El grupo poético de los 50
En los años 50, cuando realismo se imponía, se publicaron las primeras obras de autores más jóvenes cuyo común denominador era un concepto de poesía como forma de conocimiento. Frente al prosaísmo propio de la poesía social, los autores manifestaron una preocupación por el estilo. Incorporan a sus obras la influencia de autores muy diversos de los que destaca la obra de Luis Cernuda.
Carlos Barral, José Agustín Goytisolo y Jaime Gil de Biedma formaron la «Escuela de Barcelona». De ellos, el más relevante es Gil de Biedma, que cultiva una lírica de tono confesional y narrativo.
Francisco Brines es un poeta cuyos temas recurrentes son el paso del tiempo, la fugacidad de la existencia y la emotiva exaltación del carácter transitorio de la belleza del mundo.
José Ángel Valente inicia su andadura en una línea próxima al realismo social, con un
tono crítico y con frecuencia sarcástico, pero a partir de los años 70 su poesía se vuelve más personal y hermética.
Claudio Rodríguez es un poeta singular, de obra escasa y concentrada. Sus versos transmiten una visión extasiada de la realidad, pero profundamente enraizada en la experiencia de lo material y lo concreto.
La renovación formal de los 70: los «Novísimos»
A finales de los 60, surge un grupo de jóvenes conocidos como los «Novísimos”. Como característica común de los novísimos, debe señalarse su afán de recuperar el talante provocador. Son autores que intentan distanciarse de la tradición literaria, mientras que toman como modelos a escritores de otras literaturas. Son autores con una sólida formación literaria. Se manifiesta en ellos un gusto por lo decadente, exquisito o estilizado, de ahí que sitúen sus poemas en ambientes refinados.Pero junto a la orientación culturalista, también son frecuentes en sus poemas los motivos propios de la cultura de masas. Formalmente se trata de autores muy dados a la experimentación formal, a la audacia vanguardista o al barroquismo expresivo, lo que les convierte en creadores de una poesía difícil y minoritaria. Probablemente el autor más significativo del grupo sea el barcelonés Pere Gimferrer, que escribe en castellano sus primeros libros, hasta que en 1970 prosigue su andadura poética en catalán.
La novela de los años 60 y 70: la novela experimental
Diversos factores influyen en la renovación formal de la narrativa, por un lado, el agotamiento del realismo social y el abandono de la esperanza de que sus obras pudieran tener una repercusión social directa, se inicia un periodo de mayor apertura a corrientes literarias extranjeras, lo que conlleva un conocimiento más profundo de los grandes renovadores de la novela de la primera mitad del siglo XX, así como de tendencias más recientes como el nouveau roman francés o la narrativa hispanoamericana de Borges, Carpentier y los autores del «boom». Se produce un abandono de la voluntad testimonial en los narradores, junto a un progresivo gusto por la experimentación formal y un repliegue en la dimensión estrictamente lingüística de la narración, lo que termina por configurar, entre 1966 y 1980 aproximadamente, un predominio de lo que podríamos denominar “novela neovanguardista”. La novela que inicia esta tendencia es Tiempo de silencio (1962) de Luis Martín Santos. Otros autores importantes dentro de la novela experimental son Juan Goytisolo, Juan Benet,
Luis Goytisolo y Miguel Espinosa.
Juan Goytisolo, después de sus primeras obras, da un giro a su trayectoria. Partiendo de la experiencia personal del autor, se lleva a cabo una crítica sarcástica de los mitos culturales de la España tradicional y se hace una encendida apología del nomadismo cultural, a la vez que se consuma una despiadada demolición del lenguaje narrativo heredado del realismo.
Juan Benet es uno de los autores más influyentes de las últimas décadas. La mayoría de sus novelas transcurren en la comarca imaginaria en que el autor ha construido un universo narrativo que refleja la desolación de la España de posguerra. No obstante, lo más notable en Benet es la radicalidad de su experimentación.
Luis Goytisolo ha llevado a sus últimas consecuencias la mezcla de narración y reflexión metaliteraria.
Miguel Espinosa es el autor de una de las novelas más originales de este periodo “Escuela de mandarines”.A estos autores hay que sumarles a José Cela, Miguel Delibes y Torrente Ballester.
El teatro de los años 60: el teatro experimental. Se consolidan dos líneas en el teatro: la comercial y la innovadora, que se nutre de los autores del teatro social y de una nueva generación de dramaturgos. Los referentes son el teatro del absurdo de Beckett, el llamado «teatro de la crueldad» y el teatro épico. Se trata de un teatro que pretende superar las convenciones del drama burgués y ampliar las posibilidades del lenguaje teatral mediante la utilización de elementos hasta entonces infrautilizados (expresión corporal, música, danza…). Dentro del teatro experimental puede hablarse de una serie de autores relevantes, pero quizá lo más representativo sea la aparición de formas colectivas de creación teatral, a través de una serie de compañías independientes que operan al margen del circuito de los teatros comerciales. 1. La renovación de la narrativa hispanoamericana hasta 1960.
A partir de 1940 se produce un proceso de renovación narrativa en el que confluyen diversos factores.En esta renovación intervienen diversas promociones de narradores. El reconocimiento internacional de la brillantez alcanzada por la nueva narrativa hispanoamericana sólo llegaría con la llamada «generación del boom» a mediados de los años sesenta, que supuso la consagraciónde autores como García Márquez y Vargas Llosa. A partir de los años ochenta la narrativa hispanoamericana entra en una etapa de cierto declive. Entre los autores anteriores a la generación del «boom» destacamos a los siguientes: El guatemalteco Miguel Angel Asturias esuno de los grandes exponentes del realismo mágico. En su novela más importanterealiza un poderoso alegato contra la tiranía. La obra del argentino Jorge Luis Borges es una de las creaciones más originales y perdurables de las letras hispánicas. A parte de su importante producción poética, su obra en prosa comprende libros de ensayo y colecciones de cuentos. Borges es el gran revitalizador del relato fantástico en el ámbito hispánico.
El uruguayo Juan Carlos Onetti crea, un microcosmos narrativo en torno a la ciudad de Santa María, poblada por personajes débiles y abúlicos que expresan una visión del mundo profundamente pesimista.
La obra del mexicano Juan Rulfo es muy reducida, pese a lo cual constituye una de las cimas de la literatura del siglo XX. En ambas obras se recrea el México rural anterior a la revolución, un mundo gobernado por la violencia y la muerte. En Pedro Páramo se evoca la figura de un cacique rural mediante una yuxtaposición de voces y planos narrativo s en los que se funden el presente y el pasado, lo real y loonírico, la Historia y el mito.