Miguel Delibes: Un Retrato de la España Rural y la Condición Humana
Miguel Delibes (1920-2010) se dio a conocer en 1947 con La sombra del ciprés es alargada, obra en la que ya aparecen temas recurrentes en su producción como la muerte y la infancia. Posteriormente, publicó El camino, donde se entrelaza el despertar a la vida de un niño con la confrontación entre la vida rural y la urbana. En La hoja roja, aborda la desolada situación de un jubilado, mientras que en Las ratas, describe la pobreza de un pueblo castellano.
Cinco horas con Mario, una de sus obras más emblemáticas, se basa en el monólogo interior de Carmen, una mujer de clase media que vela el cadáver de su esposo, Mario. La visión crítica de Carmen permite al lector identificarse con el fallecido, un profesor solidario y progresista, en contraste con la mentalidad conservadora de su esposa. Esta obra representa un agudo contraste entre la España tradicional y la España progresista de la época.
Otros títulos destacados que abordan sus temas y estilos característicos incluyen: El príncipe destronado, El disputado voto del señor Coyo, Los santos inocentes y Cartas de amor de un sexagenario voluptuoso.
Luis Martín Santos y la Novela Experimental: Tiempo de Silencio
Luis Martín Santos (1924-1964) es conocido principalmente por su obra Tiempo de silencio (1962), que representa un hito en la novela experimental española de los años 60. La novela se centra en la figura de un médico investigador que provee de ratones a un habitante de una chabola, conocido como «el Muecas». El protagonista se ve implicado en el asesinato de la hija de este y es detenido. Tras salir de prisión, su novia es asesinada por el novio de la chica. Solo y fracasado, decide retirarse a ejercer la medicina rural.
La obra constituye un profundo recorrido por la realidad española del momento, inmersa en un ambiente de miseria moral y degradación social. A través de su narrativa, Martín Santos critica la pobreza, las desigualdades sociales, la mediocridad y el conformismo de la sociedad.
El Realismo Mágico: Una Fusión de Realidad y Fantasía
El realismo mágico floreció en la literatura latinoamericana de los años 60 y 70, en parte como resultado de las discrepancias entre la cultura tecnológica y la cultura de la superstición. En este género, la «magia» se convierte en un elemento cotidiano, integrado en la realidad.
En la obra de Gabriel García Márquez, y en particular en *Crónica de una muerte anunciada*, se aprecia un novedoso tratamiento del ámbito rural, con destellos de realismo mágico y el uso de innovadoras técnicas narrativas. El realismo mágico se distingue del uso tradicional de elementos fantásticos en la literatura porque presenta lo real como maravilloso y viceversa.
Ejemplos de esta peculiar fusión se encuentran en frases como: «Las balas de la Magnum podrían partir un caballo por la cintura». Esta afirmación, claramente hiperbólica, se inserta en un contexto donde la verosimilitud se lleva al extremo, como cuando ningún ciudadano avisa a Santiago Nasar de que lo van a matar. La desmesura también se manifiesta en la forma en que lo asesinan: «Desesperado, Pablo Vicario le dio un tajo horizontal en el vientre y los intestinos completos afloraron en una explosión». Esta descripción grotesca y violenta enfatiza la venganza y la necesidad de recuperar el honor perdido.
La desmesura se extiende a otros aspectos de la novela, como el deseo de Ángela Vicario de recuperar a Bayardo San Román, quien compra todas las rifas o se sumerge en una borrachera sin fin. También se evidencia cuando nadie ve la carta que advierte del crimen, en la desproporción de la boda o en el persistente olor a Santiago Nasar. Estos detalles sumergen al lector en una búsqueda constante de la verdad absoluta, que nunca se revela por completo.
El Perspectivismo como Técnica Narrativa
En *Crónica de una muerte anunciada*, se observa un continuo entrecruzamiento de los puntos de vista (PDV) del narrador, los testigos, los protagonistas y las fuentes escritas, lo que otorga a la novela su carácter perspectivístico. Este modelo narrativo exige un lector activo que sea capaz de ensamblar las piezas dispersas. Sin embargo, el punto de vista dominante es el del narrador.
- La voz narradora como contrafigura de Gabriel García Márquez: El narrador es un cronista que reconstruye los hechos a partir de los relatos de otros. Él mismo es testigo y partícipe de la acción, pero no recuerda con nitidez lo sucedido. Para esclarecer los hechos, se basa en la correspondencia con la madre de Santiago, el informe jurídico y de la autopsia, y los testimonios de los personajes.
- Alternancia de la narración omnisciente y subjetiva: Cuando narra a partir de sus recuerdos, adopta una perspectiva omnisciente en tercera persona. Sin embargo, cuando narra como personaje-testigo, utiliza la primera persona, ofreciendo una visión subjetiva de los acontecimientos.
- Polifonía y ambigüedad: La multiplicidad de voces genera una polifonía en la que los personajes a veces coinciden en sus interpretaciones, pero otras veces se contradicen. La historia se presenta ambigua, especialmente en lo que respecta a la identidad de quien deshonró a la protagonista o, por ejemplo, el clima del día del asesinato. Se trata de una obra dialógica, donde se yuxtaponen diferentes puntos de vista a través del estilo directo. Es una novela de enfoque provisional, donde el lector debe ensamblar las piezas para comprender la totalidad.
El Perspectivismo en *Plenilunio* de Antonio Muñoz Molina
- Narrador omnisciente: Predomina el uso de la tercera persona. El narrador no solo narra con objetividad, sino que también transmite los pensamientos, sentimientos y recuerdos de los personajes. Por ejemplo, conocemos los pensamientos del inspector mientras busca la mirada del asesino. Este narrador se centra en un solo personaje a la vez, mostrando la dualidad del inspector, capaz de amar y afrontar las consecuencias de sus actos.
- Narrador extradiegético: El narrador no participa como personaje, sino que observa los hechos desde fuera.
- Confesión en primera persona: En ocasiones, aparece la confesión en primera persona, inserta en un diálogo, como cuando Susana cena por primera vez con el inspector.
- Estilo indirecto libre: Esta técnica se utiliza para reflejar de manera convincente el pensamiento de los personajes.
- Narración en tercera persona: Se caracteriza por la escasez de adjetivación y diálogo, lo que crea una sensación de objetividad.
- Contraste estilístico: La objetividad de la narración contrasta con la crudeza de la descripción forense de la niña asesinada.