LA POESÍA HIS
PANOAMERICANA DEL SIGLO X
1.-El modernismo: Rubén Darío.
A finales del siglo XIX se produce una extraordinaria renovación de la lírica hispánica que discurre paralelamente a uno y otro lado del océano, de la mano del nicaragüense Rubén Darío, que recoge el influjo del Simbolismo francés y de los poetas malditos (Mallarmé, Rimbaud y Baudelaire). Los modernistas reaccionan contra la vulgaridad de la literatura realista. Sus versos están exquisitamente elaborados desde el punto de vista formal; cuidan su estructura para conseguir efectos rítmicos y sonoros de particular expresividad y ponen en circulación variedades métricas poco usadas hasta entonces, como, por ejemplo, el alejandrino (14 sílabas), el dodecasílabo, el eneasílabo…, o la utilización de la silva arromanzada (combinación de versos endecasílabos y heptasílabos combinados libremente, con rima asonante en los pares). En definitiva, el modernismo trae consigo una imparable renovación poética. Desde el punto de vista temático, existe una doble dirección: por un lado, la repulsa a la sociedad burguesa se expresa a través de la huida hacia un mundo de ensueño y fantasía (la antigua Grecia, la Edad Media…) y los versos se pueblan de princesas, cisnes, lagos y jardines. Por el otro lado, en la poesía se refleja el ambiente miserable de las ciudades: prostíbulos, buhardillas, hospitales… Como señalaba anteriormente, Rubén Darío es un ejemplo claro de todo cuanto hemos mencionado anteriormente. Su concepción de la vida y el arte empieza siendo cosmopolita y parisina, interesada por los jardines versallescos, las porcelanas y los ambientes aristocráticos, galantes y refinados. Pero, con el paso del tiempo, su universo poético se torna más íntimo y, a la vez, más amargo y dolorido. Junto a los poemas rimbombantes y despreocupados de sus años de juventud, encontramos otros en que desdibuja el ritmo y trata de las realidades cotidianas, reflejándose su preocupación por los temas americanos. Su primera obra es Azul… (1888). El tema central es la lucha y los anhelos del artista frente a la sociedad insensible y positivista. Sigue luego Prosas profanas, un auténtico alarde de virtuosismo formal en el que el autor hace gala de un esteticismo exacerbado y decadente y el gusto por evocar ambientes refinados. En 1905 aparece el libro más denso y rico de Rubén, auténtica cima de su lírica: Cantos de vida y esperanza. Hallamos en este libro tanto cánticos de esperanza y de entusiasmo por lo hispánico (La salutación del optimista), como composiciones filosóficas y elegíacas como Lo fatal
A finales del siglo XIX se produce una extraordinaria renovación de la lírica hispánica que discurre paralelamente a uno y otro lado del océano, de la mano del nicaragüense Rubén Darío, que recoge el influjo del Simbolismo francés y de los poetas malditos (Mallarmé, Rimbaud y Baudelaire). Los modernistas reaccionan contra la vulgaridad de la literatura realista. Sus versos están exquisitamente elaborados desde el punto de vista formal; cuidan su estructura para conseguir efectos rítmicos y sonoros de particular expresividad y ponen en circulación variedades métricas poco usadas hasta entonces, como, por ejemplo, el alejandrino (14 sílabas), el dodecasílabo, el eneasílabo…, o la utilización de la silva arromanzada (combinación de versos endecasílabos y heptasílabos combinados libremente, con rima asonante en los pares). En definitiva, el modernismo trae consigo una imparable renovación poética. Desde el punto de vista temático, existe una doble dirección: por un lado, la repulsa a la sociedad burguesa se expresa a través de la huida hacia un mundo de ensueño y fantasía (la antigua Grecia, la Edad Media…) y los versos se pueblan de princesas, cisnes, lagos y jardines. Por el otro lado, en la poesía se refleja el ambiente miserable de las ciudades: prostíbulos, buhardillas, hospitales… Como señalaba anteriormente, Rubén Darío es un ejemplo claro de todo cuanto hemos mencionado anteriormente. Su concepción de la vida y el arte empieza siendo cosmopolita y parisina, interesada por los jardines versallescos, las porcelanas y los ambientes aristocráticos, galantes y refinados. Pero, con el paso del tiempo, su universo poético se torna más íntimo y, a la vez, más amargo y dolorido. Junto a los poemas rimbombantes y despreocupados de sus años de juventud, encontramos otros en que desdibuja el ritmo y trata de las realidades cotidianas, reflejándose su preocupación por los temas americanos. Su primera obra es Azul… (1888). El tema central es la lucha y los anhelos del artista frente a la sociedad insensible y positivista. Sigue luego Prosas profanas, un auténtico alarde de virtuosismo formal en el que el autor hace gala de un esteticismo exacerbado y decadente y el gusto por evocar ambientes refinados. En 1905 aparece el libro más denso y rico de Rubén, auténtica cima de su lírica: Cantos de vida y esperanza. Hallamos en este libro tanto cánticos de esperanza y de entusiasmo por lo hispánico (La salutación del optimista), como composiciones filosóficas y elegíacas como Lo fatal
, en que se plantea el misterio
de la existencia y de la muerte.
3.-Posmodernismo. La transición a las vanguardias.
En la primera década del siglo XX la literatura hispanoamericana comienza a dar síntomas de un cambio de rumbo. Se produce una renovación temática, pues la poesía de escritores como, por poner algunos ejemplos, de Amado Nervo o Leopoldo Lugones, se centra en la intimidad y en lo cotidiano, y a la vez, se enriquece de matices nacionales o regionales y empieza a indagar en la esencia de lo americano. En la forma, cansados ya del ornamento modernista, se procede a la depuración del retoricismo, considerado ahora decorativo y superfluo. Dentro de esta corriente posmodernista, más íntima y humana, destacan la poetisa argentina Alfonsina Storni (La inquietud del rosal, Mascarilla y trébol), Juana de Ibarbourou (poetisa uruguaya que alterna los libros de versos, La rosa de los vientos…, con las prosa poética, Estampas de la Biblia…) y Gabriela Místral, poetisa chilena que recibió el premio Nobel en 1945. Promotora del movimiento literario denominado >, inspirado en el canto a las cosas humildes, a la naturaleza, a los niños… Se dio a conocer con Sonetos de la muerte.
de la existencia y de la muerte.
3.-Posmodernismo. La transición a las vanguardias.
En la primera década del siglo XX la literatura hispanoamericana comienza a dar síntomas de un cambio de rumbo. Se produce una renovación temática, pues la poesía de escritores como, por poner algunos ejemplos, de Amado Nervo o Leopoldo Lugones, se centra en la intimidad y en lo cotidiano, y a la vez, se enriquece de matices nacionales o regionales y empieza a indagar en la esencia de lo americano. En la forma, cansados ya del ornamento modernista, se procede a la depuración del retoricismo, considerado ahora decorativo y superfluo. Dentro de esta corriente posmodernista, más íntima y humana, destacan la poetisa argentina Alfonsina Storni (La inquietud del rosal, Mascarilla y trébol), Juana de Ibarbourou (poetisa uruguaya que alterna los libros de versos, La rosa de los vientos…, con las prosa poética, Estampas de la Biblia…) y Gabriela Místral, poetisa chilena que recibió el premio Nobel en 1945. Promotora del movimiento literario denominado >, inspirado en el canto a las cosas humildes, a la naturaleza, a los niños… Se dio a conocer con Sonetos de la muerte.
4.-El vanguardismo.
Paralelamente, hacia 1920, comienzan a dejarse sentir en Hispanoamérica las corrientes vanguardistas nacidas en Europa. Su impulso será decisivo para apagar los últimos rescoldos del Modernismo. El primer embajador del Vanguardismo europeo es, sin duda, Vicente Huidobro, quien capitanea el movimiento que recibe el nombre de Creacionismo. Ya en su primer libro Ecos del alma, hallamos poemas con una particular disposición tipográfica, próximos a los caligramas, adelantándose en este sentido a G. Apollinaire. El creacionismo tiene como lema: “El poeta es un pequeño Dios”, de modo que no imita a la naturaleza, sino que crea algo nuevo que se añade a ella y la reinventa. En 1919 empieza a componer Altazor o el viaje en paracaídas
Paralelamente, hacia 1920, comienzan a dejarse sentir en Hispanoamérica las corrientes vanguardistas nacidas en Europa. Su impulso será decisivo para apagar los últimos rescoldos del Modernismo. El primer embajador del Vanguardismo europeo es, sin duda, Vicente Huidobro, quien capitanea el movimiento que recibe el nombre de Creacionismo. Ya en su primer libro Ecos del alma, hallamos poemas con una particular disposición tipográfica, próximos a los caligramas, adelantándose en este sentido a G. Apollinaire. El creacionismo tiene como lema: “El poeta es un pequeño Dios”, de modo que no imita a la naturaleza, sino que crea algo nuevo que se añade a ella y la reinventa. En 1919 empieza a componer Altazor o el viaje en paracaídas
, núcleo esencial de su producción. Poemario experimental, simbólico y trascendente en su contenido: el poeta pretende deshacer el lenguaje y al realidad para volverlo a crear de nuevo. Otro movimiento vanguardista importante es el Ultraísmo argentino. Del movimiento ultraísta participaron, entre otros, Oliverio Girondo, Güiraldes y Borges. Curiosa figura del vanguardismo americano es el cubano Mariano Brull, que lo traemos aquí por ser precisamente el creador de la llamada Jitanjáfora, término adoptado por el escritor mexicano Alfonso Reyes a partir de una estrofa del escritor cubano
y que designa a un lenguaje sin sentido creado por el
propio poeta. Como en España, de todos los movimientos vanguardistas, el Surrealismo fue el que dejó en América una huella más profunda. En poemas de César Vallejo y de Pablo Neruda se puede ver la influencia directa de este ismo. Y del mismo modo su influencia es decisiva en Octavio Paz. Pero de estos poetas hablaremos en el último apartado del tema.
5.-La poesía negra.
En los años treinta, en el Caribe, surge una poesía inspirada en los negros descendientes de los esclavos africanos. En esta corriente se mezclan el compromiso ético y político con los grupos marginados con la atracción vanguardista por los mundos primitivos y las costumbres folclóricas, vistos como culturas no viciadas por el racionalismo occidental. De este modo, Nicolás Guillén, ya en sus dos primeros libros, Motivos de son y Sóngoro Cosongo,
propio poeta. Como en España, de todos los movimientos vanguardistas, el Surrealismo fue el que dejó en América una huella más profunda. En poemas de César Vallejo y de Pablo Neruda se puede ver la influencia directa de este ismo. Y del mismo modo su influencia es decisiva en Octavio Paz. Pero de estos poetas hablaremos en el último apartado del tema.
5.-La poesía negra.
En los años treinta, en el Caribe, surge una poesía inspirada en los negros descendientes de los esclavos africanos. En esta corriente se mezclan el compromiso ético y político con los grupos marginados con la atracción vanguardista por los mundos primitivos y las costumbres folclóricas, vistos como culturas no viciadas por el racionalismo occidental. De este modo, Nicolás Guillén, ya en sus dos primeros libros, Motivos de son y Sóngoro Cosongo,
trata de reproducir verbalmente los ritmos y sones de las músicas ceremoniales de los negros antillanos, incluyendo onomatopeyas, palabras africanas y deformaciones fónicas sintácticas, a la vez que muestra un enfoque social.
6.-Tres poetas: César Vallejo, Pablo Neruda y Octavio Paz.
César Vallejo (1892-1938) inicia su labor poética en el ámbito del Modernismo, con Los heraldos negros. Su actitud de rebeldía se refleja en Trilce, libro clave que nace de la mezcla de los adjetivos “triste” y “dulce”, que es la base misma de la vida. Rompe por completo con las fórmulas literarias precedentes para buscar nuevas formas de expresión. Es un libro puramente experimental, con un lenguaje sin sentido, pero que en el fondo revela la actitud de protesta por un mundo mal hecho y el desarraigo del poeta. Vive exiliado en Europa desde 1923 y en París conoce a los vanguardistas. Viaja también a España y entabla amistad con los poetas de la época. Su poesía evoluciona hacia el compromiso social. Así Poemas humanos
6.-Tres poetas: César Vallejo, Pablo Neruda y Octavio Paz.
César Vallejo (1892-1938) inicia su labor poética en el ámbito del Modernismo, con Los heraldos negros. Su actitud de rebeldía se refleja en Trilce, libro clave que nace de la mezcla de los adjetivos “triste” y “dulce”, que es la base misma de la vida. Rompe por completo con las fórmulas literarias precedentes para buscar nuevas formas de expresión. Es un libro puramente experimental, con un lenguaje sin sentido, pero que en el fondo revela la actitud de protesta por un mundo mal hecho y el desarraigo del poeta. Vive exiliado en Europa desde 1923 y en París conoce a los vanguardistas. Viaja también a España y entabla amistad con los poetas de la época. Su poesía evoluciona hacia el compromiso social. Así Poemas humanos
(publicado póstumamente en 1939), su libro más personal y representativo, quiere ponerse al servicio de la revolución. Su angustia y sufrimiento se plasman a través de sugerentes imágenes surrealistas. En este libro hallamos 15 poemas inspirados en la guerra civil española, agrupados bajo el título España, aparta de mí este cáliz. El horror de la guerra queda patente y se pone en paralelo con la Pasión de Cristo. Pablo Neruda (1904-1973) halla muy pronto su voz personal en Veinte poemas de amor y una canción desesperada.
Son versos adolescentes de tono neorromántico. Posteriormente, ya en la madurez, la poesía de Neruda discurre por los dominios del vanguardismo surrealista y del compromiso político. También viajó y vivió en España, conoció a los poetas del 27 y dirigió la revista “Caballo verde para la poesía”. Sobre los horrores de la guerra civil escribe España en el corazón. Escribe entonces Residencia en la tierra. Se trata de un poemario caótico, perturbador, de gran tensión emocional, tendente al hermetismo, en el que expresa a gritos su desazón, su desesperanza y su angustia en un tono apocalíptico. Hito clave en su trayectoria es el Canto general, larguísimo poema de 15.000 versos libres, en el que se ocupa del mundo hispanoamericano. Desde su compromiso político exalta su historia, sus tierras y sus gentes, siempre a favor del oprimido, al que invita a alzar la voz. En sus célebres Odas elementales abandona la complejidad de las obras anteriores para dirigirse a la gente sencilla, sin retórica ni artificios. Canta a las realidades más simples de la vida cotidiana (la cebolla, el pan, el vino…), símbolo de lo elemental y primitivo. En su sus últimos años Neruda se orienta hacia la reflexión autobiográfica: Cien sonetos de amor… Además de su autobiografía poética en 5 volúmenes titulada Memorial de Isla Negra, nos deja unas interesantísimas memorias en prosa, Confieso que he vivido, publicadas póstumamente. Neruda fue premio Nobel en 1971. Octavio Paz (1914-1998) muestra una actitud abierta a todas las tendencias, adaptándose a cualquier corriente literaria y filosófica (inicios modernistas, poeta puro, influencias surrealistas y existencialistas, influencias del budismo y pensamiento oriental en los años 60…). Entre sus primeras obras destaca A la orilla del mundo. En 1937, como fruto de su toma de contacto con la guerra civil española, publica Bajo tu clara sombra y otros poemas sobre España. Este último libro y los que siguieron se agruparon en 1949 en Libertad bajo palabra, reeditado en 1960 con la incorporación de nuevos poemas y poemarios como Semillas para un himno
y La estación violenta. Inspirado por el Surrealismo compone poemas visuales (Topoemas) en clara conexión con los caligramas de Apollinaire. La fascinación de la cultura oriental da como fruto Ladera Este.
Para concluir, como hemos visto con la obra poética de estos tres poetas, en la segunda mitad del siglo la proliferación de corrientes, movimientos y grupos en Hispanoamérica es extraordinaria. Las tendencias más sobresalientes son:
La pervivencia de la poesía pura, cuyo modelo se halla en Borges, escritor argentino conocido
especialmente por su narrativa breve. En poesía destacamos El hacedor, 1960.
La poesía comprometida, social y política, siguiendo el ejemplo de Neruda. Se mantiene el Surrealismo, entretejido con orientaciones de contenido existencial y social. Especialmente en los últimos años, surgen manifestaciones de poesía experimental.
En este amplio panorama, habría que mencionar, entre tantos, al chileno Nicanor Parra (Premio Miguel de Cervantes 2011), quien cultiva la antipoesía, por su prosaísmo y antirretoricismo, por ejemplo en Poemas y antipoemas.
Para concluir, como hemos visto con la obra poética de estos tres poetas, en la segunda mitad del siglo la proliferación de corrientes, movimientos y grupos en Hispanoamérica es extraordinaria. Las tendencias más sobresalientes son:
La pervivencia de la poesía pura, cuyo modelo se halla en Borges, escritor argentino conocido
especialmente por su narrativa breve. En poesía destacamos El hacedor, 1960.
La poesía comprometida, social y política, siguiendo el ejemplo de Neruda. Se mantiene el Surrealismo, entretejido con orientaciones de contenido existencial y social. Especialmente en los últimos años, surgen manifestaciones de poesía experimental.
En este amplio panorama, habría que mencionar, entre tantos, al chileno Nicanor Parra (Premio Miguel de Cervantes 2011), quien cultiva la antipoesía, por su prosaísmo y antirretoricismo, por ejemplo en Poemas y antipoemas.