1. El Renacimiento en España
El Renacimiento en España presenta singularidades como la ausencia de una verdadera burguesía, la obsesión por la limpieza de sangre y el triunfo de la Contrarreforma. En este contexto, surgen dos corrientes espirituales de gran importancia: la ascética y la mística.
Ascética y Mística
La ascética y la mística son dos fases de un proceso interior en el que se llega a la unión con Dios.
- Ascética: en esta fase se incluyen la vía purgativa y la vía iluminativa.
Ejemplo: Fray Luis de León.
- Mística: es un grado más allá de la ascética porque solo la llegan a alcanzar algunos y tiene, además de la vía purgativa e iluminativa, la vía unitiva.
Ejemplo: San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús.
- Vía purgativa: purificación de todo lo sensorial.
- Vía iluminativa: el alma se ilumina con la consideración de los bienes eternos de la pasión y bendición de Cristo.
- Vía unitiva: en esta se llega a la unión con Dios, también conocida como “matrimonio espiritual”.
2. El Petrarquismo
Este movimiento poético toma como modelo de imitación el Cancionero del poeta toscano Francesco Petrarca, un conjunto de sonetos y canciones que conforman una secuencia narrativa y que tiene como eje la pasión amorosa no correspondida del yo poético hacia Laura. Los principales rasgos del petrarquismo son:
- La imitación compuesta o recreación de la obra de poetas latinos e italianos.
- El tema amoroso, marcado por la concepción neoplatónica.
- La utilización de la mitología grecolatina.
- La descripción de la naturaleza idealizada.
- La utilización de nuevos metros, estrofas y poemas estróficos.
- La naturalidad en la expresión y la transmisión de una emoción auténtica.
3. Garcilaso de la Vega
Garcilaso de la Vega (1501-1536) nació en Toledo, en el seno de una familia aristocrática. En 1525 se casó con Elena de Zúñiga, con la que tuvo tres hijos, además de otro fuera del matrimonio. En la corte toledana de Carlos I cortejó a una dama portuguesa llamada Isabel Freire, que pudo inspirar algunos de sus poemas amorosos. Encarnación del ideal de caballero renacentista, que debía conjugar el ejercicio de las armas y de las letras, murió en Niza (Francia), a causa de las heridas recibidas durante el asalto a la fortaleza de Le Muy.
Los poemas de Garcilaso de la Vega fueron publicados póstumamente, en 1543, como apéndice de los de Juan Boscán. Su obra, breve, supone la más importante revolución poética de la historia de la literatura española, aunque apenas incluye las siguientes composiciones:
- Treinta y ocho sonetos, más dos de atribución dudosa, y cuatro canciones. Estos poemas configuran, en realidad, un cancionero petrarquista que no pudo culminarse ni ordenarse debido a la prematura muerte del autor.
- La oda “Ad florem Gnidi” (A la flor de Gnido), escrita a imitación del poeta latino Horacio, en la que Garcilaso introduce la lira en la poesía castellana.
- Dos elegías (en tercetos encadenados) y una epístola (en endecasílabos sueltos).
- Tres églogas de ambientación pastoril.
3.1. Los Sonetos
En algunos sonetos, el yo poético se identifica con personajes mitológicos. Es el caso del soneto XII (el yo poético, incapaz de refrenar la pasión, se identifica con Faetón o con Ícaro), XIII (se compara con Apolo, rechazado por Dafne, que terminará por convertirse en laurel), XV (se mide con Orfeo, capaz de alterar con su llanto el orden de la naturaleza), o XXIX (en el que recrea la historia de Leandro, que cada noche cruza a nado el mar para unirse con su amada Hero). En el soneto XI aparecen las ninfas como confidentes del yo poético.
En la mayor parte de los sonetos se exploran los distintos matices de la experiencia amorosa: el dolor que produce la ausencia de la amada (VIII, XXXVII); la voluntad de reencontrarse con ella, venciendo todos los obstáculos (IV); el sufrimiento al recordar la felicidad perdida (X); los celos (XXX, XXXI, XXXIX); o el alivio al sentirse liberado del yugo de la pasión (XXXIV).
En algunas composiciones, Garcilaso explica el proceso de enamoramiento y la naturaleza del amor. Este se concibe como una comunicación entre las almas que se lleva a cabo por medio de unos “espíritus vivos y encendidos” que van desde los ojos de la amada hasta los del enamorado (soneto VIII). De este modo la amada escribe o dibuja su rostro en el alma del amante, que, desde entonces, consagra su vida al amor, pues en él encuentra el sentido de su existencia. El amor se identifica con un hábito (sonetos V y XXVII), en su doble sentido de costumbre y prenda que aporta aquel que profesa una fe, del que ya no podrá desembarazarse.
Siguiendo el modelo de cancionero de Petrarca, algunos sonetos (XXV, XXVI) presentan el dolor por la muerte de la amada y el deseo de reencontrarse con ella en el más allá.
Por último, algunos sonetos están dedicados a sus amigos: Boscán (XXVIII, XXXIII), Mario Galeota (XXXV) y Julio César Caracciolo (XIX), como confidentes de sus amores, o bien a su hermano muerto (XVI).
3.2. Las Églogas
Una égloga es una composición protagonizada por pastores que dialogan en el marco de una naturaleza idealizada, donde expresan sus quejas por un amor no correspondido o por la muerte de la amada.
Garcilaso construye sus tres églogas inspirándose en fuentes diversas, en un ejemplo de imitación compuesta:
- En la literatura grecolatina, los Idilios del griego Teócrito, imitados por el poeta latino Virgilio en sus Bucólicas.
- El Bucolicum Carmen, un conjunto de doce églogas escritas en latín por Francesco Petrarca.
- La novela pastoril –otra de las manifestaciones de la literatura bucólica– cuyo origen hay que situar en la novela Dafnis y Cloe, del griego Longo, y que había sido recuperada por autores del Renacimiento italiano como Giovanni Boccaccio (Ameto) o Jacopo Sannazaro (Arcadia).
- Las églogas dramáticas de Juan de la Encina.
Égloga I
La primera de las églogas del autor, escrita en estancias de catorce versos, se organiza en dos partes, enmarcadas simétricamente por la descripción de la aurora y el crepúsculo.
- En la primera parte, el pastor Salicio, rechazado por Galatea, expresa su dolor en una serie de doce estrofas rematadas por el verso, repetido a modo de estribillo, “salid sin duelo, lágrimas, corriendo”.
- En la segunda parte, de igual extensión, Nemoroso se lamenta de la muerte de su amada Elisa.
La obra reúne así las dos secciones características de los cancioneros petrarquistas. Garcilaso se desdobla, además, en dos personajes que encarnan, respectivamente, las dos causas del sufrimiento amoroso: el desamor y la pérdida.
Égloga II
La Égloga II, que alterna tercetos encadenados, estancias y endecasílabos con rima interna, es la más extensa y compleja de las tres. En ella reaparecen Salicio y Nemoroso, a los que se une el pastor Albanio, que experimenta una desaforada pasión erótica por Camila, una amiga de la infancia. Rechazado por esta, enloquece, y, al mirarse en las aguas de una fuente, no reconoce su imagen.
Nemoroso realiza entonces una apología de la casa de Alba y, en particular, del gran duque Fernando Álvarez de Toledo, amigo y compañero de armas de Garcilaso, con el que participó en la defensa de Viena contra el imperio Otomano. La vida militar, el honor o el sentimiento del deber parecen ofrecerse como un remedio a los desvaríos de Albanio.