Juan Preciado llega a Comala, un pueblo desolado (cercano a Colima, en México) en busca de su padre:
Pedro Páramo. Su madre se lo pidió antes de morir: que fuera a pedir lo que le correspondía. En el camino, Abundio, un señor que lo guio hasta Comala y que era sin saberlo también hijo de Pedro Páramo, le enseñó a Juan Preciado la Media Luna, tierra de su padre, y lo injusto de tener el apellido de él y de no haber heredado nada. Abundio le dijo que Pedro Páramo había muerto hacía muchos años, y después le indicó el camino para que llegara a casa de doña
Eduviges Dyada, a quien le diría que iba de parte de Abundio. Cuando llegó a esa casa, la señora Dyada lo trató muy bien y le informó que gracias a los avisos de Dolores, la madre de Juan Preciado, había sabido que él iba a hospedarse en su casa. Lo extraño era que su madre ya estaba muerta, como Pedro Páramo, y que era imposible que le hubiese dicho tal cosa a doña Eduviges. Pedro Páramo evoca en sus pensamientos poéticos y de recuerdos de infante a Susana, mujer de la que se nota enamorado. Una vez su madre duró buen tiempo tratando de que saliera del baño mientras él pensaba en Susana. Esa vez lo mandó su madre a que ayudara a su abuela con el molino, pero estaba roto y no había plata para arreglarlo porque fue gastada en el entierro del abuelo de Pedro Páramo y en diezmos católicos. Tuvieron que sacar fiado el molino, algunas medicinas y otras cosas en casa de Inés Villalpando. Doña Eduviges le dijo a Juan Preciado que lo tuteaba porque lo sentía como su hijo “No ve que casi sí eres mi hijo”. Le contó que el día del matrimonio de Doña Dolores, la madre de Juan Preciado, con Pedro Páramo, Dolores le pidió que se acostara con su esposo porque según Saltaperico, el mismo Inocencio Osorio, el conocido como provocador de sueños que abusaba de sus poderes para abusar de las mujeres, le había dicho que esa noche era luna brava y que , por lo tanto, no podía unirse a nadie. Entonces doña Eduviges se acostó con Pedro, pero el cansancio hizo que ni siquiera la tocara; solo entrecruzaron las piernas. Un año después nació Juan Preciado del estómago de Dolores. Doña Eduviges oyó que se acercaba un caballo. Era el caballo de Miguel páramo, hijo de Pedro Páramo. El caballo se sintió siempre culpable por la muerte de su amo. En un atajo para llegar más rápido a Contla, pueblo donde vivía la mujer que Miguel amaba, se cayó del caballo cuando trató de saltar una cerca. Pedro Páramo pidió la compañía de doña Eduviges. Lo enterró el padre Rentería, a pesar de que Miguel Páramo lo hubiese insultado muchas veces, hubiese violado a su sobrina y asesinado a su hermano. El padre Rentería pensaba en lo que había hecho y sacaba como conclusión que los ricos eran los que le daban de comer. Recapacitaba sobre el hecho de que no le había dado el perdón a doña Eduviges por haberse suicidado. Por otro lado, Toribio Andrete discute límites de tierra con Pedro Páramo, pero este afirma que la tierra no tiene límites. Fulgor sedano, administrador de Pedro Páramo, intercede por las propiedades, está al tanto de todo lo económico, y le informa a Pedro Páramo que le debe a distintas familias gran cantidad de dinero, y aun más a las Preciado. A partir de esto, convence a Fulgor para que vaya y pida la mano de Dolores Preciado, futura madre de Juan Preciado, para casarse con ella y saldar las deudas de familia. En ese momento Dolores estaba a cargo de las posesiones. Pedro Páramo alababa los ojos de Dolores. Y Fulgor fue a pedir la mano de Dolores Preciado, y ella aceptó aunque pensó que era muy apresurado un matrimonio en dos días, como Pedro Páramo quería, y más en esos días que tenía la menstruación. Sin embargo, aceptó. Pero quedaban aún deudas pendientes: Toribio Andrete puso límite a su territorio, y Pedro Páramo lo demandó por usufructo: Derecho a disfrutar bienes ajenos con la obligación de conservarlos; robo de propiedades. Por su parte, Juan Preciado fue guiado por Damiana Cisneros, que le contó sobre los ecos del pueblo, de las fiestas y las voces que permanecían. Luego desapareció: como todos, ella también estaba muerta. Recordando que su madre le había dicho que Comala era el pueblo de los De repente, de repente un mano tocó su hombro, la mano de Donis, un hombre que se acostaba con su hermana y a quienes el obispo no quiso perdonar, como no perdonó a las almas que penaban. La hermana de Donis vio a Juan preciado tiritar mientras dormía, y pensó que de pronto estaba sintiendo lo mismo que ella sentía cuando su hermano la hacía suya. Donis le prometió a Juan Preciado que el día siguiente lo guiaría para que volviera al lugar de donde había venido, pues aparte de quedarse a dormir con la pareja de hermanos, que siempre andaban desnudos, les hizo preguntas de cómo salir de Comala. En realidad Juan Preciado temblaba de miedo y no de enfermo. En un momento en que los hermanos desnudos salieron un poco, entró una señora a llevarse unas mantas. Juan Preciado seguía con miedo: temblaba. Luego Donis se fue en busca de un becerro y
su hermana aseguraba que no regresaría. Le dio de comer a Juan Preciado gracias a que intercambió unas sábanas por comida con su hermana. Y después de ir a dormir con la hermana de Donis, sintió tanto calor que incluso el aire se esfumó, salió de la casa hacia la plaza, y murió ahogado: muerto de miedo. Él le dijo a Dorotea, su compañera de tumba, que lo habían matado los murmullos. La madre le había dicho:Comala, donde se ventila la vida
como si fuera un murmullo, como si fuera un puro murmullo de la vida. Murió en la plaza tratando de encontrar la compañía del bullicio de personas muertas. Murió cuando le pidieron que rogara por ellas. Cuando Miguel
páramo tenía 17 años ya era un mal hombre: había matado al hermano del padre Rentería. Sin embargo, Pedro Páramo le dijo a Fulgor que en hechos como ese el asesino era él, Pedro Páramo. Un día llegó Fulgor con el cadáver de Miguel Páramo ante Pedro, le aclaró que había sido un accidente en su caballo, que sufría por culpabilidad. Pedro Páramo mandó a matarlo para que no sufriera más. El padre Rentería fue a hablar con el padre de
Contla, la ciudad vecina, y este le dijo que había permitido que Pedro Páramo acabara con la iglesia de Comala, posiblemente, porque perdonaba confesiones como:Entregué mi hija a Pedro Páramo o Me acosté con pedro
Páramo. Cuando la tierra se humedecía la voz de los muertos se despertaba. Habló Susana sobre su madre, que murió de tisis y nadie fue al velorio por miedo al contagio. Habló también uno de los muertos por Pedro Páramo, de los que mató por el asesinato de su padre. En una boda, en la que Lucas Páramo era el padrino, dispararon contra el novio, y una de las balas mató a Lucas Páramo. Como no supo quién disparó y mató a su padre, entonces, buscó a todos los de aquella fiesta y les pagó (o pegó) con la misma moneda. Cuando a Susana se la llevaron al cementerio, Pedro Páramo sufrió mucho. Él la amaba más que a nadie. Desalojó las tierras y quemó todos los enceres. Toda la gente empezó a irse de Comala. La gente que se quedó lo hizo bajo la promesa de que heredarían algo de la fortuna de Pedro Páramo. Todos esperaban su muerte. Luego vino la guerra: Los Cristeros, y arrasaron con todo. Por los tiempos que se avecinaban, algunos años antes de lo anterior, Bartolomé san Juan fue a vivir con su hija a Comala. A Pedro Páramo le gustó tanto Susana que mató a su padre para quedarse con ella. Justina avisó a Susana que su padre había muerto hacía dos días y que ya lo habían enterrado. Susana rio porque se dio cuenta de que el gato no había sido el que la había asustado y molestado, sino su padre. Por otro lado, mataron a Fulgor, y Pedro Páramo se enteró y mandó a buscar a Tilcuate, una especie de guardaespaldas. Los revolucionarios fueron en busca de Pedro Páramo, mientras Tilcuate, escondido, lo cuidaba. Le confesaron que la revolución era contra el gobierno y contra personas como él. Pedro Páramo se unió a ellos con dinero y hombres para el apoyo de la revolución. Puso a Damasio como el jefe de los revolucionarios y le pidió que lo mantuviera informado. Mataron a Tilcuate un día. Juan preciado junto a Dorotea hablaba de lo que Susana susurraba: un monólogo erótico frente al mar, recordando a Florencio. Gerardo, el abogado de Pedro Páramo, que fue quien avisó también la muerte de Tilcuate, renunció a su trabajo para irse para Sayula, confiado de que Pedro Páramo remuneraría todo el tiempo que trabajó para él. Cisneros vio entrar a Pedro Páramo a escondidas donde Margarita. Recordó la noche en que entró a su propio cuarto. Mientras estaba con Margarita imaginó a Susana. Los villistas, por otro lado, había arrasado con mucho y Damasio se unió a ellos, y aunque pidió más apoyo económico a Pedro Páramo, este no se lo dio. Susana era considerada loca. Le temía a la oscuridad. Alucinaba por Florencio, su único amor. Susana alcanzó a comulgar antes de morir. La luz de la ventana de la pieza donde dormía se apagó, lo que llevó a la conversación de doña Fausta y doña Ángeles. Era el 7 u 8 de diciembre cuando Susana murió. Las campanas sonaban en todos los recintos, tanto que vinieron de Contla y de muchos otros lugares, artistas, cirqueros y músicos. Y Comala se volvió fiesta, en lugar de luto, entre tanta gente, y por ello Pedro Páramo juró vengarse: Me cruzaré de brazos y Comala se morirá de hambre. Por otro lado, el padre Rentería se unió a la revolución. Abundio fue en busca de trago a casa de los Villalpando pues quería colmar la pena de la muerte de Refugio, su mujer. Al regresar pasó por la casa de Pedro Páramo, y Damiana Cisneros lo recibió con una cruz como espantando al demonio, y gritaba: Están matando a Pedro Páramo. La gente acudió, pero fue tarde: ya había herido, de alguna forma, a Damiana, pero Pedro Páramo aún estaba bien. Abundio, aun siendo sordo, no soportó los gritos de Damiana. Abundio solo quería una colaboración para el entierro de su mujer, Refugio. Pedro Páramo recordaba a Susana y se le borraba en el recuerdo, sentía que se desvanecía. Pensó que en unas horas vendría Abundio para insistir con sus manos ensangrentadas en la ayuda. Cayó mientras Damiana lo cargaba ayudándolo, como si fuera un montón de piedras.
Juan Preciado:
hijo de Pedro Páramo y de doña Dolores. Fue a Comala en busca de su padre para que le diera lo que le pertenecía por ser su hijo.
Pedro Páramo
Personaje con distintos matices. Fue pobre de niño, y con el pasar del tiempo se convirtió en el hombre más importante y temido de Comala.
Doña Dolores:
Madre de Juan Preciado. Una de las tantas mujeres de Pedro Páramo. Al morir pidió a su hijo que buscara a su padre para pedirle lo que le correspondía.
Abundio Martínez:
uno de los hermanos de Juan Preciado. Personaje que guía a Juan Preciado hasta Comala. Tiene una gran importancia por su intervención al final de la novela.
Doña Eduviges Dyada:
primera señora que acoge a Juan Preciado en su hogar. De joven por poco tuvo relaciones sexuales con Pedro Páramo por un favor que le hizo Dolores.
Susana:
una de las mujeres de Pedro Páramo. A la que más amó.
Inocencio Osorio:
el provocador de sueños, que indujo a Dolores a no acostarse con Pedro Páramo la noche de su boda, porque la luna estaba brava.
Rogelio:
Personaje que ponía a cuidar su niño a Pedro Páramo, a la vez del telégrafo, mientras se emborrachaba.
Miguel Páramo:
hijo predilecto y reconocido de Pedro Páramo. Un mal hombre.
Colorado:
caballo de Miguel Páramo.
Padre Rentería:
Sacerdote del pueblo.
Anita:
sobrina del padre Rentería, violada por Miguel Páramo.
María Dyada:
Hermana de doña Eduviges Dyada. Contó que su hermana era bondadosa, tanto, que le dio un hijo a todos.
Toribio Aldrete
Quien hizo negocios de tierra con pedro Páramo. Se ahorcó.
Damiana Cisneros
Cuidó a Juan Preciado cuando era niño. Siempre estuvo al servicio de Pedro Páramo, a quien también cuidó en su niñez.
Lucas Páramo:
padre de Pedro Páramo.
Matilde Preciado
Hermana de Dolores Preciado.
Fulgor Sedano
Administrador de Pedro Páramo.
Los Preciados, Los Fregosos y Los Guzmanes
Familias a las que Pedro Páramo les debía dinero.
Filoteo Aréchiga
Quien llevaba mujeres a Pedro Páramo. Juan Preciado oía las voces de las muertas que huían de Filoteo porque se las iba a llevar pedro Páramo.
Galileo:
Hombre que dice que nunca le vendió tierras a Pedro páramo, aunque este asegure que sí.
Donis:
hombre que se acuesta con su hermana, y que alojan en su casa a Juan Preciado.
Filomeno, Dorotea, Melquíades, Sóstenes y Prudencio, el viejo
Personajes que, según la hermana de Donis, viven aún en Comala.
Dorotea:
A quien se encontró Juan Preciado después de muerto. Estaba en su misma tumba. Era apodada la Curraca. En vida le buscaba mujeres a Miguel Páramo.
Justina Díaz:
Cuidó a Susana de niña. Entre las dos vieron morir y enterrar a su madre. No pagó las misas gregorianas para que su madre saliera del purgatorio. Nadie fue ni al velorio ni al entierro. Parece ser que la madre de Susana murió de tisis, y todos temían el contagio.
Bartolomé San Juan:
Padre de Susana.
El tartamudo:
quien avisó a Pedro páramo que a Fulgor lo habían matado y que vendrían matarlo también a él, a Pedro Páramo.
Florencio:
amor eterno y verdadero de Susana.
Perseverancio y Casildo:
de los revolucionarios: de los Cristeros.
Damasio:
quien pedro páramo puso como jefe de los revolucionarios. Pedro páramo le regaló una casa.
Gerardo Trujillo:
Abogado de la familia de Pedro Páramo.
Doña Fausta y doña Ángeles:
dos señoras de edad preocupadas porque la ventana que siempre había estado con la luz prendida ahora estaba a oscuras. En esa ventana dormía Susana. Se preocupaba porque se acercaba la natividad, y que su muerte podría dañarlo todo.
Pedro Páramo es la novela de la Historia Mexicana de principios del siglo XX. Si se hace un análisis cuidadoso de las fechas, se puede entrever una historia que parte desde los años 80. Este cálculo es fácil: Pedro Páramo espera a Susana 30 años, y esta llega cuando comenzaba la Revolución Mexicana, causa por la cual Bartolomé San Juan decidió alojarse bajo techo del cacique, el mismo Pedro Páramo. La Revolución comenzó en 1910; hagan las cuentas, entonces. Se aclara de antemano que hay muchas guerras en los personajes: por ejemplo, Juan Preciado lucha contra los murmullos, contra los fantasmas, contra la vida. Los habitantes del pueblo de Comala luchan por vivir, aunque sea en pena por los pecados cometidos. Las guerras entretejen cada hilo de la estructura de la novela. Pedro Páramo y Aldrete crean una guerra por motivo de las tierras. Susana se convierte en una combatiente tanto para Pedro Páramo como para el padre Rentería. El padre Rentería es el rival de todo el pueblo humilde, y se une a Pedro Páramo en su tiranía: una tiranía social, y ahora, religiosa. La guerra es constante. Más que la guerra la violencia. Por una parte una violencia corporal, liderada por Pedro Páramo, y por otro, una violencia espiritual, a cuya cabeza va el padre Rentería. Es muy interesante este punto porque se vuelve el símbolo del Estado y de la Iglesia: Pedro Páramo en representación del primero y el padre Rentería, del segundo. La Revolución Mexicana inició el 20 de noviembre de 1910, cuando Madero reunió al pueblo en contra del porfiriato, gobierno que los dominaba. Porfirio Díaz había hecho de México, en los años precedentes, un país de buena economía y con una política respetada y admirada en el mundo. Pero olvidó la parte social, la parte que Madero quiso recuperar. El 20 de noviembre de 1910 inició lo que se había planeado por mucho tiempo: la Revolución Mexicana. En la novela de Juan Rulfo se hace alusión a esta época con la llegada de Susana a Comala. Pedro Páramo recordaba los días de infancia y juego, cundo volaban papalotes y sentía la mano de Susana rozando la suya. La Revolución tenía distintos ejércitos que iban por el mismo objetivo. Ahí encontramos al famoso Pacho Villa mexicano, que lideraba las guerrillas del norte de México, y Zapata al sur, con los campesinos. Luego de que madero subió al poder estas guerrillas pidieron la restitución inmediata de tierras campesinas usurpadas por los hacendados, pero Madero no podía solucionar el problema de un día para otro porque, según él, estaría cayendo en el mismo poder autoritario de su antecesor. Todo debía esperar y debía ajustarse al cambio de leyes y nuevas propuestas de gobierno. En su mandato, Madero no cambió el personal del ejército, y por manos de Huertas, uno de los más altos mandos de aquel gobierno, cayó muerto. La lucha siguió por parte de las guerrillas de Zapata y de Pancho Villa, entre otras. Todos querían el poder. Ese poder logrado por Pedro Páramo en la novela. Pedro Páramo es la representación del autoritarismo de ese entonces. Años después, en el periodo de Post-Revolución, por la modificación del artículo 130 de la Constitución política mexicana se afirmó que la Iglesia no tendría más autonomía, que su autonomía haría parte del Estado. Ambos mandos masivos buscaban el poder clerical, y Calles, el presidente en 1926, lo lograría a como diera lugar. Los prelados se levantaron en armas contra el gobierno y miles de feligreses los apoyaron. Esa guerra dejó como saldo centenares de muertos. A esa Guerra fue el padre Rentería, y se desligó al fin de Pedro Páramo, de la misma manera como la Iglesia se había desligado del Estado.
las décadas de 1960 y 1970 fueron décadas de agitación política en toda américa latina, en un clima político y diplomático fuertemente influenciado por la dinámica de la guerra fría. este clima sirvió de base para los trabajos de los escritores del boom latinoamericano, y definió el contexto en el que sus ideas, a veces radicales, tenían que funcionar. la revolución cubana en 1959 y los intentos frustrados de estados unidos de atravesar la bahía de cochinos pueden considerarse como el inicio de este período. La vulnerabilidad de cuba llevó a estrechar lazos con la urss, dando lugar a la crisis de los misiles en cuba de 1962, cuando los estadounidenses y los soviéticos se acercaban peligrosamente a la guerra nuclear. a lo largo de los años 1960 y 1970, regímenes militares autoritarios gobernaron argentina, brasil, chile, paraguay, perú y muchos otros países. por ejemplo, el 11 de septiembre de 1973, el presidente democráticamente electo salvador allende en chile fue derrocado y reemplazado por el general augusto pinochet, que habría de gobernar hasta el final de la década de 1980. muchos tienen la creencia que estos gobiernos cooperaron entre sí en términos de tortura o eliminación de opositores políticos para «disponer de sus órganos» en la llamada «operación cóndor.