EL CUENTO
Los textos líricos presentan una grave variedad tanto formal como temática. En general, podemos decir que se caracterizan por el predominio de las funciones expresivas y poéticas del lenguaje.
La lírica cumple una función expresiva de las experiencias más personales o subjetivas del poeta, que expresa sus sentimientos, emociones, estados de ánimo o ideas. El yo poético no debe identificarse directamente con el autor pues son frecuentes los textos en los que el poeta, para transmitirnos su mensaje, se “enmascara” tras otro “yo” que no es necesariamente imagen de sí mismo.
La consecuencia inmediata de todo esto es la renuncia a la trama argumental
En la lírica, la descripción de los elementos reales o la narración de hechos sirven siempre para evocar el estado emocional del poeta. La forma externa puede ser narrativa, dialogada, etc., pero aun así la finalidad esencial seguirá siendo reflejar el estado de ánimo del poeta.
El otro aspecto fundamental es la función poética, ya que se usa el lenguaje de una forma especial, con una intención estética. Para ello se cuida la forma del mensaje utilizando recursos literarios “extrañadores” que se separan de la lengua estándar, a fin de que el lector se sorprenda y pueda descubrir en lo dicho nuevos y más ricos significados.
La forma de los textos líricos presentan, asimismo, otra carácterística fundamental: la concentración y la brevedad, ya que son producto de la interiorización de experiencias que se despojan de elementos que se consideran accesorios o anecdóticos (se ha dicho en numerosas ocasiones que en un poema todo tiene importancia y nada sobra). Por eso, para la correcta interpretación de un texto lírico es importante tener en cuenta que la forma del mensaje y su contenido son dos aspectos inseparables: la forma es la expresión del contenido, o sea, es significativa. Si un contenido fuese expresado con otra forma, se alteraría su valor y, por tanto, su significado. La brevedad lleva consigo la acumulación de recursos expresivos.
La finalidad estética y la voluntad de forma, común a todos los textos literarios, se manifiesta en la lírica, frecuentemente, a través del verso, elemento esencial para crear el ritmo y la musicalidad. Para ello se sirve de la regularidad silábica, de la rima, de las repeticiones, etc. La rima y el verso pueden aparecer o no en el texto lírico (en muchas ocasiones el autor decide escribir poemas sin rima y poemas en verso libre o incluso en prosa), pero los textos líricos siempre tienen ritmo. Para producir el efecto rítmico, fundamental en poesía, se utiliza la regularidad del número de silabas de la repetición del esquema métrico y de la rima asonante. Cada estrofa termina a modo de estribillo.
Por otro lado, para interpretar eficazmente un texto poético es necesario desentrañar el sentido figurado del lenguaje (personificación, metonimia y metáfora), las palabras resultan personificadas.
En cuanto a la interpretación del contenido, si el lenguaje literario, en general es plurisignificativo, la voluntad de forma que caracteriza especialmente al lenguaje poético exige del lector una lectura aun más atenta y reflexiva, y una actitud abierta para interpretar y compartir los sentimientos e ideas que el poeta intenta transmitir. Los temas líricos son muy variados y pueden ir desde asuntos serios a asuntos más o menos intrascendentes. Sin embargo, hay una serie de temas que han sido constantes a lo largo de la historia del género: la inquietud por los problemas sociales y políticos (constituyen la denominada poesía comprometida o poesía social, en la que se encuadraría, por ejemplo el poema de Alberti), el amor (a un ser humano, a la naturaleza, etc.), la vida y la muerte, el paso del tiempo, la soledad del poeta…
Alguno de estos temas ha sufrido un tratamiento concreto que se ha repetido a lo largo de los tiempos. Se trata de los llamados “tópicos literarios” y su conocimiento, al igual que las constantes propias de cada movimiento literario, pueden facilitar la lectura de estos textos. Destacamos, entre ellos:
-Carpe Diem (“Goza el momento”): tópico de origen clásico que invita a gozar de los placeres terrenales ante la perspectiva de la pronta desaparición.
-Tempus fugit (“El tiempo huye”): se trata de la conciencia de la fugacidad de la vida, el paso rápido del tiempo y la angustia que provoca la inexorable llegada de la muerte.
-Homo viator (“Hombre caminante”): la vida terrenal no tiene valor en sí misma; es solo un camino hacia la muerte y hacia la vida eterna.
-El poder igualatorio de la muerte: la muerte aguarda a todos los seres humanos sin distinción de edad o condición.
-Ubí sunt (“¿Dónde están?”): tópico que señala la desaparición de los bienes poseídos a causa de la destrucción que provoca la muerte. El poeta se pregunta que será ahora de todo aquello que resplandecía en el pasado.
-La Fortuna (la suerte, el destino):
tema de origen clásico que ejercíó gran atracción entre los hombres del Siglo XV. Se trata de una señora que, con su caprichosa rueda, rige el destino de los hombres.
-Vanitas vanitatis (“Vanidad de vanidades”): tópico de origen bíblico que trata del desprecio hacia los bienes terrenales. Nada en este mundo posee autentico valor. Los valores del mundo terminan desapareciendo por efecto del tiempo, la fortuna o la muerte.