Crónica de una muerte anunciada, Gabriel García Márquez.
El fragmento que vamos a analizar a continuación pertenece a la novela Crónica de una muerte anunciada, escrita por el periodista, cuentista y novelista, Gabriel García Márquez, nacido en 1928 y fallecido en 2014. Alcanzó la fama con Cien años de soledad en 1967, donde recrea la geografía imaginaria de Macondo, un lugar aislado del mundo en el que la realidad y mito se confunden.García Márquez es considerado una de las figuras más representativas del Realismo mágico, siendo una corriente literaria de mediados del Siglo XX que se caracteriza por la narración de hechos insólitos, fantásticos e irracionales en un contexto realista. El término fue acuñado en 1925 por el crítico de arte e historiador alemán, Franz Roh, en una de sus obras para describir un movimiento pictórico que incorpora aspectos mágicos a la realidad. Más adelante, Arturo Uslar Pietri usó el término para referirse a una nueva tendencia en la literatura hispanoamericana en la que la realidad coexiste con la fantasía. En las novelas y cuentos mágico-realistas, el narrador presenta hechos improbables, ilógicos de manera natural. El argumento de esta obra es la trágica muerte de Santiago Nasar en manos de los gemelos Vicario, quienes quieren matar al culpable de la deshonra de su hermana.
Concretamente, el tema del fragmento a comentar es la perseverancia de Ángela Vicario al querer reconquistar el amor de Bayardo San ROMán. El texto narra cómo Ángela Vicario, a pesar de haber sido rechazada en la noche de bodas por Bayardo San ROMán, se dedica a bordar por el día y a escribirle cartas al joven por la noche. Pasados unos diecisiete años, San ROMán arriba en la casa de la mujer con una maleta y las cartas sin abrir, dispuesto a quedarse.
El texto lo podemos dividir en tres partes claramente diferenciadas: en la primera, que parte desde el principio hasta “ni más servidumbre que la de su obsesión”, se narra las circunstancias de vida de Ángela Vicario tras haber sido devuelta la noche de bodas a su madre. La joven se dedicó a bordar por el día junto a sus amigas y a escribirle cartas a su amado durante la noche. En la segunda parte, que comienza en “Escribíó una carta semanal” y finaliza en “durante diecisiete años”, se detalla que la muchacha dedica diecisiete años de su vida a la reconquista de Bayardo San ROMán, transmitíéndole, mediante escritos, sus emociones y sentimientos; por último, ya en la tercera parte, desde “Un mediodía de Agosto” hasta el final del fragmento, se determina el esperado regreso de Bayardo, que vuelve con las cartas sin abrir y una maleta para quedarse.
En cuanto a la estructura externa del texto, podemos observar la presencia de cinco párrafos con la intervención de un monólogo (“-Bueno-dijo-, aquí estoy”). Durante el fragmento predomina la narración, encontrándose escaso de descripciones. Podemos observar que el texto está narrado por un narrador omnisciente, que altera la 1ª y 3ª persona para adentrarse en los personajes.
Refiriéndonos al espacio donde suceden los hechos, podemos decir que acontecen en la casa de los Vicario, puesto que la joven continúa viviendo con su madre (“cuando su madre se acostaba permanecía en el cuarto escribiendo”). Por otro lado, en el fragmento se determina que Ángela Vicario dedica diecisiete años a la reconquista. Sin embargo, la obra entera se desarrolla en cuestión de veinticuatro horas; este contraste se debe a que el autor utiliza el flashback y la prolepsis para narrar los hechos. Con respecto a los personajes que aparecen en el texto, no cabe duda que, Ángela Vicario y Bayardo San ROMán, son los principales; como secundarios, señálamos tanto a la madre como a las amigas de la joven, y a las empleadas del correo. De los protagonistas del texto, podemos decir que la muchacha destaca por su carácter pasional, así mismo, por su actitud caprichosa, insistente e ingeniosa; en cambio, en contraste con ella, nos hallamos a un Bayardo San ROMán con un porte envejecido e inerme al amor de Ángela. Al principio de la obra, la mujer lo describía como un hombre atractivo.
El texto está narrado con un registro coloquial como podemos observar en expresiones como: “muerta de risa”, “era él, carajo, era él”, pero que contrasta con la elevada retórica de algunas líneas (“Dueña por primera vez de su destino”…).
Analizando los recursos estilísticos que emplea el autor, podemos observar una serie de enumeraciones que son utilizadas para describir, cómo es el caso de: “Se volvíó lúcida, imperiosa, maestra…”. Así mismo, se observa una gradación (“Al principio fueron esquelas de compromiso, después fueron papelitos de amante fugitiva, billetes perfumados de novia fugaz, memoriales de negocios, documentos de amor, y por último fueron las cartas indignas de una esposa abandonada…”) que detalla cómo iban aumentando los sentimientos de Ángela. Por otro lado, observamos una antítesis (“odio” y “amor”), donde el autor representa la confusión de sentimientos de la mujer; una paradoja (“calentaba el rencor feliz”), donde contrapone dos ideas aparentemente incompatibles; continuas hipérboles como: “muerta de risa”, “empapada de sudor”, “volvíó a ser virgen solo para él”…; una comparación de la “vida de casada” y la “vida de soltera”, en la que no se señalán cambios; y, por último, destacamos la sucesión de metáforas, es decir, la presencia de alegorías en el texto, que vienen asociadas con el Realismo mágico del autor, como: “las lacras eternas que él había dejado en su cuerpo”, “la sal de su lengua”, “trilla de fuego de su verga africana”, que representan el amor, pasión y deseo que quedó grabado en Ángela tras esa noche de bodas. Desde el punto vista morfosintáctico podemos determinar el estilo nominal en el fragmento, pues encontramos abundantes sustantivos y adjetivos, aunque es imprescindible la presencia de verbos. Apreciamos, exactamente, dos sustantivos propios (“Ángela Vicario”, “Bayardo San ROMán”), no obstante, destacan los comunes, que los podemos clasificar de la siguiente manera: abstractos (“Dueña”, “destino”, “odio”, “amor”, “fiebre”,…) y concretos (“máquina”, “tulipanes”, “pájaros”, “papel”,…). En cuanto a los adjetivos, se aprecian numerales ordinales (“primera”) y cardinales (“una”) y, sobre todo, calificativos (“feliz”, “furtiva”, “fugaz”, “amargas”,…). Por otro lado, al tratarse de un flashback, los verbos los hallamos, sobre todo, en pasado: pto. Indefinido (descubríó, volvíó, derramó, siguió, envió, despertó, ocurríó, escribíó, agregó,…), pto. Imperfecto del modo indicativo (encendía, revolvían, sentía, seguía, podía, calentaba, mandaba…).
Finalizando el comentario, no cabe duda que el autor emplea un estilo denso pero, a la vez, poético, con las carácterísticas del Realismo mágico, donde con pocas palabras se transmiten innumerables sensaciones y sentimientos. Como ya se señaló anteriormente, Gabriel García Márquez se apoya en continuas metáforas e hipérboles que se encargan de magnificar el amor y/u obsesión que siente Ángela Vicario por Bayardo San ROMán, quien después de diecisiete años, decide volver.
Actualmente, el tema de la virginidad continúa siendo controvertido. A lo largo de los siglos, este asunto ha sido la causa de grandes polémicas. A pesar de
que en algunas culturas la mujer se ha ganado un lugar para dejar de ser dominadas por el hombre, la sociedad, en ciertos países, continúa siendo machista. Todavía existen culturas que prohíben a la mujer mantener relaciones sexuales, siendo la virginidad, una de las carácterísticas más elogiadas en una mujer. Para la cultura asíática, la pureza de la mujer es un objeto, pues esta puede ser vendida a mucho mayor precio que una considerada “impura”. Para la cultura católica, la virginidad es una idealización de la mujer como virgen, debido a la virgen María, pura, santa y no tocada por el pecado. Si bien a día de hoy no es común que la mujer católica se guarde hasta el matrimonio, mucha gente lo considera importante. Por otro lado, en la cultura islámica, si una mujer “se vuelve impura” antes del matrimonio, su familia puede castigarla físicamente, incluso hasta el punto de matarla. En la cultura africana, la virginidad es muy importante, puesto que perderla antes del matrimonio, significaría afrontar la mirada sentenciosa y el rechazo de la sociedad, impidiéndole a la mujer, comunicarse con su familiar. En contraste con todo lo anterior, en la cultura occidental, afortunadamente, la sexualidad y la religión se han separado con el tiempo. Las
mujeres tienen la posibilidad de decidir cuándo, cómo y con quién perder la virginidad, así como decidir si quieren contraer matrimonio o no.
Como ya destaqué con anterioridad, este tema ha sido responsable de diversas polémicas. Considero que la mujer es libre de tomar sus propias decisiones sobre cualquier asunto, impidiendo que la sociedad influya sobre ella. Así como en diferentes culturas, la pérdida de virginidad antes del matrimonio resulta “mal visto”, en otros países llegar “pura” al matrimonio, resulta poco común, considerando que la mujer presenta algún problema de autoestima o inseguridad.
Para concluir, me reitero en mis palabras y defiendo la libertad de elección de la mujer. El género femenino no tiene porqué ser tachada por nada tras tomar por sí misma sus propias decisiones. Yo no deseo que las mujeres tengan poder sobre los hombres, sino sobre ellas
mismas. – Mary Wollstonecraft