La poesía barroca culterana (Tema 1)
Vigencia de las corrientes de la lírica renacentista durante el Barroco
En la lírica del Barroco siguen vigentes dos corrientes cultivadas en el Siglo XVI: la poesía tradicional y la poesía italianizante.
Imitación de la poesía tradicional
El gusto por la poesía popular se va a manifestar en subgéneros como los romances nuevos (pastoriles, moriscos, líricos, mitológicos, etc.) y las letrillas que glosan un estribillo de origen popular.
Esta clase de poesía puede retomar tópicos de la lírica tradicional como el lamento de una muchacha enamorada escuchado por su madre, aunque pueden introducirse modificaciones. Así en la letrilla de Góngora “Llorad corazón que tenéis razón” la madre deja de ser la tradicional confidente muda y toma la palabra. Estos poemas emplean versos de arte menor sobretodo octosílabos y hexasílabos y rima asonante en la mayoría de los casos.
Poesía italianizante
La poesía de origen italiano que habían introducido en España Garcilaso y Boscan, pervive tanto en las formas métricas como en los temas. El verso endecasílabo combinado a veces con el heptasílabo se emplea en estrofas de rima consonante como el soneto o la silva; y se tratan asuntos relacionados con la mitología o con el amor concebido a la manera petrarquista y se planean tópicos como el “carpe diem” o el “beatus ille”.
El doble tratamiento temático en la poesía barroca: idealización y parodia
El poeta Barroco dará un doble tratamiento a ciertos temas. Unas veces los idealizara de forma extrema, otras lo rebajará hasta lo íntimo.
- La mitología clásica: será tratada con el máximo refinamiento en busca de la belleza ideal, “Fabula de Polifemo y Galatea” de Góngora, o de forma paródica hasta alcanzar su máxima degradación, Quevedo en el romance “Califica a Orfeo para idea de maridos dichosos”.
- La épica culta dará lugar a poemas patrióticos de tono grave como “La Dragontea” de Lope de Vega, pero también a su cómica parodia como “La Gatomáquia” también de Lope de Vega.
- El amor aparece en poemas en los que se ensalza de forma apasionada a la amada pero también hay poesías misóginas o que nos advierten de los peligros del amor.
- La poesía tradicional al mismo tiempo que le se imita puede parodiarse alterando el sentido de sus tópicos.
La poesía satírica y burlesca
Este busto por la degradación grotesca por la felicidad encontrará su ámbito perfecto en la poesía satírica y burlesca. En ocasiones, el autor persigue un fin moral, lo que supone un contenido didáctico, pero otras veces, solo busca provocar placer al ver insultado a alguien o como se cambia una norma; el ataque puede tener como objetivo la sociedad, la política, determinadas profesiones (como médicos, jueces, taberneros,…), tipos de personas (como doncellas pedigüeñas, viejas coquetas, maridos cornudos), los enemigos personales, las ciudades (Madrid) y ríos (Manzanares).
La poesía metafísica y religiosa
Hay también una poesía grave de contenido metafísico o religioso, esta clase de poesía habla de:
- La brevedad de la vida
- El amor que adquiere un sentido transcendente al relacionarse con la muerte como en el soneto de Quevedo: “Amor constante más allá de la muerte”.
- El desengaño ante la realidad.
- La vanidad de las cosas mundanas.
No obstante, la vena satírica y paródica propia del Barroco alcanzará también a esta poesía como en el poema de Quevedo que comienza: “La vida empieza en lágrimas y (…)”.
Culteranismo y conceptismo
Coincidencias y diferencias estéticas
El conceptismo y el culteranismo parecen ser las dos caras de un mismo intento por alcanzar la belleza y la sorpresa; el primero, dirigíéndose más al entendimiento y el segundo, más a la sensibilidad.
El conceptismo se preocupó más del contenido:
- Concentrador: el contenido es muy denso, concentra muchos sentidos, pero la forma es condensada. Una frase tiene muchas interpretaciones.
- Dificultad.
- Belleza: intensificación conceptual.
- Figuras retoricas del pensamiento:
- Condensación de la frase (mucho significado)
- Antítesis
- Equívocos
- Neologismos a partir de palabras nuevas.
- Suele ser crítico con la realidad.
El culteranismo persiguió la belleza y la expresión de la forma:
- Amplificador: el contenido puede ser mínimo, pero ocupa mucho espacio.
- Oscuridad para sugestionar al lector.
- Belleza: complicación formal que nos aleja del lenguaje cotidiano, utilizando:
- Cultismos para diferenciarse de lo vulgar y conseguir efectos acústicos y rítmicos.
- Cultismos sintácticos, imitando la estructura sintáctica del latín, hipérbatos.
- Alardes mitológicos, complican
- Metáforas y otras imágenes que buscan el placer sensorial.
- “Aristocratismo” literario: evadirse del mundo, que el poeta rechaza, para crear formas de belleza perfecta que satisfacen la imaginación y la sensibilidad.
Enfrentamientos personales
El ansia de originalidad y el enfrentamiento personal entre escritores tan señeros como Góngora y Quevedo llevó a la crítica a separar en dos tendencias el estilo Barroco. Ambas corrientes barrocas se enfrentaron por causas tanto personales, el aborrecimiento que se tenían Góngora y Quevedo, como estéticas.
Góngora y el Culteranismo
Clasificación y comentario de su obra poética
En la poesía de Góngora suelen diferenciarse dos estilos: de una lado, de metros cortos, de tipo popular y tradicional, el llamado “Góngora claro”, y del otro, la culta o culterana, llamado “Góngora oscuro”, en la que destacan los sonetos, la “Fábula de Polifemo y Galatea” y “Soledades”.
- Góngora fue un mostró en el arte del soneto y siempre lo dotó de una gran perfección formal. Los sonetos abarcaron una temática muy variada.
- En el Polifemo, largo poema escrito en octavas reales, la belleza es inigualable. Góngora lo recreó con tal maestría, que el poema se convirtió pronto en uno de los textos capitales del Barroco.
- Soledades supuso la culminación del estilo culterano. Se trata de una obra inacabada, en la que el argumento fue solo un pretexto para que el poeta desplegara todas sus facultades expresivas en su contrastante idealización de la naturaleza.
Valoración de su poesía
Su obra contribuyó a una constante exaltación de la realidad idealizada, que se define por sus cualidades sensibles.