Literatura del siglo XVIII español: Contexto histórico y social
El siglo XVIII se abre en España con la llegada de los Borbones (entronización de Felipe V), tras ganar la Guerra de Sucesión a la casa de Austria. Este monarca pierde las posesiones en Italia y Países Bajos, y emprende una reforma para activar la economía, que continuará Fernando VI. Carlos III logra que el país progrese y es el mejor ejemplo de despotismo ilustrado: «todo para el pueblo, pero sin el pueblo». Durante el reinado de Carlos IV tiene lugar la Revolución Francesa, y a principios del siglo XIX se produce la invasión napoleónica de España y la Guerra de la Independencia.
La Ilustración es un movimiento filosófico e intelectual centrado en la razón (racionalismo) y el utilitarismo (todo debe servir al progreso). Surge el llamado «Siglo de las Luces», donde domina un espíritu científico y un reformismo basado en la educación. Estas ideas, de sello burgués, se difunden por enciclopedias, bibliotecas, museos y periódicos. En el año 1714 se crea la Real Academia Española (RAE).
Tendencias Literarias
Posbarroquismo
Continuación y degeneración del estilo barroco: se siguen con escaso éxito los modelos anteriores. La excepción es Diego de Torres Villarroel.
Neoclasicismo
El influjo de la cultura francesa y el racionalismo hacen que se persiga una creación literaria diferente. Los autores se someten a las reglas bajo las que se escribieron las obras del arte clásico y que marcarán el «buen gusto», sobre todo a partir de la Poética de Luzán, que establece los principios del teatro neoclásico. En teatro, los más destacados son Nicolás Fernández de Moratín y su hijo Leandro Fernández de Moratín, y los sainetes de Ramón de la Cruz.
El afán didáctico, («enseñar deleitando») impregna la única novela importante del periodo: Fray Gerundio de Campazas, el teatro, las fábulas de Samaniego e Iriarte y parte de la poesía de Meléndez Valdés.
Prerromanticismo
A finales del siglo XVIII surgen ideas y principios que triunfarán en el Romanticismo del siglo XIX: el sentimentalismo, la emoción, la melancolía y los paisajes nocturnos. Cadalso se acerca a este nuevo espíritu.
Géneros, Autores y Obras
Ensayo
- José Cadalso:
- Noches lúgubres está formada por monólogos y diálogos en prosa durante tres noches en un ambiente tétrico y sepulcral, lleno de motivos prerrománticos. Son meditaciones pesimistas sobre diversos aspectos de la vida y del hombre, en un estilo cercano al lenguaje poético.
- Cartas marruecas, su obra más importante, es una visión crítica de la España de su tiempo (apuntando remedios para que el país progrese) a través de la correspondencia de dos marroquíes (Gazel y Ben-Beley) y un español (Nuño). El estilo es satírico y serio. La mirada del personaje extranjero le permite un análisis crítico. La forma epistolar ofrece tres visiones de la realidad. Nuño juzga desde dentro, Gazel da la visión del extranjero curioso y Ben-Beley la del sabio.
- Benito Jerónimo Feijoo: Sus temas más importantes están relacionados con la crítica a la filosofía escolástica, la necesidad del estudio de la ciencia y la importancia de la experimentación, y también con la literatura y la moral o teología. En sus obras Teatro crítico universal y Cartas eruditas y curiosas pone de manifiesto los males que impiden el progreso del país, con un estilo sencillo y claro, y una intención crítica. Su objetivo fundamental es educar a la población, y combatir errores científicos para modernizar la mentalidad española.
- Gaspar Melchor de Jovellanos: Político reformista e ilustrado, escribe poemas filosóficos, morales y patrióticos, y alguna pieza dramática. Sus obras son principalmente ensayísticas, en ellas propone soluciones factibles para reformar y modernizar España. Su prosa es elegante, sobria y fluida. Sus ensayos más importantes: Memoria para el arreglo de la policía de espectáculos y diversiones públicas, Informe sobre el expediente de la Ley Agraria y Memoria sobre educación pública. Se dirige a las autoridades para que se produzcan reformas para el desarrollo del país.
Teatro
- Leandro Fernández de Moratín: Fue el autor más representativo. Escribió algún trabajo de crítica literaria (Orígenes del teatro español), pero sobresale por su producción dramática: en prosa, La comedia nueva o El café y El sí de las niñas; en verso, El viejo y la niña y La mojigata. En todas sus obras lleva a escena uno de sus temas predilectos: la libertad de que las hijas puedan elegir a su marido y la igualdad de edad entre los cónyuges, a excepción de La comedia nueva o El café, donde critica a los malos autores dramáticos y sus comedias posbarrocas. Sus comedias se atienen a las reglas del «buen gusto», como la de las tres unidades (lugar, tiempo y acción): Las obras se desarrollaban en un único lugar, durante un día y mediante una sola acción. Se caracterizan por su estilo cuidado y por el trazo psicológico de algunos personajes. El sí de las niñas es la mejor comedia de teatro neoclásico. En ella, doña Irene concierta el matrimonio de su hija doña Francisca, (Paquita) y el viejo rico don Diego, pero este renuncia a la boda cuando se entera de que su sobrino y doña Francisca están enamorados. Don Diego es el prototipo de hombre ilustrado que censura la educación de las mujeres de su tiempo: acataban la voluntad de sus padres o tutores que imponían su autoridad y anulaban la libertad de las desgraciadas muchachas, que tenían que ocultar sus sentimientos.