a. La Poesía Española de 1939 a Finales del Siglo XX: Tendencias, Autores y Obras Principales
Tras vencer en la Guerra Civil (1936-1939), Franco se erige caudillo. Los años 40 se caracterizan por el aislamiento internacional debido al rechazo a una dictadura que, aparentando neutralidad, apoya a la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial, generando pobreza y represión política. La década de los 50 supone el fin del aislamiento. En los 60, a pesar del gran desarrollo económico, persisten las faltas de libertades. El contacto con otras democracias alentará la oposición a un régimen que se debilita hasta la muerte de Franco en 1975, dando paso a la democracia y la Constitución de 1978.
Poesía del Exilio
Las obras de los poetas exiliados no llegan a España debido a la censura. Antes de morir en la cárcel, Miguel Hernández escribe Cancionero y romancero de ausencias, una obra marcada por el dolor de la guerra y la separación familiar. Juan Ramón Jiménez continúa con su etapa de poesía «intelectual» buscando la belleza, la eternidad y a Dios, como se refleja en En el otro costado. Otros poetas exiliados escriben sobre el dolor y la injusticia de los grandes conflictos mundiales, como Guillén en Clamor o Salinas en El contemplado. Alberti muestra su compromiso ideológico en Retornos de lo vivo lejano, y Cernuda expresa su amargura y recuerdos en el exilio en Desolación de la quimera. León Felipe, al margen de grupos y generaciones, se convierte en portavoz de los españoles emigrados con Español del éxodo y del llanto, donde expresa la añoranza de la patria lejana y una protesta enérgica ante la injusticia y la derrota.
Hasta los Años 50
Poesía Arraigada
Influenciada por Garcilaso y los poetas del Renacimiento, aborda temas como el amor, la religión, el paisaje, la familia, el paso del tiempo, la muerte, Dios y el sentido imperial del estado. Esta poesía, hecha por y para los vencedores de la guerra, se preocupa más por la perfección del verso y la expresión de la belleza que por la desoladora realidad del momento. Utiliza un lenguaje sereno y clásico, evitando los sentimientos doloridos y los gritos de angustia. La métrica es tradicional, siendo el soneto su estrofa preferida. Las revistas poéticas Escorial y Garcilaso recogieron este tipo de poesía. Destacan autores como Dionisio Ridruejo, Leopoldo Panero y Luis Rosales, este último con La casa encendida, donde plasma vivencias y recuerdos con un lenguaje directo e imágenes surrealistas.
Poesía Desarraigada
Surge como contraposición al garcilasismo. Los poetas desarraigados publican en la revista Espadaña, fundada por Eugenio de Nora y Victoriano Crémer. Esta poesía presenta tonos más humanos y refleja las inquietudes y las circunstancias de la terrible posguerra. Presenta el mundo como un caos y una angustia, conectando con el existencialismo. Esta tendencia comienza con dos obras de escritores de la Generación del 27: Hijos de la ira de Dámaso Alonso, una obra desgarrada de carácter existencial con alusiones a la desastrosa situación existente y un lenguaje crispado, y Sombra del paraíso de Vicente Aleixandre, que expresa el dolor por el paraíso perdido y la humanidad alejada de su destino. La métrica utilizada es el versículo, que en muchos casos se aproxima a la prosa.
Poesía Social
Caracterizada por ser una poesía objetiva y de denuncia. Los poetas, testigos de la vida cotidiana, se hacen eco del sufrimiento con un lenguaje prosaico y sencillo en un tono coloquial. Denuncian las desigualdades, injusticias, la falta de libertad y la pobreza, escribiendo «a la inmensa mayoría». Reciben influencias de Machado, Neruda y Aleixandre con Historia del corazón. Blas de Otero muestra una evolución en su obra, destacando Ancia, que reúne Ángel fieramente humano y Redoble de conciencia, poesía existencial y desarraigada donde se rebela contra la poesía religiosa del momento y la imagen tradicional de Dios. En Pido la paz y la palabra, muestra una poesía solidaria y comprometida, con deseos de paz, libertad y justicia, utilizando un verso sencillo y una palabra directa. Gabriel Celaya, con Cantos iberos, utiliza una expresión directa y prosaica. José Hierro, en Quinta del 42, refleja el momento histórico.
De los Años 50 a los 70
A mediados de los 50, en pleno auge de la poesía social, surge un grupo de poetas conocido como la «Generación de los 50» o «Segunda generación de posguerra«, aunque su poesía marca los años 60. Entre sus miembros destacan Ángel González, Jaime Gil de Biedma, Carlos Barral y José Manuel Caballero Bonald. Aunque no se incluyen en este grupo, también escriben en esta época Antonio Gamoneda, Francisco Brines, Claudio Rodríguez, Ángel Crespo, José Agustín Goytisolo y José Ángel Valente. Las características principales de esta generación son: