1. CONTEXTO HISTÓRICO
El siglo XV se va a caracterizar en España por los frecuentes enfrentamientos entre la nobleza y la monarquía, por la lucha contra los árabes y las tensiones con los judíos. El poder de los reyes se va debilitando y se deja sentir la ambición de los privados. Esta situación se calmó con la llegada al trono de los Reyes Católicos, quienes lograron la unificación peninsular y finalizaron la Reconquista.
Se distinguen tres periodos. La corte de Juan II, el reinado de Enrique IV (1454-1474), y la etapa de los Reyes Católicos, que se inicia tras la victoria de los partidarios de Isabel en la batalla de Todo en 1476.
Tras la crisis del siglo XIV, se produce progresivamente una recuperación económica y un aumento demográfico que proporcionarán a las ciudades un gran esplendor. La burguesía adquiere, con ello, gran importancia e impone sus valores.
2. CONTEXTO CULTURAL
Pese a todas las tensiones políticas y sociales, el siglo XV es un siglo de intensa vida cultural, en la que el caballero cortesano tiene un importante papel. No era suficiente con saber de armas, sino que resultaba imprescindible cultivarse también en las letras.
Estos nobles palaciegos ejercían de auténticos mecenas reuniendo bibliotecas, fomentando las artes o practicándolas ellos mismos. Las cortes son ejes en torno a los cuales surgen grandes figuras literarias.
El influjo francés disminuye y se ve sustituido por la influencia italiana y la difusión creciente de la cultura grecolatina, lo que supone un humanismo incipiente. Con el humanismo, la cultura se acerca hacia el antropocentrismo renacentista y se valora el placer y el goce de vivir.
La invención de la imprenta por Gutenberg en este siglo hace que se incremente la lectura de libros y la cultura experimenta una gran difusión.
Por otro lado, en 1492 se publica la primera Gramática castellana, obra de Antonio de Nebrija, en una época en que el castellano sufre la influencia del latín debido al resurgir de la cultura grecolatina.
POESÍA POPULAR: ROMANCERO
Los romances son composiciones épicas o épico-líricas como un número indefinido de versos, compuestas para ser cantadas o recitadas. Poseían versos octosílabos que rimaban en asonancia los versos pares y quedaban sueltos los impares. El hecho de que su transmisión fuera oral implica la existencia de varias versiones de un mismo romance.
Sobre su origen, se dice que proceden de la desmembración de los antiguos cantares de gesta (teoría tradicionalista), hay que se memorizaron fragmentos de éstos que relataban algún episodio concreto.
Otros autores han negado esta posibilidad y opinan que los romances podrían ser anteriores a los cantares de gesta y estar compuestos por autores individuales (teoría individualista).
El Romancero lo constituye la recopilación de los romances llevada a cabo en el siglo XV por las clases cultas, que se interesaron por ellos e iniciaron la labor de fijarlos por escrito.
A los romances antiguos y anónimos que se transmitieron oralmente se les denomina Romancero viejo. A partir del siglo XVI, la afición de los escritores hacia este tipo de composición lleva a autores conocidos a crear nuevos poemas, que se conocen con el nombre de Romancero nuevo.
1. TEMAS
Según su origen, se han establecido los siguientes grupos de romances:
1.1. Bíblicos y clásicos:
Sus temas son las historias tanto del Antiguo como del Nuevo testamento, y hechos trágicos de la época grecolatina como los siguientes: la guerra de Troya, el incendio de Roma por Nerón, etc.
1.2. Épicos:
Sus temas coinciden con los de los cantares de gesta. Entre los épicos se distinguen las siguientes tres variedades:
De tema nacional, la invasión árabe de la Península, las hazañas del Cid, la independencia de Castilla con el conde Fernán González, etc.
De tema carolingio: sobre el asunto de Roncesvalles, la figura de Roldán, etc.
De tema bretón: no se tratan grandes hazañas, sino hechos aislados sobre este ciclo.
1.3. Históricos y noticieros:
Relacionados con sucesos históricos, estos romances tenían fundamentalmente una finalidad noticiera, informar al pueblo sobre hechos que les eran contemporáneos. Se ocupaban de sucesos entre cristianos (historias de traición y muerte, de abuso de poder…) y entre cristianos y árabes (romances fronterizos y moriscos en los que se narraban, a veces, sucesos ocurridos en el frente de la Reconquista llevada a cabo contra los árabes).
1.4. Novelescos y líricos
Tenían poca base histórica y recrean fundamentalmente la anécdota y la expresión de sentimientos.
2. LENGUAJE Y ESTILO
Los romances, a pesar de su variedad, presentan una serie de rasgos muy repetidos y que les confieren un estilo peculiar.
Algunas de sus características principales son las que te ofrecemos a continuación:
Debido a su carácter oral, es frecuente el uso de fórmulas fijas para introducir la narración; en ellas se indica el lugar de los hechos, o se presenta a los personajes; para introducir el diálogo; para indicar la acción; para situar temporalmente, etc.
La repetición es también un recurso muy empleado. Se producen recurrencias fónicas, léxicas, paralelismos, etc.
Variación en el uso de tiempos verbales para agilizar la narración y evitar la monotonía.
Sencillez en el vocabulario y uso de algunos arcaísmos como terminaciones en -ades y -edes, uso de f- inicial, non por no, vos por os, el adverbio helo, etc.
POESÍA CORTESANA
La poesía cortesana se cultivaba en los palacios y las cortes. Estos poemas se reunían en cancioneros colectivos, entre los que destaca el Cancionero de Baena.
Dos eran las formas poéticas que se incluían en tales cancioneros:
La canción lírica, que se construía con versos octosílabos y rima regular consonante. Su tema más frecuente es el amoroso, al estilo del amor cortés provenzal, y su lenguaje era culto y lleno recursos retóricos.
El poema doctrinal (llamado decir), narrativo o alegórico, con versos de doce sílabas divididos en dos hemistiquios. Son poemas influidos por la cultura grecolatina y por el poeta italiano Dante Aligheri.
Entre los poetas cortesanos del siglo XV, tres son las figuras más destacadas: el marqués de Santillana, Juan de Mena y Jorge Manrique.
1. MARQUÉS DE SANTILLANA
Íñigo López de Mendoza (1398-1458), marqués de Santillana, perteneció a una de las familias favorecidas por los Trastámara. Actuó como un auténtico mecenas y reunió una de las bibliotecas más importantes de su tiempo.
De su obra destacan sus Serranillas, en las que se deja influir por las pastorelas galaico-portuguesas y por el Arcipreste de Hita. Posee también algunos poemas alegóricos a imitación de Dante: Infierno de los enamorados, Comedieta de Ponza, etc.
Hay que destacar el intento de Santillana por adaptar los metros italianos a la poesía castellana en sus Sonetos fechos al itálico modo. Como veremos más adelante, este ensayo sólo obtendría resultados destacables en la figura de Garcilaso de la Vega, en el siglo XVI.
2. JUAN DE MENA
Juan de Mena (1411-1456) desempeñó el cargo de secretario de cartas latinas de Juan II, y era un experto conocedor de los clásicos.
Su obra más notable es su poema alegórico Laberinto de Fortuna, dedicado a Juan II. Se trata de trescientas coplas de arte mayor (de ahí el sobrenombre con el que se le conoce popularmente: las trescientas) con las que pretendió elevar el castellano a la altura del latín.
Su estructura está basada en las tres ruedas de la Fortuna -el presente, el pasado y el futuro- y con este poema trató de ganar el favor de Juan II hacia Álvaro de Luna.
3. JORGE MANRIQUE
Jorque Manrique (1440-1479) nació en Paredes de nava (Palencia). Representa el perfecto caballero cortesano: experto en armas y en letras. Luchó defendiendo las posesiones de su padre y apoyando a Isabel la Católica.
Su obra es breve, pero representa los intereses de su época: el ambiente palaciego, los enfrentamientos políticos y la preocupación por la vida y la muerte.
Su mejor composición son las coplas que dedicó a la muerte de su padre, don Rodrigo Manrique.
COPLAS A LA MUERTE DE SU PADRE
Este extenso poema está constituido por 40 coplas dobles de pie quebrado.
Es una elegía por la muerte de don Rodrigo Manrique. Cada estrofa contiene dos sextillas con este esquema métrico:
8a 8b 4c 8a 8b 4c
8d 8e 4f 8d 8e 4f
3.1. Estructura
Su estructura es clara. Se pueden observar tres partes:
Coplas I-XIV
Jorge Manrique realiza consideraciones generales acerca de la vida y la muerte: la fugacidad de la vida, la inconsistencia de las cosas mundanas, el poder igualatorio de la muerte, etc. Por medio de una serie de metáforas y alegorías (la vida como camino o río, la muerte como el mar, etc.) presenta una visión cristiana de la muerte y desdramatiza su llegada. Entronca con el teocentrismo medieval y concibe la vida como un camino en el que el ser humano se prepara para una vida mejor, que llega tras la muerte.
Coplas XV-XXIV
Alude a casos concretos que el lector de su tiempo conoce para demostrar que las riquezas y el poder no suponen una ventaja al llegar la muerte y que ésta alcanza a todos por igual. En este momento alude al tópico medieval del Ubi sunt? (¿Dónde están?) para recordar que, en algunos casos, no queda ni el recuerdo tras la muerte.
Coplas XXV-XL
Concreta su reflexión en el caso de su padre. Recuerda su vida ejemplar que le hará merecedor de la vida eterna y dejará el recuerdo de la fama entre quienes le conocieron. Incluso en el momento de la muerte, se exalta su entereza y serenidad de buen cristiano, frente a lo que solía aparecer en las danzas de la muerte.
3.2. Temas y contenido
Manrique aborda los temas fundamentales de su época. La reflexión sobre la vida y la muerte es el eje fundamental del poema.
Su actitud es la de un caballero cristiano, que considera la vida terrenal como una preparación para la verdadera vida, que está en el cielo. Además de la vida terrena y de la vida eterna, se tiene en consideración una tercera vida que es la de la fama, el recuerdo que las grandes personas dejan en el mundo. Esta reflexión sobre la vida y la muerte trae consigo la referencia a otros temas y motivos de su época: la fortuna, la fama, la fugacidad de la vida, el mundo cortesano, las intrigas por el poder, el Ubi sunt?, etc.
3.3. Lenguaje y estilo
El lenguaje y estilo de su obra es siempre sencillo y voluntariamente alejado de adornos superfluos. Las palabras llanas de Manrique permiten que su mensaje se convierta sin duda en universal.
Además, Manrique implica frecuentemente al lector con recursos como el uso de la primera persona del plural, con preguntas retóricas o con el imperativo.
Las imágenes y metáforas que utiliza son recogidas, a menudo, de la tradición, pero llegan a adquirir una emotiva autenticidad en la expresión poética del autor. El sentimiento inunda el poema e invita constantemente a la reflexión.