Periodo de Posguerra: La Poesía en la Década de 1940
Tras la Guerra Civil Española, la poesía experimentó una notable transformación. Entre los autores destacados de la época se encuentra León Felipe, con obras como Español del éxodo y del llanto (1939), Ganarás la luz (1943) o Llamadme Publicano (1950).
Durante la década de 1940, surgieron dos corrientes principales:
- Poesía Arraigada:
Los poetas de esta corriente se centraron en la perfección formal y la expresión de la belleza, dejando en segundo plano la cruda realidad de la posguerra. Exaltaban a los vencedores y denigraban a los perdedores, utilizando un tono optimista y esperanzado. Se inclinaban por las normas métricas clásicas y publicaban en revistas como Escorial y Garcilaso. Entre los autores más representativos se encuentran:
- Luis Rosales: La casa encendida
- Leopoldo Panero: Escrito a cada instante
- Dionisio Ridruejo: Poesía en armas
- Poesía Desarraigada:
En contraste con la poesía arraigada, esta corriente reflejaba la angustia, la duda y la desesperanza existencial de sus autores frente al presente. Un ejemplo paradigmático es Hijos de la ira (1944) de Dámaso Alonso, una obra que, con verso libre y un lenguaje impactante, ofrece una visión desoladora de la realidad, marcada por la injusticia, la crueldad, el odio y la podredumbre. La revista Espadaña, fundada en León y activa entre 1944 y 1950, fue un importante canal de difusión para esta corriente, con figuras como Antonio González de Lama, Victoriano Crémer y Eugenio de Nora.
Obras destacadas de la poesía desarraigada incluyen:
- Victoriano Crémer: Tacto sonoro, Caminos de mi sangre, La espada y la pared y Nuevos cantos de vida y esperanza
- Eugenio de Nora: Cantos al destino, Amor prometido, Siempre, Pueblo cautivo, España, pasión de vida
La Década de 1950: El Auge de la Poesía Social
La poesía social dominó el panorama literario de la década de 1950. Esta corriente se caracterizaba por su compromiso con la denuncia de la injusticia social, la alineación de los trabajadores, la lucha por la libertad y la paz. Los poetas sociales buscaban una mayor accesibilidad, utilizando un estilo llano, prosaico y coloquial para conectar con la «inmensa mayoría».
Entre los principales exponentes de la poesía social encontramos a:
- Blas de Otero: Tras una etapa inicial con obras como Ángel fieramente humano y Redoble de conciencia, se consagró como poeta social con Pido la paz y la palabra, donde España se convierte en su principal preocupación, denunciando la miseria del país sin caer en el pesimismo.
- Gabriel Celaya: Después de una fase surrealista y existencialista, se unió a la poesía social con obras como Cantos Iberos, Las resistencias del diamante (1957) y Episodios nacionales (1962).
- José Hierro: Tierra sin nosotros (1947), Alegría, Con las piedras, con el viento, Quinta del 42 (1952).
Década de 1970: Poesía Experimental y de la Experiencia
La década de 1970 marcó un cambio hacia la poesía experimental y de la experiencia. Esta generación, también conocida como la Generación del 50, incluyó a poetas como Ángel González, José Manuel Caballero Bonald, José Agustín Goytisolo, Jaime Gil de Biedma, José Ángel Valente, Antonio Gamoneda, Francisco Brines y Claudio Rodríguez.
Estos poetas se centraron en la introspección, la memoria, la subjetividad y la poetización de la experiencia personal. Abordaron temas como los recuerdos de la infancia, las dificultades de la posguerra, las primeras experiencias amorosas y la crítica al orden sociopolítico. Mostraron una notable atención al lenguaje, con un estilo riguroso, conversacional y antirretórico, utilizando a menudo el lenguaje coloquial, el verso libre y, ocasionalmente, estrofas clásicas.
Algunos autores y obras destacadas de esta época son:
- Ángel González (1925-2008): Áspero mundo, Tratado de urbanismo, Procedimientos narrativos, Otoños y otras luces
- José Agustín Goytisolo (1928-1999): Salmos al viento, Del tiempo y del olvido, La noche es propicia
- José Ángel Valente (1929-2000): Poemas a Lázaro, El inocente, Treinta y siete fragmentos
- Jaime Gil de Biedma (1929-1990): Compañeros de viaje
- Francisco Brines (1932): Las brasas
- Antonio Gamoneda (1931): Sublevación inmóvil
Claudio Rodríguez: Vida y Obra
Claudio Rodríguez (Zamora, 1934 – Madrid, 1999) mostró una temprana y sólida vocación poética. Estudió en la escuela de «Los Bolos» y cursó el bachillerato en el Instituto Claudio Moyano de Zamora. En 1947, tras la muerte de su padre, tuvo que asumir responsabilidades en los negocios familiares. En 1951, se trasladó a Madrid para estudiar Filosofía y Letras en la Universidad Central, donde se licenció en Filología Románica. Fue detenido por su participación en actividades estudiantiles antifranquistas. Durante esta época, frecuentaba mercados, bares y tabernas, experiencias que influirían en su obra.
En la década de 1950, publicó Don de la ebriedad (1953), obra que le valió el Premio Adonais y el reconocimiento de Vicente Aleixandre. Este poemario destaca por su fervor lírico y la conexión del poeta con la tierra y el mundo campesino. Su poesía combina armoniosamente el surrealismo de las imágenes, el clasicismo formal y la transparencia del paisaje, con un profundo humanismo solidario. Utiliza endecasílabos asonantados que alternan con versos blancos, logrando una gran musicalidad. Su segundo libro, Conjuros (1958), continúa con el vitalismo del anterior, centrándose en las cosas sencillas. La búsqueda de la armonía personal con el cosmos se refleja en obras posteriores como Alianza y condena (1965), El vuelo de la celebración (1976) y Casi una leyenda (1991).