Poesía española del siglo XX: desde la posguerra a la transición

La posguerra (1940-1950)

La dictadura franquista impuso un nuevo orden político e ideológico que afectó profundamente al arte y la literatura. La censura se convirtió en la norma, forzando el exilio de escritores republicanos como Ramón Pérez de Ayala y la muerte de otros como Miguel de Unamuno.

En este contexto, la lírica de los poetas disidentes se caracterizó por un enfoque existencialista, reflejando tristeza, frustración, soledad, inadaptación y muerte. Sin embargo, durante los años 60, surge una nueva actitud en la poesía, marcada por el realismo y el compromiso social, que evolucionaría hacia la poesía de la experiencia.

Poesía arraigada

Cultivada por poetas afines al régimen, trataba temas evasivos y universales como el amor o la religión. Sus máximos representantes fueron Luis Rosales y Luis Felipe Vivanco.

Poesía desarraigada

Iniciada en 1944 con Hijos de la ira de Dámaso Alonso, esta corriente expresó la angustia y el dolor de vivir en un mundo injusto. Destacan autores como Dámaso Alonso y Eugenio de Nora.

La poesía social (1950)

Con un lenguaje sencillo y directo, la poesía social se preocupó por las circunstancias del hombre común. Blas de Otero y Gabriel Celaya, con obras como Cantos íberos, vieron en la poesía un instrumento para la libertad y el bienestar.

La poesía de la experiencia (1960)

Influenciada por el ensayo Teoría de la expresión poética de Carlos Bousoño, esta corriente se centró en temas intimistas: la guerra, la infancia, la adolescencia y la reflexión personal. Poetas como Ángel González y Jaime Gil de Biedma buscaron la sencillez expresiva y la libertad métrica, con un tono intimista y a veces confesional.

Los años 70 y la transición

El interés por el cine y la música, junto con las nuevas publicaciones y revistas, propició el desarrollo de actitudes opuestas al realismo. Se recuperaron elementos vanguardistas y se manifestó un cierto exhibicionismo cultural. La transición trajo consigo la desorientación de los autores y la irrupción de los novísimos, que buscaban desligarse del formalismo.

Tendencias de la poesía en la transición

  • Poesía neosurrealista: Impulsada por Blanca Andreu con De una niña de provincias que se vino a vivir en un Chagall (1980), se caracterizó por el retorno del yo poético, un sentimiento neorromántico, el uso de un verso largo con metáforas irracionales e imágenes sorprendentes, y una clara subversión del lenguaje.
  • Poesía del silencio (1980-1985): Con una expresión concisa y abstracta, esta corriente concibe la experiencia poética como un instrumento limitado. Destacan Jaime Siles, Ada Salas y Andrés Sánchez Robayna.
  • Poesía de la experiencia: Exalta las experiencias vividas y las emociones como algo trascendente, utilizando un lenguaje cotidiano y un tono narrativo diáfano. Luis García Montero y Carlos Marzal son sus principales representantes.
  • Poesía neoclásica: Recurriendo a temas y espacios clásicos de forma original, proyecta el placer de la experiencia presente. María Sanz, con Aves del paso, ejemplifica esta tendencia.

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