Nos encontramos ante un fragmento de “historia de una escalera” creada por Buero Vallejo, escritor y dramaturgo nacido en Guadalajara. Cursó los estudios en su ciudad natal y combatió en la Guerra Civil española en el bando republicano hasta que fue detenido y condenado a muerte. En 1980 recibió el premio nacional de teatro y seis años más tarde los premios Pablo Iglesias y Cervantes por el conjunto de su obra.
Destacó dentro del género dramático, específicamente en el teatro de posguerra. Este teatro, de acento trágico, se centra en los grandes interrogantes de la condición humana y en los problemas del hombre contemporáneo. No faltan tampoco las situaciones y los personajes con referencias críticas a la España de su tiempo. Une pues, lo social y lo existencial, apareciendo así mismo en sus obras un mensaje ético general, una reflexión sobre el individuo, la justicia y la verdad.
El teatro de Buero Vallejo de acento trágico se centra en los grandes interrogantes de la condición humana y en los problemas del hombre contemporáneo, no faltan tampoco las situaciones y los personajes con referencias críticas a la España de su tiempo. Une pues, lo social y lo existencial. Aparece a sí mismo en sus obras, un mensaje ético general, una reflexión sobre el individuo, la justicia y la verdad.
La obra dramática de Buero Vallejo es la más importante de la posguerra en España, a través de ella el autor intenta adquirir conciencia de las realidades de tipo psicológico, sociales o metafísicas en que se desarrolla la vida del hombre actual.
El teatro de Buero Vallejo se puede dividir en 3 etapas. La primera etapa tiene un enfoque existencial de los temas con una técnica teatral realista. Es un teatro tradicional y pertenece al Realismo simbólico. Las obras de esta etapa son: Ardiente Oscuridad, Madrugada, Historia de una Escalera. La segunda etapa hay un predominio del enfoque social y ético con una técnica teatral más compleja. Obras: Las meninas (1960), Tragaluz (1967). Y la tercera etapa, es una etapa con contenidos sociales y políticos más explícitos. Incorporación de experimentos escénicos. Obra: La llegada de los Dioses (1971). “La fundación” (1974).
En este caso, el fragmento que se nos presenta como hemos comentado, corresponde a la obra de “historia de una escalera”, el desenlace que parte a dar fin a la misma. Dicha obra narra la historia de una serie de personajes integrados en tres generaciones sucesivas que viven gran parte de su vida en el rellano de la escalera de una comunidad de vecinos. Se trata de un drama con gran carga existencial y social que refleja la historia de una frustración individual y sobre todo colectiva.
Inmersos en esta inamovible escalera, los personajes traban relaciones de vecindad como amorosas, que se irán presenciando a lo largo de la obra, junto a intentos inútiles de salir de su situación con el propósito de cambiar sus vidas y aspirar a un futuro mejor.
Toda la obra se compone de tres actos, comenzando con la presentación de los personajes sus características y limitaciones, donde cabe destacar el comienzo amoroso y los planes de progreso entre Fernando y Carmina. Posteriormente, el segundo acto tras 10 años pasados muestra nuevas familias, relaciones y personas ya fallecidas, a lo que posteriormente, el acto final, transcurridos 20 años le proseguirá con grandes disputas ocasionadas por el intento de relación entre Carmina hija y Fernando hijo.
En cuanto a los temas, destacan el amor, fruto de las pasiones entre los distintos personajes; la frustración que se hace presente en el ambiente ante el fracaso de los numerosos intentos por un futuro próspero; el desasosiego; la imposibilidad de mejorar; la muerte y sobre todo el anhelo por salir de la situación.
Esta fuerte esperanza ante una mejora comparten los personajes que a nuestro acto pertenecen, Fernando hijo y Carmina hija.
Fernando hijo posee gran similitud con su padre, en especial en esas ideas de futuro que le rondan. Representa el espíritu de rebeldía que hace contraste con la tradición y los prejuicios de las respectivas familias, observable en el interés por convencer a Carmina hija en la necesidad de escapar juntos de todo el ambiente e iniciar una vida juntos, a lo que ambas familias se niegan y rechazan.
Carmina hija por otra parte resalta por su romanticismo que embelesada por las palabras de su novio finaliza por acceder. Presenta gran parecido con su madre, al igual que sucede con Fernando hijo.
Ambos padres, Fernando y Carmina, presentan gran relevancia debido a que comparten una historia similar a la de sus hijos. En un comienzo el amor los enredó, pero las circunstancias les llevaron a contraer matrimonio con otros personajes, Elvira y Urbando.
En relación al espacio que da vida, decoro y simbolismo a la obra se presenta la inmutable escalera, escenario en esta última escena y las restantes. Se trata de un espacio interior y cerrado, testigo del paso del tiempo, al que Buero Vallejo llega a personalizar de tal forma que los personajes alcanzan relaciones afectivas con la escalera, renegándola o considerándola vieja compañera. Sin duda es un espacio simbólico, jaula que impide el progreso de sus habitantes y en el que se desarrollan las distintas vivencias: frustraciones, disputas, fracasos y vivencias amorosas tal como este caso.
Así, la trama transcurre a lo largo de este rellano, donde cada acto representa la vida de las sucesivas generaciones, un tiempo cíclico en el que se intercalan ciertos saltos en el tiempo.
Con respecto a los diálogos, la característica principal es la repetición, que proporciona la sensación de que los personajes hablan de los mismos asuntos en cada acto. El lenguaje empleado por el autor no presenta ningún tipo de complejidad sintáctica y su registro pertenece al de una clase social similar entre todos los personajes.
Buero Vallejo hace un gran uso de los vocativos, “¡Carmina! ¡Fernando!”, además de las oraciones exclamativas que llaman la atención del lector manteniéndolo inmerso “¡Si puede ser!; ¡nada!; ¡No!; ¡No me dejes!” y del imperativo. El lenguaje incluso presenta connotaciones afectivas, dado a las llamadas cariñosas “pequeña”.
Los verbos por otra parte se presentan en primera persona en tiempo futuro, simbolizando la esperanza de salir de la reiterada situación y finalizar con esa frustración.
En relación a los símbolos la escalera expresa el espacio durante el cual transcurre toda la obra, reflejando esa inmovilidad hacia el futuro de los personajes, donde todos pasan por ella, y a pesar de las reformas, todo sigue igual, por lo que en definitiva el paso del tiempo no muestra una mejora de la situación.
La pobreza de los personajes simboliza la situación de la España de la época, una España sin nada, una España de posguerra.
Y por último los nombres de “Carmina” y “Fernando”, repetidos debido a la presencia de ellos en la segunda y tercera generación, lo que representa que la situación se ha mantenido invariables, un fracasado cambio pesar de los intentos.
Los recursos literarios de los que se sirve Buero Vallejo se presenta las metáforas “abandonaremos este nido de rencores” “ellos se han dejado vencer por la vida”; el polisíndeton “se miran un momento y en seguida ella baja corriendo……” y el asíndeton “me ayudarás a subir, a dejar para siempre…”