Comparado con experiencias del teatro extranjero, el panorama de la escena española resultaba pobre. Es indudable que, de todos los géneros, no ha sido el teatro el más favorecido por las circunstancias. Se comprenderá, pues, en qué horizontes se inscribirán, durante muchos años, los dramaturgos.
De una parte, prosperan los autores de «diversión» intrascendente o conformista. Como para otros géneros, la Guerra Civil fue un corte profundo para la trayectoria de nuestro teatro. Al terminar la contienda, unos dramaturgos han muerto; otros sufren el exilio; de escaso interés es lo que producen viejos maestros como Benavente o Arniches.
Alta Comedia
Se trata de un tipo de alta comedia en la línea del teatro benaventino. Es lo que Ruiz Ramón llamó el teatro de «la continuidad sin ruptura». En este sector se sitúan autores como Pemán, Luca de Tena, López Rubio, Edgar Neville, Joaquín Calvo Sotelo, Ruiz Iriarte, Agustín de Foxá, Carlos Llopis, etc.
Teatro Cómico
En el teatro cómico encontramos una de las facetas más interesantes de aquellos años: la línea que va de Jardiel Poncela a Mihura.
Jardiel, desde antes de la guerra, se había propuesto «renovar la risa», introduciendo lo inverosímil; pero su osadía se estrelló con los gustos del público y tuvo que podar la audacia y la novedad de su ingenio. Importantes obras suyas son: Eloísa está debajo de un almendro, Los ladrones somos gente honrada, Cuatro corazones con freno y marcha atrás, Un marido de ida y vuelta, Los habitantes de la casa deshabitada.
Teatro Inconformista
En una línea muy distinta hay que situar el nacimiento de un teatro grave, preocupado, inconformista, que se inserta, al principio, en una corriente existencial. Dos fechas resultan claves: 1949, con el insólito estreno de Historia de una escalera de Buero Vallejo, y 1953, año en que un teatro universitario presenta Escuadra hacia la muerte de Alfonso Sastre. Obras como estas son signos de un teatro «distinto» que quiere hacerse un sitio en la escena, frente a lo trivial o lo convencional.
Teatro en el Exilio
Paralelamente, los autores que vivían en el exilio continuaron con su producción teatral, que se desarrolló principalmente en México y Argentina, con diferencias importantes con respecto al teatro producido en España. Rafael Alberti escribe un teatro comprometido, concebido como un vehículo apropiado para la concienciación social y política del pueblo. Max Aub es el más original entre los exiliados, con el llamado «teatro de urgencia».
Teatro de Testimonio Social
Desde finales de los años 40 hasta mediados de los cincuenta, surge un teatro existencial, reflejo de las preocupaciones y vivencias de los españoles en la posguerra. Antonio Buero Vallejo, que se dio a conocer con Historia de una escalera, marcó un antes y un después en el panorama del teatro español contemporáneo. En esta línea hay que situar Escuadra hacia la muerte, de Alfonso Sastre. Junto al público burgués, ha aparecido un público nuevo que pide otro teatro.
Y ello sucede cuando, en el conjunto de la creación literaria, se extiende el llamado «realismo social».
Teatro comprometido con la sociedad española y los problemas del momento. Los autores muestran una actitud crítica y política. Los pioneros del teatro de testimonio social son Buero Vallejo y Sastre, el cual es además su principal teorizador. En 1956, en el libro Drama y sociedad, expone sus tesis, coincidentes con las de su manifiesto del «social-realismo».
En la época se identifican ambas posturas con los nombres de posibilismo e imposibilismo, y también son sus más destacados representantes Antonio Buero Vallejo y Alfonso Sastre, respectivamente. La temática de estas obras es característica del teatro social. Lo común sería el tema de la injusticia social y de la alienación. Y, ante ello, la actitud del autor será de testimonio o de protesta.
En cuanto a la estética y la técnica, tales obras se inscriben, efectivamente, en el realismo, aunque con diversos matices. Y tanto por su temática como por su actitud, estos autores representan el intento de crear, al margen de los espectáculos «de consumo», un teatro comprometido con los problemas de la España en que vivían. El teatro realista y social siguió siendo defendido durante los años 60, por un sector de la crítica, como el único que respondía a las circunstancias del país.
Miguel Mihura
Miguel Mihura nació y murió en Madrid. Su padre era actor y empresario, por lo que Miguel se movió desde niño en el ambiente teatral. Durante la guerra dirigió La ametralladora, revista de humor de la España «nacional». En 1941 funda La Codorniz, que dirige hasta 1946, imponiéndole un original tipo de humor, fresco y descabellado. La asociación inverosímil de situaciones, los diálogos poco lógicos y los juegos lingüísticos la aproximan al teatro vanguardista de Beckett o Ionesco. La obra no fue comprendida y habrían de pasar veinte años hasta su estreno. La decepción de Mihura fue terrible y decidió claudicar, pasando a hacer ese teatro comercial o de consumo, al alcance de la mentalidad de los empresarios, de los actores, de las actrices y del público burgués.
Todo el teatro posterior de Mihura estará por debajo de lo que supuso Tres sombreros de copa. Muy interesante es también Mi adorado Juan, cuyos protagonistas intentan escapar de la vida rutinaria. Una construcción perfecta constituye el mérito mayor de Carlota, modelo de comedia policiaca y de humor delicioso. En la misma línea de parodia policiaca está Melocotón en almíbar. En 1959 alcanza otro de sus grandes aciertos, que es también su mayor éxito de público: Maribel y la extraña familia, sátira sobre la influencia de la sociedad en el comportamiento y en la valoración de la persona.
Alfonso Sastre
Nació en Madrid. Comenzó a estudiar ingeniería, pero la abandonó muy pronto. En 1945 fundó, junto con algunos amigos, el grupo teatral Arte Nuevo para hacer el teatro que se ajusta a sus deseos: un teatro entendido como arte social, porque «el teatro no se puede reducir a la contemplación estética de una minoría refinada.» El grupo se disuelve tres años más tarde. Con Alfonso Paso y otros amigos funda la agrupación teatral La Vaca Flaca. En concreto, podemos distinguir tres etapas, que reflejan una temática y una concepción del teatro propias.
Etapa inicial
Con el grupo de teatro experimental Arte Nuevo, Sastre inicia una actitud de protesta y de rechazo del teatro español de los primeros años de posguerra. A la vez, pretende llevar a cabo su renovación total. De ahí la función político-social de su teatro. Destacamos, entre otras obras, La mordaza, Muerte en el barrio, Tierra roja y Guillermo Tell tiene los ojos tristes.
Etapa de madurez
Caracterizada por la radicalización de sus tesis revolucionarias y un giro total en la técnica dramática, que le lleva a la «tragedia compleja». Lo nuevo de este teatro es la utilización de toda la gama de registros lingüísticos y la inclusión de otros lenguajes no verbales, como carteles y la proyección de fotografías.