Principales técnicas narrativas
– Técnica del contrapunto
En la construcción de la novela se entrecruzan varios hilos narrativos conectados entre sí.
El primero de ellos corresponde a la trama policial; el segundo corresponde a las vivencias en Bilbao del inspector y la persecución del terrorista que lo quiere matar y la tercera es la historia de amor entre el inspector y Susana. Las tres historias aparecen ensambladas de forma intermitente. En el desarrollo de la trama cada capítulo suele estar dedicado a un personaje. En ocasiones, en un mismo capítulo se van disponiendo de forma alterna dos referencias a personajes o acontecimientos distintos. En esta forma de contarnos la historia se advierte la influencia del cine. Los capítulos van apareciendo como las secuencias de una película.
– Técnica del suspense
Para despertar el interés del lector, Muñoz Molina recurre a técnicas propias de las narraciones orales o de las series de televisión. El relato se interrumpe en momentos de máxima tensión, dejando al lector con la intriga de lo que sucederá. Valga como ejemplo el final del capítulo 20. El asesino ha seguido a otra niña hasta el ascensor de su casa y, una vez dentro, la narración termina bruscamente cuando golpea con fuerza el botón de “stop”. Tendremos que esperar hasta el capítulo 22 para saber qué ha pasado.
– La luna como elemento estructurador
Desde el propio título, la luna está presente en prácticamente todos los capítulos de la novela, sobre todo en los momentos de clímax como luna llena. Algunos ejemplos son los siguientes:
- El inspector busca la mirada del asesino de noche, bajo la luz de la luna.
- En la primera referencia a la niña asesinada (cap. 1) aparece ya la luna: “la mancha pálida bajo la luna de una cara con los ojos fijos y abiertos”.
- En la primera aparición del asesino (cap. 12) lo encontramos “fumando boca arriba, con la luz de la luna llena en la ventana”.
- Los ataques se producen siempre en días de luna llena.
- Cuando van a cenar, en el coche escuchan “Moonlight in Vermont” de Ella Fitzgeral y hablan de la luna: “Mire la luna (…) qué alta está. (…) Marcel Proust creía de pequeño que todos los libros trataban de la luna”, etc.
- La luna es el único testigo del primer encuentro íntimo del inspector y Susana.
- La detención se produce en un día de luna llena.
- La luna llena es clave para la resolución del crimen. El inspector intuye que el asesino volverá al lugar del crimen ese día.
Todo este protagonismo de la luna se basa en la creencia de que la luna llena provoca una influencia negativa en las personas.
– Sintaxis compleja
La utilización de oraciones muy largas (en alguna ocasión de hasta tres páginas) y el recurso al polisíndeton (repitiendo conjunciones no imprescindibles) dotan a la narración de un tono de ansiedad acorde con el ambiente que tratan de transmitir. En los momentos posteriores al segundo ataque, la acumulación de verbos y conjunciones copulativas y adversativas logran transmitir la sensación de ansiedad y desesperación de la niña que huye. Asimismo la acumulación de datos, algunos contradictorios, nos transmite la confusión en la que la niña está sumida. “(…) tiene que llegar y no puede, tal vez está soñando y en realidad no se ha movido del terraplén y está quedándose congelada y muerta, tropieza con algo, (…) tropieza y cae entre dos coches y no llega a tiempo de adelantar las manos y su cara golpea contra las losas, pero vuelve a levantarse, otra vez a cuatro patas y con la cabeza hundida entre los hombros, humana y animal, aterrada, sobrevivida, una figura despeinada y desnuda con la cara sucia de barro y de sangre…”
– Uso de la metonimia para presentar a los personajes
Identificamos con frecuencia a los personajes por algún rasgo parcial sin que haga falta nombrarlo. Así, reconocemos al inspector a través de una prenda característica (el abrigo verde, los zapatos), al asesino por sus manos fuertes y grandes o a Susana Grey por sus labios pintados.
Tiempo
Tiempo externo.-
El autor no da fechas concretas para situar la acción, pero hay los suficientes indicios para situar los acontecimientos a mediados de los años 90, por ejemplo la alusión a la película El silencio de los corderos (1990), o la alusión a la Guerra de los Balcanes (1991-1995).
Tiempo interno.-
Los hechos narrados transcurren en aproximadamente un año. Veamos qué datos nos ofrece la novela para llegar a esta conclusión.
- Se nos dice que el Inspector había llegado a la ciudad sólo unos meses antes, a principios de verano; e, inmediatamente, el «Caso Fátima» captó toda su atención.
- El crimen sucede a finales de otoño/principios de invierno: hay referencias a que alguien apagó las luces pronto porque con el cambio horario que se realiza en noviembre apenas se veía, un testigo asegura haber visto al asesino y la niña una tarde a principios de noviembre, en el diario se sitúa el crimen en el mes de noviembre…
- Con respecto a la segunda agresión, cuando la niña va a participar en la rueda de reconocimiento se dice que «faltaban dos semanas para las vacaciones de Navidad». Aunando esta referencia a la anterior concluimos que el tiempo transcurrido entre las dos agresiones es, aproximadamente, mes y medio.
- Una gran elipsis nos lleva a los hechos posteriores a la detención del asesino. El Inspector añora la lluvia y el frío, se nos dice que han pasado siete meses desde la muerte de Fátima y que el Inspector no ve a Susana desde hace mes y medio.
Es decir, la novela sigue, en general, un orden lineal y comprende desde mediados de otoño hasta el final de la primavera de un año impreciso entre 1991 y1997.
El orden cronológico, lineal de la historia, se interrumpe en algunos momentos por algunas analepsis, momentos en que alguno de los protagonistas se retrotrae en el tiempo para recordar alguna circunstancia relevante de su pasado: el Inspector recuerda su infancia en el colegio religioso, el padre Orduña también evoca momentos de su vida docente, Susana Grey hace memoria de su vida de casada, el Asesino, de pasada, recuerda burlas que sufrió en la mili… Con todo, estas rupturas del orden lógico no dificultan la lectura en la medida en que lo hacen otras obras contemporáneas.
Espacio
Igualmente indeterminado respecto al tiempo que al espacio se muestra Muñoz Molina. En ningún momento de la obra se cita claramente la ciudad, pueblo o región. Pero hay algunas pistas que permiten, sobre todo a autores fieles a la obra de Muñoz Molina, reconocer espacios que han aparecido en obras anteriores y que nos llevan al mismo punto. La calle Mesones, la Iglesia de la Trinidad, el parque de la Cava, la parte antigua de la ciudad donde abundan los palacios renacentistas, el hecho de que sea una ciudad histórica son indicios que nos llevan a situar la obra en Úbeda, tierra natal de Antonio Muñoz Molina, donde ha situado anteriormente sus obras Beatus Ille y El Jinete polaco y donde volverá en El viento de la luna. Aunque más que Úbeda, sería más correcto decir que el autor sitúa sus obras en Mágina, nombre imaginario que, como antes hizo Clarín con Oviedo al nombrarla Vetusta, o Pardo Bazán llamando Marineda a Coruña, es la designación literaria que Muñoz Molina adopta para su ciudad natal.
Narrador y punto de vista
El tipo de narrador que predomina en Plenilunio es un narrador omnisciente que utiliza fundamentalmente la tercera persona. No se limita a narrar con objetividad lo que un observador puede ver, sino que también nos transmite lo que piensan, sienten o recuerdan los personajes. Conocemos así los pensamientos del inspector mientras recorre la ciudad buscando la mirada del asesino o las obsesiones de la mente perturbada de éste.
Este narrador omnisciente, sin embargo, se centra cada vez en un solo personaje. Lo sigue desde el interior pero sin darnos un panorama amplio en el que todos quepan, ni tampoco anticipando acontecimientos o haciendo juicios de valor. Nunca juzga a sus personajes; simplemente nos transmite en tercera persona todo aquello que hacen y sienten.
En este sentido cabe destacar la utilización del estilo indirecto libre
. Mediante esta forma de discurso el autor refleja de forma convincente el pensamiento del personaje sin abandonar la tercera persona propia de la omnisciencia.
En cuanto a su papel en la acción se trata de un narrador extradiegético, que está fuera de la acción. En ningún momento participa activamente como personaje.
A pesar de que la tercera persona es el punto de vista predominante, en ocasiones aparece la confesión personal en primera persona inserta dentro de un diálogo. Ocurre esto por ejemplo cuando Susana cena por primera vez con el inspector y le va haciendo confidencias sobre las difíciles relaciones con su marido o cuando el inspector habla con el Padre Orduña sobre la búsqueda del asesino y sobre su vida.