Poesía 1910

Luis Cernuda (1902-1963)


: Sevillano, se licenció en Derecho. Decidíó dedicarse a la literatura y fue nombrado lector de español en la École Normale de Toulouse. Posteriormente vivíó en Madrid. Durante la Guerra Civil se exilió a Inglaterra y ya nunca volvíó a España. Dio clases en universidades inglesas y norteamericanas. En 1952 se trasladó a México, donde fallecíó. Fue un hombre solitario y dolorido. Él mismo se sentía un marginado, quizás a causa de su condición de homosexual, razón por la cual se aisló y se rebeló contra todo. Durante toda su vida escribíó sobre la imposibilidad de alcanzar los sueños en una realidad hostil como la que le rodeaba. La frustración, la añoranza de un mundo más habitable, el aburrimiento y el amor son los temas más frecuentes en su poesía. La influencia de Bécquer se deja sentir en la mayoría de sus poemas. Rechaza el lenguaje ampuloso y grandilocuente y utiliza un tono conversacional con palabras cotidianas y coloquiales. Utiliza versos largos y prescinde de la rima. Refleja su mundo interior en cada uno de sus poemas con un gran sentimiento romántico. Con influencias de Jorge Guillén, publica Perfil en el aire (1927), compuesto por poemas juveniles y tiernos. En Un río, un amor (1929) y Los placeres prohibidos (1931) el tema central es el amor. Cernuda comienza a aplicar las técnicas surrealistas, fruto de lo cual es Donde habite el olvido (1932-33). Deja el amor de lado, y queda el olvido. Reúne todos los poemas escritos hasta ese momento en La realidad y el deseo (1936). Los temas románticos se repiten –amor, muerte, soledad– y el lenguaje es claro y sincero. Tras la guerra, Cernuda amplía los temas sobre los que escribe. Aparece el destierro y la guerra en obras como Las nubes (1940) y Vivir sin estar viviendo (1944-49). Desolación de la quimera (1962) es su mejor obra. En ella se despide como poeta y vuelve a tratar sobre la niñez, el amor, el destierro y el arte. Cernuda escribíó dos grandes libros en prosa poética: Ocnos (1942-1963) y Variaciones sobre tema mexicano (1949-1950), evocaciones de Andalucía, la primera, y sobre México, la segunda. Como crítico literario destaca su ensayo Estudios sobre poesía española contemporánea (1957).

Rafael Alberti (1902-1999):


Es el miembro de la Generación del 27 que ha vivido hasta más recientemente. Nacíó en el Puerto de Santa María (Cádiz). Empezó dedicándose a la pintura, pero la abandonó por la poesía. En 1934 fundó la revista revolucionaria Octubre. A causa de la Guerra Civil, se exilió a Argentina y, en 1962, se trasladó a Roma. Murió en su pueblo natal. Alberti conocíó muy bien la literatura española, lo cual se trasluce en su obra. Las influencias del Romancero y el Cancionero, Garcilaso, Góngora, Lope, Bécquer, Juan Ramón Jiménez y Antonio Machado son evidentes. Cultivó estilos diversos: lo popular, el Surrealismo, la poesía pura, la poesía humanizada. Junto a Lorca, es el mejor ejemplo de la poesía neopopularista del 27. Marinero en tierra (1924), primera obra del autor, fue Premio Nacional de Literatura. Está formada por poemas breves de tema popular, en los que domina la gracia ligera y la musicalidad. Trata sobre la añoranza del mar y de su tierra natal. La amante (1925) es el resultado de un viaje del autor por España. Al igual que la anterior, está inspirada por la poesía popular. Con Cal y canto (1929) el autor se vuelca hacia la influencia de las vanguardias y la poesía culta. Aun así, hay influencia de Góngora, la cual se acentúa en Sobre los ángeles (1929). Se trata de un libro plenamente surrealista dominado por un mundo turbulento y angustioso. En una tercera etapa, Alberti, influido por la Guerra Civil, publica El poeta en la calle (1938) y De un momento a otro (1937-39). Afiliado al Partido Comunista, desarrolla una importante labor propagandística a favor de la República. Se trata de poemas comprometidos con la causa, humanizados, a veces panfletarios. Una vez en el exilio, Alberti publica una gran cantidad de obras. A la pintura (1948) es un homenaje que rinde a una de sus pasiones. En Retornos de lo vivo lejano (1952) y Ora marítima (1953) escribe sobre España, en poemas nostálgicos dedicados a la patria lejana. Baladas y canciones del Paraná (1954) continúa el tema de la nostalgia a causa del destierro. Por último, Alberti homenajea a Roma, la ciudad en la que vivíó su última etapa desterrado, en Roma, peligro para caminantes (1968).

Miguel Hernández (1910-1942):


Miguel Hernández pertenece a la Generación del 36, pero a causa de sus afinidades personales y poéticas con algunos autores del 27, como Federico García Lorca y Vicente Aleixandre, puede ser incluido junto a ellos como hermano menor o genial epígono (según Dámaso Alonso). Nacíó en Orihuela (Alicante) en el seno de una familia humilde dedicada al pastoreo. Estudió solamente dos años en el colegio Santo Domingo de los jesuitas, porque tuvo que ayudar a su padre con el rebaño de cabras. Aun así, siguió leyendo y formándose por su cuenta. Entró en los ambientes literarios de su pueblo junto a su amigo Ramón Sijé y, en 1931, decidíó marcharse a Madrid para probar suerte como poeta. Allí conocíó a los autores del 27, además de a Pablo Neruda. En la Guerra Civil se alistó y combatíó del lado de las tropas republicanas. Se casó en 1937 con Josefina Manresa. Su primer hijo murió al poco de nacer. Tuvo otro hijo al acabar la guerra, pero Miguel Hernández fue encarcelado. Murió de tuberculosis en la cárcel de Alicante en 1942. Desde joven, Miguel Hernández fue conocido como el pastor-poeta, aunque poco a poco se fue ganando la admiración y el respeto de todos. En 1933 publica su primera obra, Perito en lunas, con influencia de Góngora. En 1936 llega El rayo que no cesa, formado en su mayoría por sonetos vitalistas y amorosos. El autor muestra ya un gran dominio de la técnica y una asimilación de las influencias recibidas. Además, el libro incluye la gran “Elegía a Ramón Sijé”, dedicada a su amigo fallecido. Comienza la Guerra Civil y el autor se alista voluntario en el Quinto Regimiento, de ideología comunista, donde actúa como Comisario de Cultura. Su lenguaje se vuelve más sencillo y accesible para todo el mundo. Publica Viento del pueblo (1937), de temática social y El hombre acecha (1939), en la misma línea. En la cárcel compone el Cancionero y romancero de ausencias (1938-41), donde se rebela contra la injusticia. Son poemas intimistas y conmovedores en los que recuerda, por ejemplo, a su mujer y su hijo en las “Nanas de la cebolla”. Miguel Hernández es el primer poeta del Siglo XX en España que se ocupa de temas sociales en su poesía. Actúa como puente entre la Generación del 27 y los autores de posguerra y su obra destaca por su apasionamiento, su hermosura y, sobre todo, su sinceridad.


La poesía hasta los años cincuenta


La Guerra Civil Española (1936-1939) supuso una ruptura absolutamente determinante en todos los órdenes de la vida, y la poesía no podía ser menos. Una vez acabada la contienda, el arte resurgíó, aunque no puedo evadirse de la situación político-social que vivía España. Así, la conocida como Generación del 36 nace escindida en dos grupos opuestos:

Poesía arraigada

Formada por Luis Felipe Vivanco (El descampado), Leopoldo Panero (Canto personal), Luis Rosales (La casa encendida) y Dionisio Ridruejo (Elegías). Comparten un hondo sentimiento religioso y quieren olvidar la guerra recién acabada. Para ello, escriben sobre temas como Dios, la naturaleza, el amor, la familia o el paisaje. Publican sus poemas en las revistas Escorial (fundada en 1940) y, principalmente, en la revista Garcilaso (1943). Esta revista reúne a un grupo de autores denominados juventud creadora entre los que destacan los ya mencionados, además de José García Nieto, director de la revista.

Poesía desarraigada

En 1944 surgíó un movimiento opuesto al anterior. La publicación de Hijos de la ira, de Dámaso Alonso, y de Sombra del paraíso, de Vicente Aleixandre, así como la aparición de la revista poética Espadaña, fueron tres avisos en la conciencia poética de nuestro país. Estos autores no están conformes con el mundo que les rodea, y lo gritan a los cuatro vientos. Se enfrentan a los autores de Garcilaso por medio de una poesía comprometida y directa, en la que lo importante es el contenido y no la forma. Los autores principales de este grupo son Victoriano Crémer y Eugenio de Nora. En 1947, José Luis Hidalgo publicó Los muertos. El autor murió unos días antes de su publicación, aunque esta obra ha quedado como un manifiesto de la angustia ante la muerte y la búsqueda de un Dios ausente

La poesía social :


Bajo la influencia de los autores de Espadaña se va desarrollando una poesía preocupada por la realidad social, por los problemas humanos, por la injusticia y por la miseria. Se trata de una poesía rehumanizada que sirve como instrumento de denuncia y de compromiso social. El lenguaje se hace sencillo para poder ser entendido por todos, los temas se acercan a las preocupaciones de la gente de la calle y los autores intentan que lo más importante de sus poemas sea el mensaje que pretenden transmitir, es decir, el contenido, por encima de la forma poética. Por ello, emplean con frecuencia el verso libre y el versículo, aunque esto no impide que los poemas tengan una cuidada elaboración formal. Algunos de los autores de esta poesía social creen que debe ser un instrumento para transformar el mundo, algo útil y cercano, dirigido a la inmensa mayoría (Blas de Otero), muy al contrario del propósito de Juan Ramón Jiménez, empeñado en escribir a la minoría siempre. Esta poesía recibe influencias de Antonio Machado y, sobre todo, de Miguel Hernández.

Blas de Otero (1916-1979)


Muy preocupado por la realidad social de la España de los años cincuenta, toda su poesía gira en torno a los siguientes temas: el sentido de la vida, la función de Dios en el mundo, sus recuerdos de la Guerra y las consecuencias de la posguerra. Por ello, su poesía puede ser etiquetada como existencialista, comprometida. Utiliza un lenguaje aparentemente sencillo, en el que abundan las aliteraciones, los paralelismos, los juegos de palabras o las expresiones coloquiales. Cántico espiritual (1942) lo adscribe desde muy pronto a la poesía social: presenta a un Dios que se olvida del hombre, que lo desdeña. Este tema se repite en Ángel fieramente humano (1950) y Redoble de conciencia (1951) –refundidas y ampliadas ambas en Ancia (1958)–. La principal de sus obras, y quizás la mejor representante de las preocupaciones sociales del autor, es Pido la paz y la palabra (1955). En 1974 el propio autor publica una antología de su obra titulada Verso y prosa en la editorial Cátedra, con la ayuda de su compañera sentimental, Sabina de la Cruz.

Otros poetas José Hierro (1922-2002):


Aunque nace en Madrid, con sólo dos años su familia se traslada a Santander, ciudad en la que crece y donde le sorprende la Guerra Civil Española. Se afilia a la Uníón de Artistas y Escritores Revolucionarios y, en 1937, en plena contienda, escribe su primer poema: “Una bala le ha matado”. Su expresión es sencilla, seca, directa. Se preocupa por la realidad que le rodea y pretende que sus poemas sean claros y perfectamente comprensibles. A causa de sus actividades clandestinas, permanece en prisión entre 1939 y 1944. Al quedar libre, comienza su colaboración con algunas revistas literarias, como Corcel o Prole. En 1947 publica Tierra sin nosotros y Alegría. Esta segunda obra le supuso la concesión del premio Adónáis de poesía. En 1952 se traslada definitivamente a Madrid, donde desarrolla el resto de su obra: Quinta del 42 (1952), Cuanto sé de mí (1957), Libro de las alucinaciones (1964) y Cuadernos de Nueva York (1998), su última gran obra. Ha recibido númerosísimos premios, entre los que destaca: Premio Nacional de las Letras Españolas (1953 y 1990), Premio Nacional de la Crítica (1957 y 1964), Premio Príncipe de Asturias de Literatura (1981), Premio Reina Sofía de poesía española e hispanoamericana (1995) y el Premio Cervantes (1998).

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