Otro rasgo a destacar es el registro coloquial (“vainas de mujeres”; “los motivos del corazón”), que contrasta con la elevada retórica de determinados fragmentos (“El argumento decisivo de los padres fue que una familia dignificada por la modestia no tenía derecho a despreciar aquel premio del destino. Ángela Vicario se atrevió apenas a insinuar el inconveniente de la falta de amor, pero su madre lo demolió con una sola frase:−También el amor se aprende.”).
Detallismo en las descripciones
El detallismo en las descripciones enriquece la ambientación general (“Estaba en una colina barrida por los vientos, y desde la terraza se veía el paraíso sin límite de las ciénagas cubiertas de anémonas moradas, y en los días claros del verano se alcanzaba a ver el horizonte nítido del Caribe, y los trasatlánticos de turistas de Cartagena de Indias”)
Figuras retóricas
Aparecen diálogos en estilo directo reflejando la conversación entre Bayardo San Román y el viudo Xius, en el momento en el que el primero quiere comprarle la casa al segundo.
Figuras retóricas
Las figuras retóricas: antítesis (“a diferencia de los noviazgos de la época, que eran largos y vigilados, el de ellos fue de solo cuatro meses”), metáforas (“hechizó a su familia con sus encantos”, “premio del destino”, “motivos del corazón”), hipérbole (“demolió con una sola frase”, “demasiado hombre”), polisíndeton (“Yo hubiera dicho lo mismo. Estaba en una colina barrida por los vientos, y desde la terraza se veía el paraíso sin límite de las ciénagas cubiertas de anémonas moradas, y en los días claros del verano se alcanzaba a ver el horizonte nítido del Caribe, y los trasatlánticos de turistas de Cartagena de Indias”) se repite la conjunción “y”. Personificación “colinas barridas por los vientos”.
Estilo denso y poético
Otro rasgo a destacar es el registro coloquial (“muerta de risa”; “escribiendo sin cuartel”), que contrasta con la elevada retórica de determinados fragmentos (“Dueña por primera vez de su destino, Ángela Vicario descubrió entonces que el odio y el amor son pasiones recíprocas. Cuantas más cartas mandaba, más encendía las brasas de su fiebre, pero más calentaba también el rencor feliz que sentía contra su madre.”)
Detallismo en las descripciones
El detallismo en las descripciones enriquece la ambientación general (“Llevaba la maleta de la ropa para quedarse, y otra maleta igual con casi dos mil cartas que ella le había escrito. Estaban ordenadas por sus fechas, en paquetes cosidos con cintas de colores, y todas sin abrir.”), y el empleo de un estilo denso, poético, contrasta con un lenguaje tremendista y violento.
Figuras retóricas
Por supuesto abundan las figuras retóricas, entre las que citaremos las siguientes: antítesis (“el odio y el amor son pasiones recíprocas”), metáforas (“más encendía las brasas de su fiebre”), sinestesias (“más calentaba también el rencor”), polisíndeton (“y volvió a ser virgen sólo para él, y no reconoció otra autoridad que la suya”), enumeraciones (“Se volvió lúcida, imperiosa, maestra de su albedrío…; […] Al principio fueron esquelas de compromiso, después fueron papelitos de amante furtiva, billetes perfumados de novia fugaz, memoriales de negocios, documentos de amor, y por último fueron las cartas indignas de una esposa abandonada que se inventaba enfermedades crueles para obligarlo a volver”).
Estilo denso y poético
Otro rasgo a destacar es el registro coloquial (“Oímos la gritería”; “el terrible olor a mierda”), que contrasta con la elevada retórica de determinados fragmentos (“Tuvo todavía bastante lucidez para no ir por la calle, que era el trayecto más largo, sino que entró por la casa contigua .”)
Detallismo en las descripciones
El detallismo en las descripciones enriquece la ambientación general (“Santiago Nasar caminaba con la prestancia de siempre, midiendo bien los pasos, y que su rostro de sarraceno con los rizos alborotados estaba más bello que nunca”), y el empleo de un estilo denso, poético, contrasta con un lenguaje tremendista y violento “Se incorporó de medio lado, y se echó a andar en un estado de alucinación, sosteniendo con las manos las vísceras colgantes.”.
Figuras retóricas
Por supuesto abundan las figuras retóricas, entre las que citaremos las siguientes: anáfora: “a gritos” y “otros gritos”; antítesis (“Poncho Lanao me dijo: «Lo que nunca pude olvidar fue el terrible olor a mierda». Pero Argénida Lanao, la hija mayor, contó que Santiago Nasar caminaba con la prestancia de siempre, midiendo bien los pasos, y que su rostro de sarraceno con los rizos alborotados estaba más bello que nunca. ”), metáforas (“el racimo de sus entrañas”), polisíndeton (“Iban perseguidos de cerca por Yamil Shaium, con su escopeta de matar tigres, y por otros árabes desarmados y Plácida Linero pensó que había pasado el peligro. Luego salió al balcón del dormitorio, y vio a Santiago Nasar frente a la puerta, bocabajo en el polvo, tratando de levantarse de su propia sangrentado y con las vísceras colgando.
Recursos estilísticos
El olor: podemos observar como en este fragmento el olor tiene una mención especial cuando Poncho Lanao dice “Lo que nunca pude olvidar fue el terrible olor a mierda”, esto tiene una gran importancia ya que durante la obra el autor pretende con ello indicarnos todas las circunstancias en que se dio la muerte del protagonista, entender las diferentes versiones e intentar imaginarnos la situación.
Recursos estilísticos
Apariencia de Santiago Nasar: en varias ocasiones se destaca la forma de andar del personaje “caminaba con la prestancia de siempre” “midiendo bien los pasos” “se incorporó de inmediato” lo que nos muestra la importancia para él de su figura y presencia.