Poesía del Renacimiento Español: Métrica, Temas y Autores Clave

La Poesía del Renacimiento

La lírica culta del Renacimiento nace de la confluencia de dos corrientes: la tradición castellana de los cancioneros y la poesía italianizante. Y las dos procedían, en última instancia, de una misma fuente: la lírica provenzal.

Métrica y Lenguaje Poético

El Renacimiento emplea, combinado con el heptasílabo, el verso endecasílabo. Se trata de un metro que, por su flexibilidad rítmica, resulta muy apto para la expresión de ese nuevo lirismo más hondo y conmovedor. Estos dos metros constituyen la base de modelos estróficos desconocidos hasta entonces en la poesía española. Son los siguientes:

Las estrofas

  • La lira (7a-11B-7a-7b-11B)
  • La octava real (11A-11B-11A-11B-11A-11B-11C-11C)
  • Los tercetos encadenados (11A-11B-11A / 11B-11C-11B / 11C-11D-11C / 11D-11E-11D…)
  • La estancia (combinación de versos heptasílabos y endecasílabos distribuidos a discreción del poeta)

La rima es consonántica.

Poemas estróficos

  • La canción (constituida por un número variable de estancias)
  • El soneto (poema de 14 versos endecasílabos, distribuidos en dos cuartetos -ABBA/ABBA- y dos tercetos -en estos, la disposición de las rimas varía-)

La rima es consonante.

Los poetas del Renacimiento buscan naturalidad, evitando la afectación y el amaneramiento. Ello se traduce en un estilo marcado por la sobriedad expresiva, la naturalidad, la selección y la elegancia. Este ideal clásico persiste a lo largo del siglo XVI y se manifiesta en Garcilaso de la Vega, Fray Luis de León o San Juan de la Cruz. En la segunda mitad, con Fernando de Herrera, la escuela sevillana intensifica los recursos formales, rompiendo el equilibrio clásico y dando paso al Manierismo, precursor del culteranismo barroco.

Temas y Tendencias Poéticas

  • La poesía petrarquista: el amor, la naturaleza y la mitología.
  • La poesía ascético-moral: la huida del mundo y el ansia de trascendencia.
  • La poesía mística: la unión del alma con Dios.
  • La poesía patriótica y la épica culta: el ideal patriótico.

La Poesía Petrarquista

Con el petrarquismo culmina el proceso de espiritualización que experimenta el amor cortés de los trovadores provenzales. Ese proceso se inicia con el dolce stil nuovo a finales del siglo XIII. Petrarca, a mediados del siglo XIV, incorpora elementos innovadores: el análisis minucioso de las galerías del alma, la fusión lírica con la naturaleza y la sinceridad en la expresión del sentimiento.
Por último, los seguidores italianos de Petrarca de principios del siglo XVI enriquecen esa tradición poética con componentes neoplatónicos.
Varios temas son recurrentes en esta tendencia poética:

  • El amor
  • El tópico del carpe diem
  • La naturaleza
  • La mitología

El Amor

El amor es anhelo de belleza: según la filosofía neoplatónica, Dios, que es la belleza y la bondad supremas, se proyecta sobre todas las criaturas. La amada es, pues, un reflejo de la divinidad: su belleza y su bondad son destellos de la belleza y la bondad divinas.
Esa divinización de la amada conduce a la consideración del amor como un acto de adoración, de veneración, de culto casi religioso que impulsa al poeta a proclamar las perfecciones físicas y espirituales de la dama, pero de un modo impreciso, mediatizado por el principio de la discreción cortés.
Ante los requerimientos del poeta, la amada responde con la indiferencia: adopta una actitud esquiva, distante. El enamorado, afligido por la condición inalcanzable de su amor y consciente de la imposibilidad de dejar de amar (porque ese es su destino), experimenta un dolor insufrible, pero, al mismo tiempo, gozoso.
Y reacciona, según las circunstancias, de las siguientes maneras:

  • Entre lamentos, le reprocha a su amada su condición esquiva.
  • Rehúye toda compañía y se refugia en la naturaleza.
  • Se recluye en sí mismo y analiza minuciosamente sus estados de ánimo (introspección amorosa).

El Carpe Diem

Uno de los tópicos más difundidos durante el Renacimiento es el carpe diem (‘aprovecha el día’), que adapta al ámbito amoroso el precepto horaciano del disfrute del momento presente. Su concreción literaria se formula en estos términos: el poeta se dirige a una joven, instándola a gozar de la juventud antes de que el tiempo marchite su belleza.

Garcilaso de la Vega (1501-1536)

Vida

Nace en Toledo hacia 1501 y, desde muy joven, participa en acciones bélicas al servicio del emperador Carlos V. En 1525 contrae matrimonio con doña Elena de Zúñiga y, un año más tarde, conoce a la que será su musa inspiradora, una dama portuguesa llamada Isabel Freire, de la que se enamora y que había venido a España en el séquito de la infanta doña Isabel de Portugal con motivo de su boda con el emperador. Viaja, en misiones diplomáticas, por diversos países de Europa. Vive en Nápoles, entre 1532 y 1534, y allí entra en contacto con la cultura italiana, hecho que reviste suma importancia, pues acelera el proceso de maduración de su obra poética. Tras su estancia en Italia, reanuda su actividad militar y participa en la campaña de Provenza contra los franceses. En el asalto a la plaza fuerte de Muy es herido y muere poco después en Niza, en octubre de 1536.

Obra

La producción literaria de Garcilaso es exclusivamente poética y poco extensa. La forman tres églogas, treinta y ocho sonetos, cinco canciones, una epístola, dos elegías y ocho composiciones de tipo tradicional, en versos octosílabos. Los Sonetos son, en su mayor parte, de tema amoroso: destacan, entre otros, el X (¡Oh dulces prendas por mi mal halladas!), el XIII (A Dafne ya los brazos le crecían) y el XXIII (En tanto que de rosa y azucena).
Pero las obras que revelan una mayor perfección artística son la Égloga I y la Égloga III. En la primera, escrita en estancias, el poeta se hace eco del lamento de dos pastores: Salicio se queja del desdén de Galatea, mientras que Nemoroso llora la muerte de su amada Elisa. La Égloga III, escrita en octavas reales, describe un paisaje idílico, a orillas del Tajo, en el que varias ninfas bordan en ricas telas algunas escenas mitológicas.

La Naturaleza y el Paisaje

El paisaje renacentista es apacible y armonioso, idealizado según el neoplatonismo, que ve en ella la belleza del creador. Se representa como un Locus amoenus con arboledas frondosas, flores aromáticas, arroyos cristalinos y brisas suaves. Inspirado en Las Bucólicas y las Geórgicas de Virgilio, este entorno es testigo del sufrimiento amoroso del poeta, quien, disfrazado de pastor, lamenta el rechazo de su amada. La naturaleza puede ser indiferente o cómplice de su dolor.

La Mitología

La mitología clásica fascina al hombre renacentista por su vitalismo, sensualidad y belleza. En las Metamorfosis de Ovidio encuentra una fuente inagotable de inspiración. Los mitos cumplen una función estética y simbólica, ya que los poetas eligen aquellos que reflejan sus propios conflictos sentimentales. Así, Dafne simboliza el amor inalcanzable, y el viaje de Orfeo a los Infiernos, la fidelidad capaz de vencer la muerte.

Poetas Petrarquistas

El petrarquismo tuvo numerosos seguidores en el siglo XVI. En el Primer Renacimiento (Carlos I) destacan Boscán, Garcilaso, Hurtado de Mendoza, Cetina y Acuña. En el Segundo Renacimiento (Felipe II), sobresale Fernando de Herrera, cuya lírica fue inspirada por su amor a la condesa de Gelves. También destacan Figueroa, De la Torre, Aldana y Barahona de Soto.

Fray Luis de León (1527-1591)

Es la figura más representativa del Segundo Renacimiento. Vinculado a la Universidad de Salamanca, donde fue catedrático, participó en intensas disputas teológicas entre órdenes religiosas. Víctima de estas luchas y de su temperamento vehemente, sufrió prisión durante cinco años. Con una vasta cultura y gran humanismo, logró sintetizar diversas tendencias culturales del Renacimiento.

Su producción literaria es bastante breve, menos de cuarenta poemas, que circularon manuscritos hasta que Quevedo los publicó en 1637. Se agrupan en tres períodos:

  • Poemas escritos antes de la prisión (1572), entre los que se encuentran la Oda a la vida retirada y La Profecía del Tajo. En ellos aparece un Fray Luis moralista, en el sentido clásico, que muestra el ansia de soledad y el desprecio de los placeres mundanos.
  • Versos compuestos en la cárcel: dos obras de contenido religioso, Noche serena y En la Ascensión, y la décima Al salir de la cárcel, en la que se queja de la injusticia de su encarcelamiento.
  • Obras escritas tras la prisión, como la Oda a Salinas o la Oda a Felipe Ruiz, que nos revelan un cierto misticismo espiritual, un anhelo de armonía o nostalgia de paz interior.

La Poesía Ascético-Moral

En el Segundo Renacimiento (segunda mitad del siglo XVI), la espiritualidad de la época favorece la cristianización de las tendencias paganizantes previas. Surgen así dos corrientes poéticas religiosas: la mística y la ascético-moral.

La poesía ascético-moral cristianiza diversas corrientes filosóficas (platonismo, epicureísmo horaciano, estoicismo y pitagorismo), enfocándose en la huida del mundo y el anhelo de trascender hacia la eternidad.

El hombre, atrapado en la prisión del mundo, sufre el caos, la discordia y los engaños de los bienes materiales. Para liberarse, debe emprender un camino de purificación a través de:

  • La práctica de la virtud (fortaleza, prudencia, templanza).
  • La dedicación al estudio y al trabajo intelectual, en busca del conocimiento último de las cosas (el ocio santo, como diría Fray Luis).
  • El contacto directo con la naturaleza. La naturaleza es un refugio para quien, huyendo del mundanal ruido, busca paz espiritual. Esta visión tiene su origen en Horacio, quien en su oda Aurea mediocritas exalta la vida sencilla y apartada de las ambiciones mundanas. La expresión Beatus ille («feliz aquel»), con la que Horacio inicia su obra, dio origen a un motivo muy popular en el siglo XVI en España. Garcilaso lo recrea en su Égloga I y más tarde, Fray Luis de León lo aborda en su conocida Oda a la vida retirada.
  • La percepción del arte musical, que, según los pitagóricos, purifica el espíritu, como la medicina purga el cuerpo.

Según la concepción neoplatónica, todas las realidades participan de la divinidad, reflejando el bien, la verdad, la belleza y la armonía universales. Al apartarse del mundo y cultivar la virtud y el espíritu, el hombre vislumbra esas realidades supremas, lo que le permite recordar su esencia última y su origen divino, conforme a la teoría platónica de la reminiscencia.

El proceso de purificación ascética lleva a un estado de tranquilidad y armonía, elevando el espíritu para contemplar las ideas de bien, verdad, belleza y armonía, que según el neoplatonismo, se identifican con Dios.

La Poesía Mística

La poesía mística describe la experiencia, difícilmente expresable, de la unión del alma con Dios. Esa experiencia mística:

  • Requiere un proceso previo de purificación ascética, mediante el cual el alma, a través de la renuncia y la penitencia, se aparta del mundo y busca la perfección moral.
  • No depende de la voluntad humana; es una gracia divina, y solo unos pocos elegidos pueden vivir la unión mística con Dios.
  • Es extática: el alma, al unirse con la divinidad, entra en un estado de arrobamiento donde cesa la actividad de los sentidos y se desconecta del mundo.
  • Es inefable: el poeta no puede expresar con palabras las sensaciones vividas en ese estado místico, recurriendo al símbolo, la alegoría, la paradoja y la antítesis.

Las grandes figuras de la mística son Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz.

La obra poética de Santa Teresa de Jesús (1515-1582) es breve y no la más destacada de su labor literaria. Su consagración llega con la prosa, principalmente de contenido religioso y dirigido al pueblo. Su estilo sencillo y espontáneo es cercano a la oralidad, sin artificios. Entre sus obras, destacan El libro de su vida, una biografía espiritual; Camino de perfección, con consejos cristianos para sus monjas; e Interior de El Castillo o Las Moradas, donde describe los siete grados de oración que llevan a la unión con Dios.

San Juan de la Cruz (1542-1591)

Carmelita, al igual que Santa Teresa, es una figura clave de la lírica universal. Su producción, breve pero intensa, aborda la experiencia de la unión mística del alma con Dios. Esta unión se expresa simbólicamente: una mujer (el alma) busca al amado (Dios) a través de la naturaleza, reflejo de ese amado, hasta encontrarlo y fundirse con él en un éxtasis amoroso.

  • El Cántico espiritual se inspira en el Cantar de los Cantares de la Biblia y se estructura como un diálogo pastoril entre la amada y el amado, a quien ella ha buscado a través de valles y montañas.
  • La Noche oscura del alma consta de ocho liras en las que la amada, tras salir disfrazada de su casa, por la noche, se une al amado en un éxtasis místico.
  • La Llama de amor viva expone las sensaciones amorosas que experimenta la amada en la unión.

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