.
Aparece el elemento bestiario, bueyes, para expresar la sumisión junto a leones, toros, zarpas y así demostrar el orgullo y fuerza contra los desleales a la República (“La agonía de los bueyes tiene pequeña la cara…”).
Otro de los aspectos es que en este libro aparecen imágenes bélicas y telúricas, portadoras de un gran dramatismo (“Nace como la herramienta…de una tierra descontenta”), imágenes dolorosas trágicas, terribles con valor bisémico, por ejemplo “El niño yuntero” que por un lado es carne de yugo por el trabajo que realiza y por otro simboliza la fecundidad.
El hombre acecha: Deshumanización y Renacimiento
En El hombre acecha se reproduce una poesía de odio plagada de imágenes que deshumanizan al hombre pero que a su vez ennoblecen y dan vida a la naturaleza (“Hoy el amor es muerte y el hombre acecha al hombre…”).
Así mismo, en medio del horror surge un nuevo despertar (“Florecerán los besos sobre las almohadas…”) de amor por encima de la muerte (“Aunque bajo la tierra, mi amante cuerpo esté, escríbeme a la tierra que yo te escribiré”).
Cancionero y Romancero de ausencias: Canto, Luz y Esperanza
Y atravesando estos símbolos e imágenes, llegamos a su libro titulado Cancionero y Romancero de ausencias, donde su voz es un canto, un himno plagado de imágenes de luz y de esperanza. Compone ahora unos versos que reflejan lo que fue su vida (“Amor por encima de la vida y de la muerte”) y en los que el poeta se eterniza en su hijo (“Menos tu vientre, todo es oscuro”). También encontramos una serie de metáforas desnudas que giran en torno al dolor por la ausencia de la amada, de su hijo y de su vida que se va acabando (“Ausencia veo en todo”).
Nanas a la cebolla: Ternura y Vitalidad
Destacar por último la ternura de las imágenes que configuran “Nanas a la cebolla”. Se trata de una serie de versos aparentemente tristes pero a su vez con una fuerte vitalidad (“…sangre de cebolla…”) pero que encierran la risa del hijo (“es tu risa en los ojos, la luz del mundo”).
Conclusión
En conclusión, la poesía de este poeta de barro y luz es un compendio de imágenes paisajísticas, fruto de la realidad vivida que teje una poesía que se hace con el discurrir de sus versos tan naturales y emotivos por los símbolos utilizados como por sus contemplaciones profundas.