Ramón del Valle-Inclán: Vida y Obra
Ramón María del Valle-Inclán (Vilanova de Arousa, Pontevedra, 1866-1936) nació en el seno de una familia hidalga venida a menos. Estudió Derecho en Santiago de Compostela y, sin terminar la carrera, viajó por México y recaló en Madrid, donde se dio a conocer con el sonoro nombre de Valle-Inclán. Del carlismo inicial de su juventud pasó a manifestarse como un decidido progresista, aliadófilo en la Primera Guerra Mundial y contrario a la dictadura de Primo de Rivera. Fue partidario de la República, e incluso recibió el nombramiento de director de la Academia Española de Bellas Artes de Roma.
Fue el más brillante de los representantes españoles del Modernismo, pero también participó de la preocupación noventayochista por España. La poesía es el género menos brillante de Valle-Inclán, con obras como Aromas de leyenda y La pipa de Kif. En su producción encontramos también el ensayo La lámpara maravillosa. Su producción dramática se caracteriza por el esperpento.
Narrativa de Valle-Inclán
Tras la publicación de algunos libros de cuentos, conoció el éxito con las Sonatas, cuatro novelas relacionadas con las estaciones del año. En 1909 publicó su trilogía La guerra carlista, formada por Los cruzados de la causa, El resplandor de la hoguera y Gerifaltes de antaño, protagonizada por el marqués de Bradomín. En 1920 publicó Tirano Banderas, considerada la primera novela hispanoamericana, en la que acentúa la crítica ante los abusos de autoridad. De lenguaje esperpéntico, podemos considerar las tres novelas de El ruedo Ibérico que Valle-Inclán escribió entre 1927 y 1932 y que abarcan desde los últimos años del reinado de Isabel II hasta la Restauración.
El Teatro Innovador del Siglo XX
En las primeras décadas del siglo XX, surge en España un teatro innovador en el que destacan el esperpento, el teatro conceptual y la tragedia.
- El esperpento: Subgénero dramático que se caracteriza por representar la realidad desde una visión deformadora y grotesca. Valle-Inclán lo utilizó en Luces de Bohemia, donde se desarrolla la última noche de Max Estrella, poeta ciego y desengañado por la sociedad española de la Restauración. Valle-Inclán cultivó también el esperpento en Martes de Carnaval, una trilogía.
- El teatro conceptual: Subgénero dramático caracterizado por la influencia de las vanguardias. Destacan Ramón Gómez de la Serna con Los medios seres y Federico García Lorca con El Público.
- La tragedia: Subgénero dramático caracterizado por representar las grandes pasiones y el destino trágico del ser humano. Valle-Inclán en Comedias Bárbaras o Federico García Lorca en Bodas de sangre o Yerma. La casa de Bernarda Alba, también de Lorca, es similar a las anteriores pero sin un coro.
El Teatro Popular y Tradicional
Dentro del teatro de corte popular y de mayor apego a las formas tradicionales, encontramos los siguientes subgéneros:
- La comedia burguesa: Subgénero dramático que trata temas cotidianos de la vida de los burgueses (rumores, infidelidades…), abordados desde un punto de vista crítico. El autor que más destacó fue Jacinto Benavente con Los intereses creados, a diferencia de Rosas de Otoño. La acción de Los intereses creados se sitúa en un escenario medieval, con personajes inspirados en los de la commedia dell’arte italiana (personajes arquetípicos).
- El sainete: Subgénero dramático breve, de carácter crítico, cómico y popular, que se representaba entre actos de otras obras. En los siglos XIX y XX, comenzaron a cultivarse como piezas independientes, de mayor extensión y para la diversión del público. Destacaron los hermanos Álvarez Quintero con Mañana de sol y Carlos Arniches con Del Madrid castizo. Un subgénero cultivado por Arniches que entronca con el sainete es la tragedia grotesca, como La señorita de Trevélez.
- La zarzuela: Subgénero teatral de tema popular que se caracteriza por compaginar en la representación partes declamadas con otras cantadas. Destacan Fernández Caballero (Gigantes y Cabezudos), Federico Chueca (La alegría de la huerta) o Amadeo Vives (Bohemios).
- La farsa: Subgénero dramático que se remonta a la Edad Media, de carácter breve y satírico, humor más bien tosco y personajes caricaturizados. Destaca Valle-Inclán con La marquesa Rosalinda o Federico García Lorca con La zapatera prodigiosa.
Reflexiones sobre Luces de Bohemia
Escena Octava
Tema: Lamento del Ministro por no haber seguido su vocación artística y la vida libre de un poeta.
Comentario crítico: Este texto es un fragmento de la escena VIII de la obra Luces de Bohemia (1920), obra teatral del dramaturgo y escritor español Ramón María del Valle-Inclán, vinculado a la denominada Generación del 98. En esta obra, el autor muestra las claves de su gran creación, el nuevo género denominado esperpento, del que es una buena muestra dicha obra. Max considera que su modo de vida en ningún caso ha sido el mejor y felicita al ministro por tomar la decisión de abandonar el mundo de las letras, que tantos disgustos le ha dado, pues aunque todos los que le conocen le consideran una eminencia, se siente rechazado, pues le despiden y nadie le reconoce su labor intelectual. En el momento en el que el ministro le ofrece un sueldo ilícito, Max pierde su dignidad, pues aunque él sabe que va a morir, piensa en su esposa y su hija, a las que dejará sin nada que llevarse a la boca. Max sabe que ha perdido todos sus valores al aceptar el dinero y se define a sí mismo como un canalla.
La reflexión a la que nos lleva este texto puede conducirnos a ideas amargas: hoy en día queda poco espacio en la vida corriente para el idealismo. El Ministro es ese personaje que medró a fuerza de pisotear sus propios sueños (aunque el texto ofrece serias dudas sobre la sinceridad de esa postura). El poder corrompe cualquier virtud o deseo que se aleje de ese poder, y desde ahí, es fácil hacer consideraciones sobre todo lo que lo rodea, pero perdiendo los valores que de verdad importan: no hay piedad, no hay compasión. Ante la miseria y la humillación, el poderoso responde con el desprecio, como Dieguito, o con la limosna, como el Ministro. Al final, el único objetivo es mantenerse en ese poder, alejarse del “desastre” distanciándose de ese mundo que quieren ver como un molesto contratiempo. La víctima es el culpable. Toda esa miseria es ajena a ellos, pues nada tiene que ver con su mundo. Esa parece ser la relación que existe hoy entre el poder y los que sufren la pobreza, el paro, los desahucios. Poco ha cambiado en ese aspecto. No se trata solo de un país, se trata de una forma de concebir el mundo. Ha ocurrido en Europa con respecto a países como Grecia, y en menor medida España. Ocurre en nuestro país con las decisiones que toma el poder sobre a quién rescatar de la pobreza, y a quién no. Lo vemos a nuestro alrededor. Pero la reflexión no debería acabar ahí, pues estas ideas amargas también pueden servir de incentivo para desarrollar otras posturas en las que no se renuncie a una sociedad más respetuosa, más solidaria. Ahondar en esta realidad no debería servir solo para analizar la miseria y la hipocresía que la rodea, sino que debería servir para que una nueva generación busque un nuevo camino hacia una sociedad más justa.
Escena Cuarta
Este texto es un fragmento de la escena IV de la obra Luces de Bohemia (1920), obra teatral del dramaturgo y escritor español Ramón María del Valle-Inclán, vinculado a la denominada Generación del 98. En esta obra, el autor muestra las claves de su gran creación, el nuevo género denominado esperpento, del que es una buena muestra dicha obra. Max se siente miembro del pueblo y rechaza enérgicamente la postura de Dorio de Gadex, que le incluye entre los miembros de la aristocracia, pues está de acuerdo con la revuelta que se ha producido en contra de la monarquía. Respecto a la cultura, toma una postura de rechazo, pues se siente olvidado por sus contemporáneos, que no se acuerdan de él a la hora de hacerle miembro de la academia. Max está disgustado con los intelectuales, pues pese a ser uno de los mejores poetas de España, no recibe el reconocimiento que se merece. El «descenso de Max a los infiernos madrileños» se convierte en una dura, y al mismo tiempo, amarga visión de España y de los españoles. Valle-Inclán ataca la corrupción y el mal gobierno de los políticos (crítica a la figura del conservador Maura, como hemos visto en el texto, pero también la de Castelar y la del mismo rey Alfonso XIII), protesta ante la represión policial, rechaza el conformismo burgués, fustiga al capitalismo. Asimismo, denuncia la miseria, el hambre y la injusticia que sufre el pueblo, a la par que protesta ante su embrutecimiento e ignorancia, su falta de caridad y religiosidad pura, y su bajeza moral.
Escena Novena
Este texto es un fragmento de la escena IX de la obra Luces de Bohemia (1920), obra teatral del dramaturgo y escritor español Ramón María del Valle-Inclán, vinculado a la denominada Generación del 98. En esta obra, el autor muestra las claves de su gran creación, el nuevo género denominado esperpento, del que es una buena muestra dicha obra. La Iglesia aparece como apoyo del poder establecido. La conversación entre Rubén Darío, Don Latino y Max (escena IX), donde la sincera religiosidad de Darío contrasta con el sincero ateísmo de Max; ambos, honestamente, descubren sus verdaderas ideas. Por este motivo, critica la actitud pasiva que tienen los españoles ante la religión, aceptando todo lo que se les dice sin reflexionar sobre ello. Y es que para Max, España es un país completamente sometido a la religión y en ese sentido no ha evolucionado en absoluto, sino que se encuentra anclado en el pasado, cuando lo que decía la Iglesia era la única verdad existente. Esto no lo acepta en absoluto el protagonista, quien cree que es el momento de que los españoles dejen atrás la idea de que la palabra de Dios es la única realidad y comiencen a reflexionar por sí mismos.
Enlazándolo con la actualidad, en España todavía tiene mucha importancia la religión, aunque no tanta como en 1920. Por una parte, Max tiene razón, ya que a lo largo de la historia la religión ha sido un método de inculcar miedo y respeto a la población para que esta no se rebele contra las injusticias. Pero Zaratustra también tiene razón porque la religión ha sido una fuente económica para España, aunque afortunadamente a lo largo del siglo XX y actual XXI, España ha dejado de depender de la religión explotando otras vertientes para el comercio, el turismo y las industrias a partir de los años 60. Personalmente, la religión debería de ser menos materialista y más espiritual, basándose en la fe, ya que muchas procesiones ganan mucho dinero con las primas de sus creyentes que deberían utilizarlo para ayudar al prójimo según lo que dice la Biblia y, aunque lo hagan, no hacen lo suficiente. También deberían dar ejemplo muchos sacerdotes, ya que a lo largo de los años se han destapado violaciones y maltratos a mujeres y niños por parte de la Iglesia, cosa que le da mala imagen a la religión.