Poesía Épica y Romance: Exploración de la Narrativa Heroica Española

Introducción

La épica es una narración heroica en verso, cuyo principal objetivo es la persecución del honor a través del riesgo. Se divide en dos tipos: épica popular y culta. La épica culta, escrita en latín, se entronca en la cultura clásica, como en La Eneida, y se dirige a un público culto. La épica popular, en cambio, se transmite en lengua vulgar. También existen diferencias en los recursos estilísticos. La épica sitúa la narración en una edad heroica (conquista de los visigodos, los primeros impulsos de resistencia contra los árabes, debates de emancipación de Castilla y León, la vida del Cid). Esta edad heroica comenzó a partir de la independencia de Castilla. En Francia se conservan más ejemplares de épica que en España, donde solo se conocen tres. En Francia, los cantares de gesta iban destinados a lectores privados y bibliotecas, mientras que en España obedecían a la finalidad de copias para los juglares, la propaganda política y la provisión de material para los cronistas. La épica sirvió de base a la crónica realizada por Alfonso X. Algunos romances extraen su contenido y sus palabras de poemas épicos como la Chanson de Roland. Las crónicas y los romances nos dan noticias de la existencia de una épica popular que no ha llegado hasta nosotros.

El Romance

Un romance es una composición anónima, épica o épico-lírica, que se compone de tiradas indefinidas de versos octosílabos, con rima asonante en los pares, mientras que los impares quedan sueltos. Un conjunto de romances se denomina romancero. El Romancero viejo está formado por los romances anónimos del siglo XIV al XVI, cantados por juglares o por el pueblo. En nuestro siglo se recogen muestras de romances. Muchos de estos romances viejos se han conservado en tradición oral, hasta hoy o hace poco. Nos llegaron a través de cancioneros manuscritos o impresos del siglo XV, antologías y romanceros de los siglos XVI y XVII, y pliegos sueltos que se vendían a muy bajo precio por ferias y ciudades.

El Romancero nuevo lo forman los romances escritos por autores conocidos a partir de la segunda mitad del siglo XVI y durante el siglo XVII (Cervantes, Lope de Vega, Góngora y Quevedo, entre otros), que, movidos por la belleza de los romances viejos, adoptan tal tipo de estrofa y enriquecen tanto los temas como los recursos formales. No son, por tanto, anónimos y folklóricos.

Origen del Romance

Existen dos tesis principales sobre el origen del romance, aunque ninguna de las dos ha aportado pruebas definitivas.

  • Tesis tradicionalista (Menéndez Pidal): Los romances fueron fragmentos de un cantar de gesta que, por gustar mucho, se cantaban como poemas autónomos. Los versos largos del cantar de gesta, de dieciséis sílabas, se dividieron en versos de ocho sílabas, con rima solo en los pares. En el siglo XIII, los cantares de gesta comenzaron a fragmentarse. El público pedía al juglar que repitiera los episodios más interesantes muchas veces. Estos episodios, reescritos con un nuevo estilo más impactante y visual, dieron lugar a los romances épicos. Por ejemplo, Los siete infantes de Lara originó el romance Pártese el moro Alicante. Así nació el género propio del romance, y los poetas lo cultivaron directamente, incluyendo gestas antiguas, la Reconquista, asuntos novelescos, peripecias de los personajes épicos franceses y asuntos puramente líricos, bíblicos, religiosos, etc.
  • Tesis individualista: Los romances no proceden de cantares de gesta, sino que fueron creados como género independiente por un poeta, cuya invención obtuvo un éxito fulminante. Los romances más antiguos parecen tener carácter lírico o novelesco, no épico.

Otras tesis apuntan a que en el siglo XV, la poesía cancioneril dominaba la escena literaria. Hacia 1300, los castellanos cultos escribían en galaico-portugués y era notorio el gusto del público por la epopeya. Pero en el 1400, el galaico-portugués se estancó debido a que los poetas volvieron a escribir en castellano, y los romances se abrieron camino frente a la poesía épica. A mediados de siglo, la épica heroica se adentró en un enorme retroceso, ya que una de sus funciones era la de mantener la unidad, pero no lo consiguieron. Finalmente, los poetas ya no se preocupaban por la unidad, sino por los intereses individuales.

Clasificación de los Romances

  • Históricos: Narran las últimas luchas entre cristianos y musulmanes en la época de la Reconquista y hechos de la historia medieval española.
  • Novelescos: Retoman las aventuras de los cantares de gesta carolingios y bretones, o cuentan historias inventadas por el juglar.

Estilo de los Romances

El estilo de los romances se basa en recursos literarios que facilitan la memorización del poema. Destacan:

  • La repetición y los paralelismos.
  • La enumeración.
  • La reproducción del estilo directo.

Pervivencia del Romance

El gusto por el romance, que los escritores cultos del siglo XVI cultivaron, declinó en el siglo XVIII, pero se reavivó por los poetas románticos (Duque de Rivas, José Zorrilla) en el XIX, y lo cultivaron también los más importantes líricos de las generaciones del 98 y del 27: los hermanos Machado (Antonio y Manuel), Miguel de Unamuno, Juan Ramón Jiménez, Federico García Lorca, Rafael Alberti, Gerardo Diego, etc. Naturalmente, con una renovación total de los temas y con predominante inspiración lírica o épico-lírica.

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