La Lírica Barroca Española: Un Recorrido por sus Formas y Expresiones
Del Romancero General a los Romancerillos Tardíos
Hacia 1580, la joven generación de poetas barrocos revitalizó el romance, dando origen al Romancero Nuevo. Obras como la Novena flor de romances nuevos (1597) y el Romancero general (1600) marcaron este renacimiento. Destacaron los romances moriscos, con su brillantez y lujo, y los pastoriles, que exploraban el amor melancólico. También se cultivaron poemas históricos, satíricos, festivos y caballerescos.
El éxito del Romancero de 1600 llevó a reimpresiones y a la Segunda Parte (1602, 1604) recopilada por Miguel de Madrigal. El Romancero General de 1604 ya anticipaba el cambio de gusto del siglo XVII. Los romancerillos tardíos, como Laberinto amoroso o Maravillas del parnaso, vieron la desaparición del romance morisco y la transformación del pastoril. Quevedo también dejó su impronta en esta etapa.
Del Villancico Tradicional a la Letrilla Culta
La canción tradicional y la seguidilla encontraron nueva vida en el teatro y los romanceros. Se denominaron villancicos a las glosas de estilo tradicional y letrillas a las de aire culto. Lope de Vega, Góngora y Quevedo fueron maestros en ambos géneros. Lope destacó en las glosas tradicionales, Góngora osciló entre la sátira y el lirismo, y Quevedo predominó en lo satírico y burlesco. La seguidilla se popularizó, usándose tanto en villancicos como en romances.
La Consolidación de los Metros Castellanos
Se generalizó la técnica de la glosa y se consolidó la décima, empleada en poesía satírica, burlesca y social. Destacaron poetas como Salinas y Villamediana.
La Poesía Amorosa de Carácter Petrarquista
En su juventud, Lope y Góngora cultivaron una poesía formal y geométrica. Lope, inmerso en el petrarquismo, introdujo sus vivencias personales en moldes preestablecidos. Quevedo, también seguidor del petrarquismo, lo transformó con su desmesura y léxico extrapoético. Una fuerza similar se encuentra en Villamediana, Soto de Rojas y Salinas. El petrarquismo barroco también incorporó motivos triviales y cotidianos.
La Inspiración Horaciana
Los versos italianistas sirvieron de modelo, y de Horacio se tomaron tiras y epístolas en tercetos.
De la Poesía Sacra a la Moral y Metafísica
En la poesía religiosa destacó la exterioridad, manifestándose en justas poéticas con conceptismo sacro y humorístico. Grandes poetas como Lope y Góngora también cultivaron este género. Lope, en las Rimas sacras, humanizó el sentimiento religioso. Quevedo fusionó lo religioso con lo moral y metafísico, mostrando la existencia como un progresivo dejar de ser.
Poesía Narrativa y Descriptiva
Desde principios del siglo XVII, se popularizó la fábula mitológica breve, donde la imaginería cultista y la elaboración de los versos primaban sobre el argumento. La Fábula del Genil de Pedro de Espinosa inició este camino, culminando en la Fábula de Polifemo y Galatea de Góngora. Se apreció lo deforme y lo feo, contrastando con la belleza petrarquesca. Góngora vació de sustancia narrativa el poema, dejándolo en descripción epicúrea. Pedro Soto de Rojas destacó como continuador con Paraíso cerrado para muchos, jardines abiertos para pocos.
Poesía Burlesca
Se intensificó la poesía burlesca. El conde de Villamediana fue especialista en la sátira personal, Góngora en la sátira de tipos y el juguete conceptista, y Quevedo imprimió ferocidad a sus descripciones degradadoras. Se desarrolló un metaforismo deformante, un feísmo expresionista y humor macabro. Lope, en las Rimas de Tomé de Burguillos, realizó una parodia irónica pero cariñosa del arsenal poético que había manejado.
Poesía Épica
Hubo una renovación de la épica. Lope abordó todos los matices del género: poemas históricos, hagiografía, recreación de mitos ariostescos, epopeya cristiana al estilo de Tasso y épica burlesca. Quevedo intentó la épica sacra con el inconcluso Poema heroico a Cristo resucitado. Poema heroico de las necedades y locuras de Orlando el enamorado muestra la desintegración de la épica heroica, reflejo de la crisis del mundo barroco.