1. Contexto histórico y social
El siglo XX puede definirse como una época de transformaciones, marcada por la rápida evolución de las culturas, el avance de las ciencias, la alternancia de las corrientes ideológicas y la versatilidad de las tendencias artísticas. A todos estos cambios se le suma la inestabilidad política y los regímenes totalitarios, el descontento social, la lucha de las clases más bajas así como los continuos enfrentamientos bélicos que tenían lugar en todo el mundo.
Este panorama se enmarca en varias etapas. En el principio de siglo (hasta 1914) surgen de nuevo rivalidades económicas y políticas, renacen los problemas entre nacionalidades y evoluciona el liberalismo, y todo esto desemboca en la Primera Guerra Mundial. El período de entre guerras (1918-1937) se ve marcado por la aparición de totalitarismos, por lo que decae el sistema parlamentario. Además se defiende la incorporación de la mujer a la vida laboral. Este período acaba con el inicio de la Segunda Guerra Mundial. Durante la época de la Guerra Fría (1945-1989) se genera una crisis de valores, al igual que nace la necesidad de una ruptura moral y política. Además surge el existencialismo y el neorrealismo, por lo que se produce una explosión de la cultura juvenil. Podemos decir que hay un cambio de época debido a la Caída del Muro de Berlín, y comienza la denominada Fragmentación de Bloques (1989-2009) en la que se intensifica la colaboración internacional, nace la preocupación por lo ecológico, por el cambio climático y las catástrofes naturales, aparece una nueva conciencia de colectividad y surge la amenaza del terrorismo, sobre todo, islamista.
Los procesos históricos generan conflictos individuales y colectivos que rigen las relaciones entre la persona y la sociedad.
La sociedad se muestra incapaz de solucionar los problemas humanos básicos; el individuo tiende a la reflexión y al pensamiento escéptico; la filosofía da paso al relativismo y vuelven a plantearse aspectos de la metafísica; el arte y la literatura alternan dos tendencias opuestas: las vanguardias y el realismo social.
2. El siglo XX en España
Primera etapa (1900-1939):
Abarca el reinado de Alfonso XIII (hasta 1931), la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930), la Segunda República (1939-1936) y la Guerra Civil (1936-1939).
La crisis de la monarquía se genera por los conflictos sociales y laborales, y la ineficacia de los poderes políticos para darles solución.
La dictadura de Primo de Rivera restablece el orden social en apariencia, pero no aclara la compleja vida española, por lo que los partidos republicanos triunfan.
La Segunda República goza de un bienio reformador; sin embargo, ve frustradas sus intenciones de transformar la sociedad: se radicalizan los enfrentamientos ideológicos y partidistas, y se forman dos frentes, el popular republicano de izquierdas y el nacionalista de derechas, inspirado en el fascismo europeo.
La Guerra Civil, protagonizada por los dos frentes anteriores, comienza en África con la rebelión militar del general Franco contra la legalidad vigente y concluye con la victoria de los nacionalistas y el masivo exilio de los republicanos hacia Europa y América.
Segunda etapa (1939-1975):
La dictadura de Franco echa a andar en medio del aislamiento internacional y de la miseria interior. Al mismo tiempo, comienzan a organizarse los movimientos de oposición (estudiantiles y obreros), los sindicatos y los partidos clandestinos. El país mejora el nivel de vida, pero la inflación es tan alarmante que provoca un paro laboral masivo.
En la década de 1960 se inicia un plan de estabilización que sanea la economía. A los dos “planes de desarrollo” hay que sumas la emigración a Europa, que tiene dos efectos inmediatos: el descenso del paro y la entrada de divisas enviadas por los emigrantes.
La década de 1970 coincide con los últimos años del franquismo y el desarrollo económico. España mantiene la represión social y política del régimen, pero está más abierta a Europa. Se produce un cambio de mentalidad por el contacto con las ideas del mayo francés de 1968 y por el turismo. El asesinato de Carrero Blanco y la enfermedad del dictador aceleran la actividad de los partidos políticos, que serán legalizados tras la muerte de Franco.
Tercera etapa (1975-2009):
La restauración de la monarquía parlamentaria y el cambio de la dictadura a la democracia siguen unos pasos muy concretos. En estos años, España se mueve, en terreno político, entre el optimismo de la normalización política y el escéptico desencanto del electorado; en el terreno económico, el país vive entre el progresivo crecimiento y la crisis o la reconversión.
3. Tendencias de la literatura española en el siglo XX
La literatura española se debate entre las tendencias que surgen también en Europa: la vanguardia en las formas y el compromiso con la realidad.
La vanguardia recibe las siguientes denominaciones: Modernismo a comienzos de siglo, Novecentismo (1915), Vanguardismo (1925) y Experimentalismo (1968). La literatura realista adopta las siguientes tendencias: Realismo existencial (1940), Realismo social (1950) y Neorrealismo (1975).
Pero en cambio, la teoría literaria prefiere la clasificación por “generaciones”.
Así se habla de Generación del 98, Generación del 14, Generación del 27, Generación del 36, Generación del 50 y Generación del 75, unas veces por razones y sucesos históricos y otras por cambios de tendencias literarias.
Una generación literaria es el conjunto de escritores que han nacido en años cercanos, han tenido una formación semejante, una relación personal y unas actividades afines, han vivido un hecho histórico trascendental para la vida ciudadana, reconocen la existencia de un guía y un maestro, y utilizan un lenguaje generacional que supone el anquilosamiento de la generación anterior.
Desde una perspectiva integradora, las dos catalogaciones anteriores podrían simplificarse mucho más: si considerásemos la opinión de Juan Ramón Jiménez, el Modernismo daría su nombre a todos los movimientos de vanguardia y el Realismo englobaría las diversas tendencias que tratan el desajuste entre el escritor y el medio.
4. La poesía en la primera mitad del siglo XX
4.1 La poesía del Modernismo
El Modernismo es, ante todo, una renovación estética, y más en concreto, la renovación del leguaje poético, que surge de una síntesis del parnasianismo y el simbolismo, corrientes poéticas francesas. De este modo, la renovación se orienta hacia los siguientes aspectos:
- Temas: Los modernistas recogen un rico caudal que va de lo clásico a lo moderno, de lo medieval a lo romántico.
- Actitudes: Destaca la visión e interpretación simbolista de la realidad.
- Tendencias poéticas: La poesía modernista es una explosión sensual a través de una estilización e idealización extremas; pero, también se introduce en los tonos grises e íntimos de la sensibilidad. La inclinación de los autores hacia una u otra tendencia depende de condiciones y formas de ser personales. Mientras Rubén Darío manifiesta una mayor sensualidad extrema, Antonio Machado indaga más en la intimidad y Juan Ramón Jiménez alterna por igual ambas tendencias.
- Lenguaje: El lenguaje modernista es exuberante y abierto a todo tipo de expresión que se acerque a su ideal de belleza literaria.
- Métrica: Los poetas modernistas encuentran en la métrica la meta del ritmo y la musicalidad. Por eso, o rescatan metros olvidados, o se aventuran en una búsqueda incesante de variaciones, en la utilización de versos insólitos o en la experimentación y cambios en las estrofas clásicas.
Como modernistas no debemos olvidar a Salvador Rueda, Francisco Villaespesa, Eduardo Marquina y Unamuno y Manuel Machado.
4.1.1 Juan Ramón Jiménez
Juan Ramón Jiménez, nacido en Moguer (Huelva), de vocación poética precoz y uno de los impulsadores del Modernismo, es, el gran renovador de nuestra poesía contemporánea.
Su evolución poética discurre así:
- En primer lugar, el Modernismo mas brillante, aunque con tonos grises e intimistas, en libros como Arias tristes*, Elejías*, o La soledad sonora*, que culmina con el libro Platero y yo*.
- En segundo lugar, la “poesía pura” la poesía cambia y se identifica con la belleza, la eternidad y el absoluto. Sus libros esenciales son Diario de un poeta reciencasado*, Eternidades*, Piedra y cielo*, Poesía* y Belleza*.
- Posteriormente, la “poesía pura” intensifica y profundiza el camino del conocimiento y la aspiración al absoluto en los libros escritos en el exilio: La estación total*, Animal de fondo* y Ríos que se van*.
4.2 La poesía de la Generación del 98
La denominación Generación del 98, es una de las más controvertidas porque sus límites con el Modernismo no están claro. Ambos nacen de la insatisfacción ante la literatura, y el Modernismo es el lenguaje generacional de muchos escritores del 98. Los rasgos comunes que podrían identificar a todos los componentes de esta generación son la ideología progresista y la preocupación por el estado de crisis política y social de España.
La obra de la Generación del 98 recoge la herencia simbolista francesa del Modernismo y la herencia ideológica alemana.
Pero su lenguaje elimina la brillantez retórica del Modernismo, aunque mantiene el carácter impresionista en las descripciones o la idealización de la naturaleza y el paisaje castellano.
4.2.1 Antonio Machado
Antonio Machado, nacido en Sevilla vive en tierras castellanas desde niño. De ideología progresivamente radical y de un profundo humanismo existencial. Su poesía sintetiza el clasicismo de las formas, el simbolismo del mundo sensorial y la indagación en sus galerías interiores.
Varias obsesiones se repiten en su obra: el paso del tiempo y la nostalgia por la niñez y la juventud perdidas, así como la falta de amor y la correspondencia emocional entre los elementos del paisaje y su estado de ánimo.
A través de una conjunción entre lo narrativo, lo descriptivo y lo reflexivo, su obra comprende tres etapas:
- Primera etapa: Representada por Soledades*, libro ampliado en Soledades, galerías y otros poemas*, muestra al poeta de lo interior, de la soledad, de la melancolía por la fugacidad de la vida y los paraísos perdidos.
- Segunda etapa: Representada por Campos de Castilla*, que supone su integración en la Generación del 98, su salida al exterior para expresar de modo reflexivo el inconformismo y el desajuste con la realidad social, así como la sublimación de un paisaje desmaterializado e idealizado.
- Tercera etapa: Representada por Nuevas canciones*, es más reflexiva y, en ella, su pensamiento llega a lo sentencioso.
4.2.2 Miguel de Unamuno
Miguel de Unamuno, expresa con un estilo austero su desasosiego interior por los problemas existenciales y su visión estética de Castilla en Poesías*, Romancero del destierro* y Cancionero*.
4.3 La poesía novecentista y vanguardista
La crítica agrupa bajo el nombre de Novecentismo a ensayistas (José Ortega y Gasset, Eugeni d’Ors y Gregorio Marañón) y novelistas (Ramón Pérez de Ayala y Gabriel Miró) surgidos hacia 1914. Se consideran cercanos al Modernismo por sus preocupaciones vitales, sociales y estéticas, aunque se diferencia en su depurada expresión literaria.
Diferencias:
- Desde el punto de vista social, adoptan una actitud minoritaria e intelectual en su preocupación por la regeneración española.
- Desde el punto de vista literario, defienden el arte puro y la literatura como ejercicio intelectual basado en el lenguaje.
Ramón Gómez de la Serna, contemporáneo de los novecentistas es uno de los mas originales polígrafos españoles de todos los tiempo. Su obra, siempre a contracorriente, se caracteriza por el inconformismo y la disidencia, y por la tendencia constante hacia la experimentación y la indeterminación de los géneros. Es el gran impulso del espíritu vanguardista en España. La influencia de la greguería, género poético inventado por él, es enorme en el ultraísmo y en los poetas del 27.
4.4 La poesía de la Generación del 27
Reciben este nombre el grupo de escritores y de poetas que se dan a conocer a partir de 1920. Salvo la unidad del lenguaje generacional, que se ha puesto en duda, los componentes de la generación del 27 coinciden en:
Rasgos generacionales:
Edad aproximada (nacen entre 1892 y 1902), semejante formación intelectual, actividades comunes en la labor docente y las revistas literarias, acontecimiento generacional que los aúna (homenaje a Góngora en 1927) y guías o maestros iguales (Góngora, Juan Ramón Jiménez y Gómez de la Serna).Influencias:
Del Modernismo el rigor artístico, su actitud minoritaria y su concepción misteriosa de la poesía. De Juan Ramón Jiménez la pureza estética, la poesía como conocimiento y de los vanguardismos la deshumanización del arte, la modernidad en los temas, el tratamiento de las imágenes y metáforas, el cosmopolitismo.Rasgos estilísticos:
Empleo de recursos expresivos de carácter irracional, como la sinestesia y el símbolo, cultivo de la metáfora y la imagen, tendencia a experimentar en la métrica y en el ritmo, utilización del verso libre y visión de la realidad a partir de al propia experiencia interior.
4.4.1 Pedro Salinas
Se distinguen 3 etapas. En la primera mezcla la herencia modernistas con el vanguardismo (Seguro azar* y Fábula y signo*). En la segunda escribe una poesía muy humanizada, amorosa y rica en ideas conceptistas (La voz a ti debida* y Razón de amor*. En la tercera se vuelve más objetivo y comprometido con la realidad (El contemplado*).
4.4.2 Jorge Guillén
Mantiene en su obra una unidad temática casi imperturbable. Su visión del mundo y del universo le conduce a un esplendoroso vitalismo.
Cántico, es su libro más importante.
4.4.3 Gerardo Diego
Su amplia producción poética alterna la poesía de tipo vanguardista y la de tipo tradicional.
En la primera tendencia pueden destacarse Imagen* y Manual de espumas*; en la segunda Versos humanos*, Alondra de verdad* y Biografía incompleta*.
4.4.4 Dámaso Alonso
Es justo reconocer el papel renovador de Dámaso Alonso. Tiene dos etapas. Una, representada por Poemas puros: poemillas de la ciudad*, se inscribe en la poesía pura.
La segunda, existencia y social, tiene como eje Hijos de la ira*, una de las obras más influyentes de la posguerra.
4.4.5 Federico García Lorca
Destaca en la poesía y en el teatro. En ambos géneros el tema centres es la muerte o el amor conducido por el dolor, la frustración y la muerte. Dos etapas:
1921-1928:
Estilización de las formas tradicionales y populares, para transmitir una visión trágica del amor y la muerte de los gitanos en Canciones*, Poema del cante jondo* y Romancero gitano*.1929-1936:
Deja paso al surrealismo y rompe con el verso tradicional, pero mantiene su actitud solidaria con los marginados, raciales y sexuales: Poeta en Nueva York, expresa la dialéctica entre naturaleza y civilización. El ciclo se completa con Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, Diván del Tamarit* y Sonetos el amor oscuro*.
4.4.6 Rafael Alberti
Pintor y poeta, su obra en verso se caracteriza por las tonalidades cromáticas y por el perfecto manejo del ritmo y la musicalidad enraizados en la tradición española.
Tiene tres etapas. Se inicia con una estilización de las formas tradicionales y populares en Marinero en tierra*, La amante* y El alba de alhelí*. La segunda etapa se abre con Cal y canto* y culmina con Sobre los ángeles*
libro surrealista motivado por una crisis personal, ideológica y religiosa. Enana tercera etapa el poeta humaniza sus versos durante la República, la guerra civil y el exilio, al servicio de las ideas o de la solidaridad:
Sermones y moradas*, Entre el clavel y la espada* o Coplas de Juan Panadero.
No podemos olvidar algunos hermosos libros fruto de su pasión artística: A la pintura* o de la nostalgia de España: Retorno de lo vivo lejano*.
4.4.7 Vicente Aleixandre
Se acerca muy pronto al surrealismo en Espadas como labios*, La destrucción o el amor* y Sombra del paraíso*, donde el tema amoroso conduce al dolo o a la muerte con una acusada sensación de impotencia. A partir de Historia del corazón*, al que siguieron Poemas de la consumición* y Diálogos del conocimiento*, elimina la deshumanización vanguardista y reflexiona sobre la condición humana.
4.4.8 Luis Cernuda
Su obra poética expresa el inconformismo de su intimidad torturada por el dolo y la frustración que resulta del desajuste entre la realidad y el deseo.
Su evolución arranca de la “poesía pura” en Perfil del aire* y luego se deja influir por el surrealismo en Un río, un amor* y Los placeres prohibidos*. A partir de Donde habite el olvido* el poeta desnuda sin pudor su interior y alcanza la cota más alta de su poesía; finalmente, un estilo más narrativo, influido por la poesía inglesa reviste los libros Las nubes*, Como quien espera el alba* y Desolación de la quimera.
4.4.9 Miguel Hernández
Dominador de las técnicas poéticas y caracterizado por sus tonos vigorosos y angustiados, Hernández alterna versos de depurado estilo con otros que expresan la fuerza del grito y el desgarro. Así de su etapa vanguardista o gongoriana (Perito en lunas*), pasa a una poesía humanizada y de corte clásico con El rayo que no cesa*, donde se encuentran las obsesiones del poeta por el amor, la vida y la muerte. La última etapa, supone un antecedente extraordinario de la poesía social: un lenguaje desgarrado y emotivo impregna los libros viento del pueblo* y El hombre acecha*. Cancionero y romancero de ausencias*, supone una evolución hacia la intimidad.
5. La poesía en la segunda mitad del siglo XX
5.1 La poesía de posguerra
La Guerra Civil, el inicio de la dictadura franquista y el exilio de muchos españoles interrumpen la evolución natural de la cultura y de la literatura española y las sumen en un profundo aislamiento, vigilado por una férrea censura política e ideológica.
La literatura y la poesía emprenden un camino difícil entre 1939 y 1950.
Sólo parecen posibles dos posturas: o aprobar la nueva situación, o relfejar la desesperanza en el presente y el futuro, definidas por Dámaso Alonso como literatura “arraigada” y literatura “desarraigada”.
5.1.1 La poesía arraigada
La poesía arraigada adopta una forma clasicista y un tono heroico e intimista.
Que contrasta con la pobreza y la desilusión en que vive la mayoría.
En torno a las revistas Escorial*, Jubentud o Gracilazo*, los más importantes entre estos poetas son:
Luis Rosales (Retablo de Navidad* y La casa encendida*), Leopoldo Panero (La estancia vacía* y Escrito a cada instante*), Dionisio Ridruejo (Poesía en armas* y Sonetos a la piedra*), Luis Felipe Vivanco (Tiempo de dolor* y Continuación de la vida) y José García Nieto (Víspera hacia ti* y Poesía*).
5.1.2 La poesía desarraigada
La poesía desarraigada refleja la peripecia individual del ser humano en tiempos de angustia y dolor y de falta de fe en el futuro.
Se trata de una poesía existencialista que evolucionaría muy pronto hacia la poesía social.
La poesía existencialista encuentra su cauce de expresion en la revista Espadaña.
Sus colaboradores (Victoriano Crémer, Eugenio de Nora, José Luis Hidalgo, José Hierro, Ángela Figuera,…) defienden que la realidad y la vida cotidiana deben ser centrales en su poesia.
Frente al mundo armonioso de los arraigados, los existencialistas muestran la dialéctica individual y su desajuste con el medio que les toca vivir. La tenacidad y la afirmación de vida conviven con la presencia de la muerte, la tristeza, la soledad y la desesperación por un lado, y la búsqueda de la fe o del amor, por otro lado: la existencia es una lucha con el medio o con el mundo interior.
El lenguaje utilizado es desgarrado.
Al lado de la poesía arraigada y la desarraigada surgen otras tendencias minoritarias, pero de gran importancia. Una es el postismo que se propone rescatar y continuar la poética surrealista mediante un lenguaje de imágenes nuevas y sorprendentes.
Eduardo Chicharro, Carlos Edmundo de Ory y Juan Eduardo Cirlot son sus principales representantes. Otra es la sensual y barroca del grupo Cántico y sus poetas Ricardo Molina, Pablo García Baena y Juan Bernier.
5.2 La poesía social
La literatura existencialista desemboca en la literatura social realista.
Los escritores salen desu angustia interior y contemplan lo que ocurre en la calle. Su punto de vista cambia e intenta presentar con objetividad la vida colectiva española y sus conflictos, mediante un tono energético de testimonio, protesta y denuncia de la situación social. Exigen una transformación en la sociedad y tienen fe en la literatura.
Los poetas toman conciencia de su papel en la sociedad y de la importancia de la sociedad en su poesía. A partir de 1950 denuncian la marginación, el paro y la falta de libertad, y exigen justicia y la paz para España, una patria amada y rota que se convierte en protagonista de sus versos.
Palabras como compromiso y solidaridad son las que mejor expresan el sentir de estos poetas ya que buscan compartir sus versos. Esa actitud los conduce a expresas sus mensajes con un lenguaje tan transparente que llega a un prosaísmo extremo.
Los poetas sociales adjudican a la labor poética una función colectiva e histórica por lo que debe ser realista: una obra de su tiempo y destinada a su tiempo, tan social como el trabajo o la justicia. Para estos poetas la palabra tiene un valor incalculable.
5.2.1 Victoriano Crémer
Funda con Eugenio de Nora la revista Espadaña*. Su obra de acento desgarrado y tremendista, es primero existencialista en Tacto sonoro*, Caminos de mi sangre* o Nuevos cantos de vida y esperanza* y luego social en La espada y la pared*, Furia y paloma* y Con la paz al hombro*.
5.2.2 Gabriel Celaya
Es autor de una extensa y desigual producción. Su obra más conocida se desarrolla a partir de 1947. En su etapa existencialista publica Tranquilamente hablando* y Las cosas como son*; de su época social es justo recordar Las cartas boca arriba*, Cantos iberos* y Canto en lo mío*. Celaya escribe poesía experimental, como muestra su obra Función de uno, equis, ene*.
5.2.3 Blas de Otero
Es el gran poeta de la posguerra y su obra resume la evolución de la poesía española desde 1939 hasta su muerte. Censurado y prohibido en repetidas ocasiones, reparte su vida entre viajes, conferencias y recitales poéticos.
Sus tres etapas poéticas coinciden con las de la poesía española:
- Primera etapa:
existencialista y estremecedora por su tono desagarrado, se centra en la búsqueda angustiosa de Dios, del amor y del sentido de la existencia humana. Obras: Ángel fieramente humano*, y Redoble de conciencia*. - Segunda etapa: significa su entrada a la poesía social, en el compromiso y la solidaridad testimonial con los problemas colectivos de España. Obras: Pido la paz y la palabra*, En castellano* y Que trata de España*.
- Tercera etapa: supone un cambio formal importante, casi cercano al experimentalismo.
Obra: Hojas de Madrid*.
5.2.4 José Luis Hidalgo
Poeta y pintor santanderino deja una estremecedora obra existencialista, metafísica y religiosa en Raíz*, Los animales* y Los muertos*.
5.2.5 José Hierro
Se inicia en la poesía existencialista, de intensa proyección lírica y personal, con Tierra sin nosotros*, Alegría* y Con las piedras, con el viento*; más tarde se integra en la poesía social con Quinta del 42* y Cuanto sé de mi*. Sus libros posteriores, quizás los mejores son: Libro de las alucinaciones* y Agenda*.
5.2.6 Eugenio de Nora
Como investigador ha publicado el ensayo, ya clásico, en tres volúmenes, La novela española contemporánea*. Centrado en los temas del dolor y el amor, es existencialista en Cantos al destino*, Contemplación del tiempo* y Siempre*. Es el primero en editar libros de poesía social:
Pueblo cautivo* y España, pasión de vida*, que incluye varios poemas escritos en la década anterior.
5.3 La poesía de la Generación del 50
Se trata de un grupo de poetas que comienzan a publicar en la década de 1950. Los más representativos son:
Ángel González, José Ángel Valente, Claudio Rodríguez, Jaime Gil de Biedma, José Agustín Goytisolo, Francisco Brines, Carlos Sahagun y Antonio Gamoneda.
Algo mas jóvenes que los poetas sociales, comparten la visión critica de la realidad.
Por ejemplo: la preocupación por el hombre en dialéctica con el medio, el inconformismo y la denuncia, las referencias realistas a la vida cotidiana y el sentido de la solidaridad y el compromiso.
Estos rasgos y las diferencias estilísticas son argumentos sólidos como para que se cuestione la existencia de esta nueva generación.
Una de las características de estos poetas es su actitud humanista, su preocupación por los problemas del ser humano. Ahora bien, lo preservan en su recinto personal.
En la mayoría hay una consciente voluntad de estilo y un mayor esmero en el cuidado del lenguaje y de las formas poéticas, así como una vuelta a los eternos temas de la poesía y a otros mas personales que los apartan de la poesía social.
5.3.1 Ángel González
Su poesía alterna los contenidos comprometidos de la poesía social con otros más íntimos y personales;
Unas veces con tendencia al estilo coloquial e irónico y otras al conceptismo ingenioso. Sus libros importantes son Áspero mundo*, Grado elemental*, Tratado de urbanismo* y Palabra sobre palabra*. Más tarde, refuerza su ironía, el tono ingenioso de la palabra, en su recopilación Prosemas o menos*.
5.3.2 José Ángel Valente
De tono intelectual y simbolista, parte de la vida cotidiana o de una situación inmediata, pero de pronto las trasciende hacia ámbitos del conocimiento mediante una depuración extrema del lenguaje que se intensifica con los años. Sus obras más destacadas son: A modo de esperanza*, Poemas a Lázaro*, La memoria y los signos*, Interior con figuras*, El fulgor*, Al dios del lugar* y Breve son*. Valente también cultivó la poesía en su lengua natal, el gallego.
5.3.3 Jaime Gil de Biedma
Ejerce una gran influencia en la generación actual y en la tendencia llamada “de la experiencia”. Su poesía, irónica y de enunciación muy cercana a lo cotidiano, se orienta hacia el desenmascaramiento de las contradicciones de la burguesía y de su propia experiencia, lo cual le conduce al escepticismo y a una visión negativa de la realidad. Entre sus libros están: Compañeros de viaje*, Moralidades*, Poemas póstumos* y Las personas del verbo*.
5.3.4 Antonio Gamoneda
Alterna en su poesía la actitud crítica de la poesía social con la expresión de la experiencia personal y biográfica en doloroso desequilibrio con el mundo exterior. Sus obras mas destacadas: Sublevación inmóvil*, Descripción de la mentira*, Blues castellano*, Lápidas* y Sólo luz*.
5.3.5 Claudio Rodriguez
De vocación y madurez precoces, publica Don de la ebriedad*, uno de los libros más hermosos de la poesía contemporánea, con tan sólo 19 años. En su poesía se mezclan con armonía el surrealismo de las imágenes, el clasicismo formal y la transparencia del paisaje, para profundizar en la claridad del humanismo solidario y en el deseo de compartir su experiencia con los demás. Este sentido humanista, prosigue en sus libros siguientes: Conjuros*, Alianza y condena*, El vuelo de la celebración* y Casi una leyenda*.
5.4 La Generación de los Novísimos
En 1966 es cuando se publica Arde el mar* de Pere Gimferrer, libro que rompe con las poéticas anteriores, y en 1970 se publica Nueve novísimos poetas españoles* de José María Castellet, antología que da nombre a la generación.
Son presentados como un movimiento de ruptura vanguardista. Estos poetas se alejan del compromiso, del testimonio o de la solidaridad y adoptan una actitud formalista.
Castellet señala en la antología sus características:
- Despreocupación hacia las fórmulas tradicionales, hacia las normas preceptivas, y la libertad formal.
- La escritura automática canguardista y las técnicas elípticas.
- Introducción de elementos exóticos.
- La artificiosidad.
Sin embargo, en los contenidos, o vuelven su mirada a temas y asuntos de otras épocas, de origen cultural e histórico, recibiendo el nombre de “culturalistas”, o asimilan una mitología frívola procedente del cine, de la música popular o del cómic.
En lo formal recogen aspectos de las vanguardias del siglo XX, en concreto del surrealismo, a través de Aleixandre y el postismo, alternando un lenguaje exuberante de imágenes opacas y visionarias con otros aspectos noveosos, pero sin abandonar el tono coloquial de algunos poetas del 50.
Los representantes más destacados (1939-1950) son:
Tendencia culturalista y surrealista
Pepe Gimferrer (Arde el mar*, La muerte en Beverly Hills*, El vendaval*); Guillermo Carnero (El azar objetivo*, Dibujo de la muerte*, El sueño de Escisión*,); Antonio Colinas (Truenos y flautas en un templo*, Sepulcro en Tarquinia*, Astrolabio*); Luis Alberto de Cuenca (Elsinore*, Scholia*).Tendencia más coloquial, irónica y crítica
Manuel Vázquez Montalbán (Una educación sentimental*, Coplas a la muerte de mi tía Daniela*, A la sombra de las muchachas sin flor*, Praga*); Leopoldo María Panero (Así se fundó Carnaby Street*, Teoría*, Last river together*).
5.5 La poesía última
La poesía posterior a 1975 presenta una indeferencia hacia la ruptura con los Novísimos, y de este modo los poetas, llevados por un personalismo extremo se adscriben a diversas tendencias, unas continuistas y otras recuperadas del pasado.
En esa pluraridad surgen tendencias continuadoras y tendencias recuperadas de otros tiempos.
O se vuelve a la tradición o se afirma la individualidad, bien por razones de estilo, bien por un deseo de diferenciación.
Surrealismo
Blanca Andreu (De una niña de provincias que se vino a vivir en un Chagal*) y Ana Rosseti (Indicios vehementes*).Poesía de la experiencia:
Luis García Montero (El jardín extranjero* y Diario de un cómplice*); Javier Egea, Felipe Benítez Reyes (La mala compañía*) y Carlos Marzal (El último de la fiesta*).Poesía épica
César Antonio Molina (Últimas horas en Lisca Blanca* y Derivas*); Julio Llamazares (La lentitud de los bueyes* y Memoria de la nieve*) y Juan Carlos Mestre (Antífona del otoño en el valle del Bierzo*)Neoexistencialismo surrealista
Amalia Iglesias (Un lugar para el fuego*, Memorial de Amauta* y Dados y dudas*) y Luisa Castro (Los versos del eunuco* y Los hábitos del artillero*).Neorrealismo social
Fernando Beltrán (Aquelarre en Madrid* y Cerrado por reformas*); Miguel Galanes (Urgencias sin nombre* y Los restos de la juerga*) y Ángel Guadache (El viento de los árboles* y Vals de bruma*).Neobarroquismo
Antonio Enrique.Neopurismo
Álvaro Valverde (Una oculta razón*) y J.A. Ramírez Lozano.Impresionismo posnovísimo
Juan Manuel Bonet (La patria oscura*) y Andrés Trapiello (La vida fácil*).Neoclasicismo
Fernando de Villena (Soledades tercera y cuarta*) y Miguel d’Ors (Códex 3*).
Ab.