Realismo poético en La casa de Bernarda Alba: Símbolos y costumbrismo

Realismo poético en *La casa de Bernarda Alba*: Símbolos y costumbrismo

Federico García Lorca fue dramaturgo y poeta, por lo que no es extraño que realidad y poesía se mezclen en esta obra. Aunque Lorca advierta que estos tres actos tienen la intención de un documento fotográfico y tome datos de la realidad, no podemos considerar *La casa de Bernarda Alba* como un drama realista, pues este drama de mujeres en los pueblos de España supera los estrechos límites del realismo para alcanzar una dimensión poética. De hecho, en esta época la fotografía era en blanco y negro, como los colores que predominan en *La casa de Bernarda Alba*, de manera que esa simplificación del color es una visión “deformada” de la realidad. Lorca muestra un caso extremo y extraño dentro de lo posible, pero se inspira en hechos reales. La familia Alba existió y el autor pudo observarla e inspirarse en ella. En la casa contigua a la de la familia de Lorca en Valderrubio (Granada) vivía la viuda Frasquita Alba, que sometía a una férrea disciplina a sus hijas. Con Frasquita coinciden muchos datos que aparecen en la obra (el talante autoritario, el doble matrimonio y seis hijas; una de las cuales se casa con un tal Pepe de la Romilla y muere de parto, casándose Pepe con la hermana menor). Sin embargo, desde el subtítulo de la obra (*Drama de mujeres en los pueblos de España*) se evita el localismo y el carácter andaluz para darle una dimensión más amplia a la misma.

Costumbrismo y sociedad en *La casa de Bernarda Alba*

En *La casa de Bernarda Alba* hay una realidad de estructuras, de relaciones sociales y económicas anacrónicas, pero vigentes en la España de 1936 y posterior, que se pueden resumir en los siguientes aspectos:

* Sociedad agrícola. * Moralidad estricta influenciada por la Iglesia. * Extrema sumisión de la mujer. * Aparición explosiva de las tensiones sexuales primarias, reprimidas y censuradas por la moral.

Es extraordinaria la riqueza costumbrista de la obra. Nos ponemos en contacto con la vida de un pueblo, con sus comadreos, con las faenas del campo o las labores domésticas; vemos tradiciones peculiares como las que conciernen al duelo y al luto, y muchos detalles más. El ambiente de la casa está perfectamente sugerido: las habitaciones de paredes blancas, el patio, el pozo y el calor sofocante. Con carácter general, hemos de decir que en la obra esta realidad se combina con la poesía de forma asombrosa. Los datos proceden de la realidad, pero su tratamiento se produce desde la dimensión poética (la hipérbole, el uso de metáforas, el doble plano, real e imaginado, etc.).

El lenguaje en *La casa de Bernarda Alba*: Entre lo poético y lo coloquial

Destaca la perfecta integración del lenguaje poético y el coloquial en el habla de los personajes, la maestría del diálogo, su fluidez, su nervio, su intensidad, el predominio de réplicas cortas y, a veces, la sentenciosidad. El lenguaje del teatro lorquiano, cargado de simbolismos y sentidos connotativos (metáforas, ironías, alusiones, hipérboles), desempeña una función vital tanto en la creación de la atmósfera dramática como en la individualización de los personajes para darles su dimensión humana. El verso se relaciona con la canción y aparece poco en *La casa de Bernarda Alba*; sólo está presente en la oración de Bernarda y las vecinas, y en las cantinelas de María Josefa. El lenguaje coloquial destaca la verdad que la obra nos transmite y del que sobresalen los siguientes rasgos:

* Todos los personajes suelen emplear insultos, maldiciones y amenazas en ausencia del personaje aludido, salvo los de Bernarda contra sus hijas, que son directos, igual que los de Martirio y Poncia hacia Adela (“Métete en tus cosas, ¡oledora!, ¡pérfida!”). * Algunos vulgarismos en boca de Poncia y la criada reflejan su baja condición social (“Llevan ya más de dos horas de gori-gori”). * El habla rural y campesina se manifiesta, por ejemplo, en la utilización del sustantivo “madre” sin artículo. * En ocasiones, el autor usa refranes, frases hechas y dichos populares (“Tu madre es fuerte como un roble”), pero en otros casos inventa o adapta refranes. * Se reserva el ‘tú’ para personas de la misma edad, y el ‘usted’ para personas mayores. Las hijas tratan a Bernarda de ‘usted’, mientras las criadas y mujeres la llaman de ‘tú’. * Los personajes acusan mediante insinuaciones, alusiones indirectas y frases de doble sentido.

A pesar de estos rasgos reconocibles en la realidad, es evidente que en la obra lo poético irrumpe con fuerza. No podemos hablar de drama realista porque la obra supera los límites del realismo. Aunque Lorca ha procurado crear la impresión de verosimilitud, plantea una dimensión poética: la exageración en la descripción de caracteres, el uso de metáforas e imágenes en el habla de los personajes y la estructuración de la obra en un doble plano (real-representado e imaginado-simbólico). Todo esto nos habla de la poetización de una realidad transfigurada en un prodigio del arte. Los personajes, el espacio, la escenografía, el habla, las costumbres descritas, la situación dramática son elementos de la realidad de su tiempo, pero transformados desde una dimensión poética.

Simbología en *La casa de Bernarda Alba*

La simbología es fundamental en el teatro lorquiano, y en especial en *La casa de Bernarda Alba*. Con los símbolos inherentes al marco de la obra se aprecia el afán de ceñir la acción únicamente a lo que sucede en la casa. La escenografía es crucial y se describe como una vivienda andaluza tradicional de gruesas paredes blanquísimas (que van perdiendo su “blancura” durante el drama) y mobiliario sencillo. La casa en sí constituye una unidad de protección y aislamiento del exterior, y lo que acontece fuera se sabe por alusión. Respecto a la contextualización, la obra empieza y acaba con muerte y silencio. Lorca, con el pueblo “sin río”, simboliza la muerte, frente a la presencia de agua, que significa vida. También es destacable la sed (de libertad) que atosiga a Adela al final de la obra. En cuanto a los símbolos concernientes a la acción y descripción del drama, los nombres de los personajes son remarcables, y los colores son representativos; así, la blancura decreciente de las paredes contrasta con el riguroso luto, al igual que cuando Bernarda pide un abanico y le dan uno de flores, ésta protesta y pide uno negro. Es digno de mención también el vestido verde con el que Adela va a dar de comer a las gallinas. Y es que el verde en Lorca significa liberación y vida. El bastón de Bernarda es símbolo de autoridad. La mayoría de los personajes son femeninos; los masculinos sólo aparecen por alusión. Así, Pepe el Romano, sin llegar a manifestarse, desencadena toda la acción. Los recursos expresivos, como los símiles con animales, caracterizan a los personajes (Pepe el Romano como un león o caballo semental). Los eventos no materializados se mencionan (doblar de campanas, trote y silbido de Pepe el Romano), y cuando hay silencio se presagia la tragedia. En el trasfondo, la autoridad de Bernarda sólo es combatida por la rebeldía de la joven Adela y la locura de la anciana Josefa, cuyas canciones aportan lirismo a la obra.

Conclusión

Podemos concluir que se trata de una obra incluida en el realismo poético, ya que, siendo de apariencia realista, está impregnada de una carga lírica ineludible en la forma del lenguaje descriptivo, de la acción y de la manera de hablar de los personajes, que es en sí lo genial de Lorca. Nunca se insistirá lo bastante en el papel del lenguaje, tanto para crear la atmósfera dramática como en la individualización de los personajes para darles su dimensión carnal.

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