La novela realista y naturalista del siglo XIX
Contexto histórico
Durante la segunda mitad del siglo XIX, la prosa española experimentó un desarrollo significativo en diversos ámbitos. La prensa obrera surgió como un medio para reflejar las tensiones sociales, mientras que la prosa científica y humanística también floreció. Sin embargo, el verdadero esplendor de la prosa se manifestó en la novela, que atravesó por distintos periodos hasta su consolidación.
Características del Realismo
Hablar de Realismo es hablar de novela realista. La narrativa de esta época logró ofrecer una visión completa de la sociedad en un momento histórico determinado: los personajes, los ambientes, los problemas… Todo conforma un mundo verosímil y cotidiano.
El novelista se convirtió en portavoz de la conciencia colectiva, y el lector buscaba reconocerse en los personajes y asuntos de ficción, estableciéndose una simbiosis perfecta entre escritor y lector.
Rasgos destacados del Realismo
- El conflicto entre individuo y sociedad: Se buscaba comprender la causa de la no integración social y los procesos psicológicos y sociales del individuo.
- El personaje como centro de la novela: El personaje reunía y expresaba los rasgos generales de su grupo social, poseyendo un carácter individual y un significado social. Se alcanzaba una gran maestría en el retrato del individuo, tanto físico como moral, utilizando nuevas técnicas de exploración del alma humana como el monólogo interior y la narración en estilo indirecto libre.
- La pintura de ambientes: Se presentaba una gran diversidad en los cuadros costumbristas que aparecían en la novela: reuniones en el casino, paseos callejeros, cultos religiosos, comidas, fiestas populares, etc. Estos cuadros siempre se ambientaban en la época contemporánea al autor.
- Objetividad del autor: El autor tendía a desaparecer y dejaba actuar a los personajes para dar mayor objetividad, aunque mantenía un pleno conocimiento sobre ellos como narrador omnisciente. En ocasiones, podía tomar partido por algún personaje y expresar su opinión.
- Estilo sobrio y ágil: El estilo buscaba la sobriedad, la agilidad en los diálogos y la profundidad en las reflexiones de los personajes. Se recogían aspectos particulares del habla popular o regional, incluyendo vulgarismos o errores de pronunciación. Se enriquecieron las técnicas narrativas y descriptivas.
Períodos y autores del Realismo
1. Prerrealismo (mediados del siglo XIX)
El novelista recogía el tipo y la escena de la corriente costumbrista y elaboraba una novela más rica en matices que reflejaba una clara evolución. El Prerrealismo se caracterizaba por:
- Reproducir la realidad en movimiento frente al inmovilismo costumbrista.
- Desarrollar la personalidad de los personajes condicionada por el ambiente social.
- Recoger del costumbrismo un dualismo moral, político y religioso, un mundo de buenos y malos con abundantes juicios de valor y moralización.
Autores representativos: Fernán Caballero (La gaviota) y Pedro Antonio de Alarcón (El sombrero de tres picos).
2. Realismo (décadas de 1870 y 1880)
La consolidación del Realismo en España se produjo a partir de la revolución de 1868. Dos años después, se publicó la primera novela realista: La fontana de oro de Galdós. En esta época se desarrollaron las llamadas «novelas de tesis», que transmitían una cierta concepción de la realidad. Se distinguen dos tendencias:
- Conservadora tradicional: Rechazaba ciertos temas y ambientes de la novela extranjera y sometía la realidad a una mayor idealización. Destacan José María de Pereda (Sotileza y Peñas arriba) y Armando Palacio Valdés (Riverita y Maximina).
- Progresista: Llevaba el realismo a sus últimas consecuencias, defendía un cambio radical de la sociedad y atacaba la ramplonería y la intolerancia religiosa. Destaca Galdós (Doña perfecta, Gloria y La familia de León Roch).
3. Madurez del Realismo (década de 1880)
Los autores superaron el dualismo prerrealista y el exceso de moralización. Las obras ganaron en objetividad y calidad tanto en la descripción de personajes como de ambientes. La visión de la realidad era más abierta y sin prejuicios ideológicos tan claros. Se consolidaron todas las características realistas en obras como: La desheredada, Tormento, Miau, Fortunata y Jacinta y Misericordia, de Benito Pérez Galdós; Juanita la larga y Pepita Jiménez de Juan Valera; y Pipá, La regenta y Su único hijo de Leopoldo Alas “Clarín”.
La tendencia naturalista en la novela
Aunque a muchos escritores se les acusó de ser naturalistas, el Naturalismo español se redujo a la incorporación de algunos elementos al Realismo.
Galdós lo hizo con La incógnita y Realidad. Emilia Pardo Bazán fue considerada naturalista por algunos sectores, aunque el propio Zola se extrañó de ello por su condición de católica. Destacan Los pazos de Ulloa, La tribuna y La Madre Naturaleza.
Vicente Blasco Ibáñez publicó novelas ambientadas en la huerta valenciana que describían el odio, la venganza, la fatalidad y la miseria. Destacan La barraca, Arroz y tartana y Cañas y barro.