Rasgos del Renacimiento
- Se destaca la dignidad del hombre, centro del mundo y dueño de su destino, lo cual se opone al teocentrismo e inmovilismo de la sociedad estamental.
- Intenso vitalismo que se manifiesta en el arte y en la literatura de este periodo, como en el esplendor casi pagano de cortes y palacios, con sus fiestas y lujos.
- Optimismo: es una época esencialmente optimista en la que se piensa que el hombre es la medida de todas las cosas y que es capaz de dominar el universo con sus conocimientos.
- Racionalismo: será un rasgo dominante de la época. La confianza en el poder de la razón explica el nacimiento de una idea bien fecundada desde entonces: la idea de progreso.
- Neoclasicismo: según las ideas neoplatónicas, la realidad material no es sino una manifestación del orden espiritual superior, armónico y perfecto, que el hombre puede alcanzar por el conocimiento, el amor, la contemplación de la belleza natural, etc.
- Afán de reformas: la insatisfacción intelectual humanista lleva a proponer profundas reformas, propugnar utopías y, en algunos casos, al escepticismo y al desengaño.
- Se produce una revaloración del latín, al mismo tiempo que se promociona el uso de las lenguas vulgares.
- El Renacimiento es un periodo de gran auge artístico y cultural. Es la época de científicos (Copérnico o Kepler), artistas (Rafael, Miguel Ángel, Fray Angélico, etc.)
España en el Siglo XVI
España impone su hegemonía en Europa. Políticamente, se crea el gran imperio español, con Carlos I y Felipe II. Los grandes descubrimientos y la victoria de Lepanto son dos símbolos del esplendor y la plenitud política. La economía pasa de un periodo de gran prosperidad a una fuerte crisis que llevó a la bancarrota del estado en varias ocasiones. Esto generará una grave crisis social.
Tras una época de aperturismo cultural, en la primera mitad del siglo, se pasa a la cerrazón y censura en el reinado de Felipe II, para evitar el contagio de las ideas protestantes. Es un periodo de gran poder de la Inquisición y en el que se sigue el espíritu de la Contrarreforma.
Socialmente, la nobleza sigue teniendo en este siglo una importancia preeminente, continúan teniendo apreciables privilegios, por lo que hay un gran interés por conseguir al menos la categoría de hidalgo. En este siglo también se acentúan los valores nobiliarios y se acentúa el desprecio hacia el trabajo manual. Esta actitud provoca una ola creciente de vagabundos, mendigos y pordioseros. Dentro de la sociedad renacentista española destacan los conversos, judíos y moriscos obligados a convertirse al cristianismo para evitar la expulsión.
Culturalmente, el Humanismo español conocerá su época de máximo apogeo en el primer tercio del siglo XVI. Este pujante humanismo se ve vivificado por la influencia del erasmismo. La Contrarreforma, a través de la Inquisición, significará la decadencia de este humanismo español, ya que se prohíbe a los españoles estudiar en el extranjero y se publica el Índice de Libros prohibidos.
Características Generales de la Poesía en el Siglo XVI
La poesía que más escucha la población en este siglo continúa siendo la lírica tradicional y el romancero, que se transmite a través de los cancioneros donde convive la poesía popular con la culta.
Desde fines de los años 20 y hasta la mitad del siglo, se produce la aclimatación de las nuevas formas y contenidos procedentes de Italia. Fecha clave será la de 1543, año en que se publican póstumamente las obras de Juan Boscán y Garcilaso de la Vega (pioneros en la defensa de la poesía renacentista italianizante). La rápida difusión de sus obras contribuirá de modo decisivo al triunfo de la nueva poesía. Ésta introduce nuevos géneros, motivos, temas, versos y estrofas, además de una sensibilidad poética diferente.
Temas de la Poesía del Siglo XVI
Tópicos Clásicos
- Carpe diem (Goza del día de hoy): llamada a aprovechar el momento, pues la vida es breve y la fortuna variable, y no se sabe qué puede ocurrir mañana.
- Collige, virgo, rosam (Recoge, doncella, las rosas): exhortación a una joven para que ame antes de que el tiempo marchite su belleza.
- Aurea mediocritas (La feliz mediocridad): alabanza de la vida moderada, alejada de grandes ambiciones y pasiones que sólo acarrearían preocupaciones e infelicidad.
- Beatus ille (Feliz aquel): añoranza de la vida apartada del fragor mundano, generalmente en contacto con la naturaleza, lugar apropiado para encontrar la paz y la armonía. A este estaría muy próximo otro tópico renacentista conocido como menosprecio de corte y alabanza de aldea, en el que, por iguales motivos, se pondera la vida en el campo en detrimento de la ajetreada y conflictiva vida cortesana.
Mitología
El acervo mitológico proporciona al poeta un considerable conjunto de asuntos y motivos, que son tomados bien directamente de los autores clásicos, bien indirectamente de las mitografías, verdaderos diccionarios universales muy frecuentes en la época.
Amor
Tema omnipresente de la poesía renacentista. El amor está ahora influido por la filosofía neoplatónica. Es ahora una virtud del entendimiento, que contribuye a hacer mejores a los hombres. Mediante el amor, el hombre se eleva de lo inmaterial a lo material: superando la sensualidad, que es «pura materia», la contemplación de la belleza femenina le permite acceder al conocimiento de la Belleza Absoluta.
Sin embargo, el amor aparece también como fuente de frustración y dolor: el enamorado percibe que le resulta imposible alcanzar el amor o comprueba que éste no es eterno y se puede perder. Por ello, la poesía renacentista manifiesta la frustración y la inhibición, el deseo no satisfecho por medio de antítesis que son características de la lírica de este período: fuego/hielo, día/noche, etc.
Esta poesía desarrolla los tópicos del carpe diem, el collige, virgo, rosa, etc.
Poesía de Carácter Moral
La poesía de carácter moral crece en importancia a lo largo del siglo. Esta poesía desarrolla los tópicos latinos del beatus ille o del aurea mediocritas. Hay que entenderla en dos sentidos: por un lado, como manifestación de la insatisfacción ante una nueva sociedad individualista y urbana y, por otra, como consecuencia de la nueva moral de la Contrarreforma, surgida del Concilio de Trento, que postula un código de conducta más rígido frente al puritanismo protestante.
Formas de la Poesía Renacentista
La poesía renacentista es fuertemente innovadora: nuevos versos, nuevas estrofas, nuevos géneros:
- Innovaciones métricas: el verso predilecto es el endecasílabo, con el que alterna frecuentemente el heptasílabo. Las estrofas más frecuentes son el soneto, la canción, la lira, los tercetos encadenados, la silva, la octava real, etc. De todas las estrofas destaca especialmente el soneto.
- Innovaciones en los géneros: se recuperan muchos de la tradición grecolatina: églogas, odas, epístolas, elegías, sátiras…
En general, las dos líneas poéticas de la época, la amorosa y la moral, se diferencian también por la forma de expresión elegida. La lírica amorosa se expresa en canciones, sonetos, madrigales o sextinas; la de temática moral prefiere géneros como la epístola o la oda y estrofas como el terceto encadenado, la silva y la lira, además del soneto.
Escuelas de la Poesía en el Siglo XVI
Primer Renacimiento o Época de Carlos I
Los escritores más destacados de esta época son Juan Boscán y Garcilaso de la Vega. Además, contribuyen a la renovación poética autores como Diego Hurtado de Mendoza, Hernando de Acuña o Gutierre de Cetina.
Segundo Renacimiento o Época de Felipe II
Se suele distinguir dos escuelas:
- a) Escuela salmantina o castellana: a la que pertenecerían Fray Luis de León, Francisco de Aldana, Francisco de la Torre o Francisco de Figueroa.
- b) Escuela sevillana o andaluza: con nombres como Barahona de Soto o Fernando de Herrera.
Literatura Mística
Es llamativo el desarrollo en el siglo XVI de la literatura mística. Los místicos aspiran a comunicarse directamente con Dios y expresan esa experiencia en prosa o en verso. La mística intenta describir el don gratuito que Dios concede a algunas almas al fundirse con ellas y llenarlas de su amor. El proceso místico por el que el alma se funde con Dios atraviesa tres fases o vías:
- Vía purgativa: por la cual el hombre se libera del pecado mediante la penitencia y la práctica de la virtud.
- Vía iluminativa: mediante la cual el alma se somete a Dios, renuncia a la razón y a la inteligencia humana y recibe una sabiduría especial que la ilumina. La culminación de la unión mística es el éxtasis, que supone la anulación total de los sentidos y un sentimiento tal de felicidad y gozo que es inefable, no puede expresarse con palabras.
- Vía unitiva: que supone la fusión, la unión mística entre el alma y Dios.
Las dos primeras son comunes a ascetas y místicos; a la tercera sólo llegan almas privilegiadas, los místicos, por una gracia especialísima de Dios.
Las figuras más representativas de la mística española son Teresa de Jesús y Juan de la Cruz.
Garcilaso de la Vega
Vida y Personalidad
De noble familia, nació en Toledo hacia 1501. Su corta vida se desarrolla durante la primera parte del reinado de Carlos I. Fue defensor de la causa del emperador en todo momento, incluso frente a los comuneros castellanos. Se casó en 1525, pero al año siguiente conoció a Isabel Freire, una de las damas portuguesas de la emperatriz, de la cual se enamoró. Pero ella se casó en 1529, lo que produjo una grave crisis sentimental a Garcilaso. Isabel murió de sobreparto en 1533. Su amor imposible y el dolor por la muerte de la dama dejaron una profunda huella en sus poemas.
En 1532 fue desterrado a una isla del Danubio y después a Nápoles por haber asistido al matrimonio secreto, no autorizado por el emperador, de un sobrino suyo. Su estancia en Italia fue decisiva, pues allí se relacionó con importantes humanistas, leyó y estudió a los autores clásicos y escribió sus mejores versos. Murió en 1536 en Niza, como resultado de una acción militar en Provenza.
Garcilaso ha pasado a la posteridad como prototipo del caballero renacentista, en la línea del modelo propuesto por Castiglione en El cortesano. Armonizaría en su persona el viejo ideal de las armas y de las letras: soldado, cortesano y poeta.
Obra
Fue preparada para su edición por su amigo Juan Boscán y publicada en 1543. Es relativamente breve: la Oda a la flor de Gnido, una epístola en verso dirigida a Boscán, dos elegías, tres églogas, cuatro canciones, cuarenta sonetos y algunas muestras de poesía tradicional de cancionero. Esta reducida obra poética contiene, sin embargo, lo esencial en cuanto a géneros, temas, motivos, métrica, lengua, etc., de la poesía posterior.
Los sonetos garcilasicos significan la definitiva aclimatación de esta estrofa en la literatura española. Son generalmente de índole amorosa, algunos próximos aún al estilo y tópicos de la lírica de cancionero, otros portadores ya de la nueva sensibilidad renacentista. En esta misma línea pueden considerarse sus canciones.
Las elegías, por su parte, descubren una influencia directa de los clásicos y una actitud estoica ante los sucesos desgraciados, no exenta, sin embargo, de un cierto vitalismo optimista.
Las églogas, junto a algunos sonetos, representan la culminación del talento poético garcilasiano. La égloga es una composición poética bucólica en la que varios pastores dialogan sobre determinados temas, generalmente amorosos. Pese a su numeración, la Égloga II fue la primera que escribió. Es la más extensa y la única de las tres que presenta una acción dramática. La Égloga I es la más conocida. Consta de 421 versos distribuidos en estancias, en los que los pastores Salicio y Nemoroso muestran su pesar por el desdén de su amada (Salicio) y por la muerte de sus amadas (Nemoroso). La Égloga III es, quizá, la obra más lograda de Garcilaso. Escrita en octavas reales, cuenta que, a orillas del Tajo, cuatro ninfas bordan en sus telas sendas historias de amor y muerte. La inclusión de la historia amorosa de Garcilaso y Nemoroso supone una reelaboración artística considerable: la vida se transforma en poesía que, a su vez, se transforma en tema de pintura.
Temas
El Amor
El amor es el tema predominante en la poesía garcilasiana. La concepción del amor de Garcilaso es marcadamente neoplatónica y con evidentes huellas de la tradición petrarquista. Indiferencia de la dama y dolor del amante, oscilación entre esperanza y desesperanza, el secreto (indispensable en el amor cortés), diversos estados de conciencia analizados con agudeza: todo aparece en Garcilaso.
Su poesía transmite una fuerte sensación de sinceridad, que se ha relacionado con el carácter autobiográfico de los poemas de Garcilaso. Sin descartar el contenido biográfico de los textos, debe saberse que era propia de la poesía de la época una cierta «retórica de la sinceridad», que pretendía que los sentimientos expresados en los versos transparentaran siempre alguna idea de verdad. Probablemente, en la poesía de Garcilaso se combinan ambas cosas: sentimientos personales y retórica literaria.
En este sentido, puede advertirse, además, cierta evolución en la poesía de Garcilaso desde sus primeras composiciones, más próximas a la lírica cancioneril y sus tópicos amorosos, hasta sus poemas de madurez, impregnados de la nueva sentimentalidad renacentista, más suave y melancólica.
La Naturaleza
El otro gran tema de la poesía de Garcilaso es la presencia de la naturaleza, como entorno estilizado en el que los personajes se quejan de sus cuitas amorosas y como confidente que escucha y consuela a los pastores en sus quejas. El elogio de la naturaleza primitiva y rústica tiene su antecedente directo en la égloga clásica de Virgilio. La utopía pastoril tiene un innegable carácter idealista y en ella las relaciones humanas y económicas se atienen a los modelos que la inmutable naturaleza ha establecido.
Estilo
La labor poética de Garcilaso se inscribe en un fenómeno más amplio: la creación de un nuevo tipo de poesía, la lírica española de los siglos XVI y XVII, en la que se funde la poesía de cancionero con las influencias procedentes de Italia.
La nueva lengua poética se ajusta a los ideales renacentistas de naturalidad y elegancia. Su lenguaje es aparentemente sencillo, fluido y natural. Busca el equilibrio clásico entre la pasión y la contención. Este deseo de armonía se refleja en la frecuente simetría de sus estructuras poéticas: versos bimembres, elementos duplicados o triplicados, paralelismos sintácticos, etc.
El tono de su poesía es dulce, triste y melancólico, como revelan los adjetivos antepuestos, uno de los rasgos más característicos de su estilo: dulces prendas, dulce nido, triste canto, triste y solitario día, cansados años…
A este tono contribuye también la novedosa métrica garcilasiana, con predominio del endecasílabo, frecuentemente asociado al heptasílabo, lo que le proporciona una gran libertad expresiva. Es, asimismo, un verso muy musical por la acertada combinación de acentos y rimas, por sus aliteraciones, hipérbatos, etc.
Todo ello es fruto del contexto histórico y literario en que se movió Garcilaso y de los sistemas poéticos que conoció. El primer tercio del siglo XVI es una época de intensa innovación y apertura que Garcilaso vivió en España y en Italia.
Fray Luis de León
Obra
Obra en Prosa
Aparte de algunos comentarios en latín, Fray Luis escribió cuatro importantes obras en castellano. Sus traducciones y comentarios al Cantar de los Cantares y Exposición del Libro de Job permanecieron inéditos hasta el siglo XVIII.
Sus obras originales en prosa son De los nombres de Cristo y La perfecta casada. De los nombres de Cristo es un diálogo entre tres personajes que conversan sobre los distintos nombres que da la Biblia a Cristo. Es un tratado teológico escrito en lengua vulgar para su mayor difusión entre los lectores. El texto revela el interés de Fray Luis por el lenguaje. Éste representa para él un fenómeno teológico; sus metáforas pueden ser el medio para ascender hacia la verdad divina.
La perfecta casada es un tratado en el que expone su concepto de la esposa ideal.
Obra Poética
Aunque Fray Luis preparó una edición de sus poesías, éstas no fueron publicadas durante su vida, salvo algunas traducciones. Fue Quevedo quien, en 1631, las editó por primera vez, si bien eran ya conocidas, pues circulaban manuscritas. Fray Luis dividió su obra en traducciones de clásicos, traducciones bíblicas y obra original.
La obra poética original es bastante breve: menos de cuarenta poemas. Aparte de unos pocos sonetos juveniles dentro de la tradición petrarquista, la mayoría de sus poemas pertenece al género clásico de la oda.
Si bien no es segura la datación de los textos, los poemas de Fray Luis suelen agruparse en tres periodos:
- a) Poemas escritos antes de la prisión (1572): Oda a la vida retirada, La profecía del Tajo. En este primer periodo nos encontramos con un Fray Luis moralista dentro de la tradición clásica: deseo de soledad, desprecio de los placeres mundanos…
- b) Poemas escritos en prisión (1572-1577): Noche serena, En la Ascensión y A la salida de la cárcel. Estos textos dan cabida a contenidos religiosos, así como a las quejas por la injusticia con él cometida.
- c) Poemas escritos tras salir de prisión (después de 1577): Odas a Francisco Salinas, a Felipe Ruiz o a Pedro Portocarrero. Estos poemas muestran el espíritu de un escritor más apaciguado: anhelo de armonía e infinitud, nostalgia del paraíso evocado, cierto misticismo intelectual.
Temas
Con una existencia tan tempestuosa como la de Fray Luis y con una sensibilidad tan exquisita como la suya, su poesía podría ser explicada como una catarsis lírica que le permite olvidar sus desgracias y calmar sus tormentos interiores. De ahí los temas predilectos de sus poemas: la naturaleza, la añoranza del campo y de la vida de aldea, su predilección por la noche y por la música.
La mayor parte de los motivos de la poesía de Fray Luis tienen su origen en la tradición clásica neoestoica y neoplatónica: el Beatus ille, la búsqueda de una descansada vida y el alejamiento del mundanal ruido, etc.
Estos temas clásicos deben ser entendidos desde la perspectiva cristiana. En Fray Luis se aúnan admirablemente el deseo de armonía, paz y serenidad, sentimientos tan ajenos a los habituales en su vida cotidiana. Este anhelo de la vida sencilla lo conduce de modo natural, dentro de un concepto cristiano del mundo, a la añoranza del cielo como suprema liberación. Se suele hablar de la poesía de Fray Luis como expresión de la nostalgia del desterrado en la tierra. De ahí su ansia de perfección, su anhelo de unión con la divinidad, un anhelo que lo acerca a la experiencia mística, aunque su poesía celebra un éxtasis intelectual en el que se intuye la armonía universal, pero del que se vuelve a caer en la tierra, vista como dolorosa prisión.
Estilo
La poesía de Fray Luis es, lógicamente, deudora de las tradiciones literarias de las que parte: la Antigüedad grecolatina, los textos bíblicos y la poesía renacentista, especialmente la de Garcilaso.
La Antigüedad grecolatina le proporciona la mayoría de sus temas. De los textos renacentistas procede la estrofa favorita del poeta: la lira, cuya combinación de heptasílabos y endecasílabos le permite eficaces combinaciones rítmicas.
Su poesía es de una simplicidad sólo aparente. En ella entreteje muchos elementos tradicionales en un complejo molde de imágenes e ideas. El análisis de los versos revela la depuración de su composición. Su formación lingüística, su actividad como traductor, su pasión por el lenguaje se reflejan lógicamente en la trabajada construcción poética, siempre dentro de la norma renacentista de la elegancia y de la sencillez. Dicha elaboración concienzuda se comprueba en el uso de abundantes figuras retóricas: asíndeton, polisíndeton, hipérboles, hipérbatos, aliteraciones, encabalgamientos, metáforas, personificaciones, etc.
Rasgo peculiar de este autor es que sus poesías estén dirigidas a una segunda persona. Ello explica el carácter conversacional que suelen tener: abundantes enumeraciones, exclamaciones e interrogaciones retóricas, exhortaciones, etc.
San Juan de la Cruz
Obra
Su producción poética es muy breve y, sin embargo, alcanza con ella un lugar señero en la lírica universal. Compuso tres grandes poemas: Cántico espiritual, Noche oscura del alma y Llama de amor viva. Además, escribió otra veintena de poemas, más breves, de desigual valor.
Escribió un comentario en prosa de cada una de sus obras en verso para explicar el sentido de los textos verso a verso y casi palabra a palabra.
El Cántico espiritual fue probablemente compuesto hacia 1577 y reelaborado después de forma constante. El poema consta de cuarenta liras que siguen muy de cerca el Cantar de los Cantares bíblico. Es un diálogo entre la Amada y el Amado, al que aquélla ha buscado por valles y montañas hasta encontrarlo.
La Noche oscura consta de ocho liras en las que la Amada, tras salir disfrazada de su casa por la noche, se une plenamente al Amado.
La Llama de amor viva expone en cuatro estrofas aliradas de seis versos no ya la búsqueda de y unión con el Amado, sino las sensaciones amorosas que expresa la Amada en la unión misma.
Los poemas menores (romances, canciones, glosas) desarrollan motivos muy similares. Su valor es inferior al de los tres grandes poemas, aunque hay algunos de notable calidad, como «Un pastorcico solo está penado…» o «Tras de un amoroso lance…».
Estilo
La poesía de San Juan sigue la métrica de la poesía de su tiempo: la lírica garcilasiana para sus grandes poemas, los romances y canciones tradicionales en la mayoría de sus poemas menores. Desemboca en sus textos toda una historia de la poesía lírica en Occidente, desde la poesía trovadoresca hasta la literatura del amor cortés. Esta codificación pasa a través de sucesivas reelaboraciones en el petrarquismo como búsqueda de una definición laica del yo amante y acaba en Garcilaso, con la fundación del yo lírico absoluto moderno, momento crucial de la creación de una nueva lengua poética. Desde aquí partiría la recreación poética de San Juan, reformulando ese yo lírico en la figura y la voz de una mujer que busca y encuentra a su amado.
Tres son los influjos principales de la poesía de San Juan:
- a) La tradición de la poesía culta italianizante: desde la utilización del endecasílabo o de la lira al ambiente o uso de determinadas imágenes. Esta influencia procede concretamente de dos autores: Garcilaso y su versificador a lo divino Sebastián de Córdoba.
- b) La tradición castellana de la poesía popular y de los cancioneros: de ella toma temas, vocabulario, formas, motivos y estribillos.
- c) La tradición de la poesía bíblica del Cantar de los Cantares.
San Juan se sirve de estas tradiciones para componer una poesía simbólica, casi ya en sentido moderno.
Estilísticamente, son, en fin, características de la poesía de San Juan el predominio del sustantivo y la escasez del verbo y del adjetivo. Este último se utiliza en sorprendente contraste con el uso que hace Garcilaso: San Juan, que emplea pocos adjetivos…
Temas
La mayor parte de los motivos de la poesía de San Juan tiene su origen en una extensa tradición doctrinal y literaria.
La filosofía neoplatónica y la literatura religiosa y mística de la Edad Media y el Renacimiento lo surten de abundantes temas: el amor que saca de sí al enamorado y lo transporta a la unión inefable, la luz como representación de la divinidad, la imagen del centro inmóvil, etc. La poesía bíblica del Cantar de los Cantares y la poesía tradicional le proporcionan otros motivos como, por ejemplo, el bien conocido de la caza de amor.
Juan de la Cruz reformula todos estos motivos, alterándolos a su conveniencia en una prodigiosa labor de creación poética. Y es que, si en sentido estricto, y sin salir de los textos poéticos mismos, éstos pueden entenderse perfectamente como poemas amorosos dentro de su contexto poético, pero, tal como su autor intentó explicar en sus comentarios, estos textos van más allá del obvio contenido erótico e intenta expresar un contenido espiritual trascendente. Intenta comunicar la inefable unión mística y, para ello, el único término de comparación es el del amor humano. En realidad, ésta es una idea habitual desde muy antiguo, y aparece en el Cantar de los Cantares, en el neoplatonismo y a lo largo de la Edad Media.
La obra de San Juan fue vista con suspicacia desde el principio y de diversos modos se la intentaba integrar dentro de los límites de la teología positiva escolástica. Frente a la teología positiva escolástica, Juan de la Cruz se muestra influido por la tradición de la teología negativa, que concibe la fe como tiniebla, como oscuridad que genera luz. Ello nos da la clave del símbolo de la «noche oscura», central en su poesía: símbolo de una fe en la que no se puede decir nada de Dios, una fe como itinerario, a través de la experiencia, hacia lo incognoscible. En la tradición de la teología negativa, el modo de conocimiento no es racional, sino intuitivo.
La pérdida de lucidez y conciencia por parte de la amada en su búsqueda del Amado y la ausencia de proceso racional de conocimiento es evidente en el Cántico espiritual y en la Noche oscura del alma, pero en la Llama de amor viva y en algunos otros poemas la aniquilación de la voluntad y el abandono de la razón es más claro, reflejándose en ellos el momento de absoluta irracionalidad en el que se conoce intuitivamente.
Esta capacidad poética y este grado de profundidad y espiritualización del reformador carmelita son verdaderamente significativos en una época, la de Felipe II, en la que la riqueza y diversidad intelectual de las décadas anteriores está siendo sustituida por la ideología totalizante de la Contrarreforma.